El director general del CNIC, Valentín Fuster.
25 nov. 2016 11:10H
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Un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) ha descrito una señal celular que dificulta la comunicación intercelular y resulta clave para estrategias biomédicas como la terapia génica, el diseño de vacunas o la inmunoterapia.
El estudio, que se publica en Nature Communications, muestra una señal celular que impide la secreción de unas nanovesículas, los exosomas, que se segregan al exterior por las células para comunicarse entre sí.
Sin embargo, en ocasiones, sirven como auténticos 'caballos de Troya' por parte de algunos virus que facilitan su propagación y entrada en las células vecinas.
Los investigadores explican que la señal, denominada ISGylación, se ha descrito principalmente como un mecanismo antiviral, aunque algunos estudios revelan que también se activa ante otros estímulos como la falta de oxígeno, el envejecimiento o el cáncer.
“En dichos contextos, la secreción de exosomas y, por tanto, la comunicación entre células, se podría ver afectada como consecuencia de esta modificación”, ha apuntado Carolina Villarroya, una de las autoras del estudio.
Por otro lado, los investigadores saben que descifrar los procesos que controlan la secreción de exosomas resulta fundamental para su aplicación biomédica ya que, según ha añadido Francisco Sánchez-Madrid, quien ha dirigido el estudio, “además de actuar como mensajeros en la comunicación intercelular, los exosomas constituyen herramientas potenciales para la terapia génica, vacunas e inmunoterapia”. De hecho, existen numerosos ensayos clínicos para el desarrollo de nuevos tratamientos que utilizan este conocimiento.
Un mecanismo protector que, a veces, se vuelve en contra
En su trabajo, sus autores describen cómo una señal antiviral activa un protocolo de degradación de proteínas implicadas en la producción de exosomas. Esta señal marca a las proteínas específicas que residen en los endosomas, lugar de formación de los exosomas, de modo que se redirigen hacia la ruta de degradación y se impide la secreción de las nanovesículas.
Sánchez-Madrid ha advertido de que se trata de un nuevo mecanismo que hace que las células se defiendan de una infección activando la degradación de proteínas propias pero “también podrían ser utilizadas por el agente externo para su propagación”.
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