Un estudio revela que los malos hábitos alimenticios aumentan la posibilidad de sufrir un nuevo ataque cardiaco

Cenar tarde y no desayunar cuadruplica el riesgo de un segundo infarto
La investigación incluyó a 113 pacientes.


22 abr. 2019 12:55H
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Las personas que han sufrido un ataque cardiaco, se saltan el desayuno y cenan antes de acostarse tienen entre cuatro y cinco veces más riesgo de sufrir otro infarto o una angina de pecho en los 30 días posteriores al alta hospitalaria, según un estudio publicado este jueves en 'European Journal of Preventive Cardiology', la revista de la Sociedad Europea de Cardiología.

La investigación incluyó a 113 pacientes con una edad media de 60 años que sufrieron una forma particularmente grave de ataque cardiaco llamada infarto de miocardio por elevación del segmento ST (StemiI, por sus siglas en inglés). "Uno de cada diez pacientes de este tipo muere en un año, y la nutrición es una forma relativamente barata y fácil de mejorar el pronóstico", explica su autor, Marcos Minicucci, de la Universidad Estatal de São Paulo (Brasil).

Estudios anteriores han demostrado que las personas que no desayunan y cenan tarde son más propensas a tener otros hábitos poco saludables, como fumar y bajos niveles de actividad física. "Nuestra investigación muestra que las dos conductas alimenticias se relacionan de forma independiente con peores resultados después de un ataque cardiaco. La gente que trabaja hasta tarde puede ser particularmente susceptible a cenar tarde y no tener hambre por la mañana", detalla Minicucci.

El desayuno debería ser al menos el 15% de la ingesta calórica diaria


El investigador recomienda un intervalo mínimo de dos horas entre la cena y la hora de acostarse. "Se dice que la mejor manera de vivir es desayunar como un rey. Un buen desayuno suele estar compuesto de productos lácteos (leche descremada o baja en grasa, yogur y queso), un carbohidrato (pan de trigo integral, bagels, cereales) y frutas enteras. Debería tener entre el 15 y el 35 por ciento de nuestra ingesta calórica diaria total", apunta.


"Un buen desayuno suele estar compuesto de productos lácteos, un carbohidrato y frutas enteras"


A los pacientes se les preguntó acerca de los comportamientos alimentarios en el ingreso a una unidad de cuidados intensivos coronarios. Saltarse el desayuno se definió como no tomar nada antes de la comida, excluyendo las bebidas, como el café y el agua, al menos tres veces a la semana.

Por otra parte, cenar a altas horas de la noche se definió como una comida dentro de las dos horas anteriores a la hora de acostarse, al menos tres veces a la semana. La omisión del desayuno se observó en el 58 por ciento de los pacientes, la cena a deshoras en el 51 por ciento, y ambos comportamientos en el 41 por ciento.

Controversias con las estatinas 


El uso de estatinas antes del ingreso al hospital fue mayor en el grupo con hábitos alimenticios poco saludables y peores resultados. "Hay algunas controversias con respecto a los hábitos alimenticios de los pacientes que usan estatinas. Nuestro estudio sugiere que los pacientes con Stemi perciben las estatinas como una vía alternativa a los beneficios para la salud. Pero estos medicamentos deben ser un complemento a los hábitos alimenticios saludables, no un sustituto", recuerda el investigador.

La Asociación Americana del Corazón asegura que planificar las comidas y desayunar todos los días puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Asimismo, también apuntan que ingerir más calorías en las primeras horas del día y menos alimentos por la noche reduce igualmente el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, un ictus u otras enfermedades del corazón o de los vasos sanguíneos.

Los cardiólogos aseguran que las personas que desayunan todos los días tienen menos riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como el colesterol o la presión arterial elevada. Y en cambio, quienes suelen saltarse esta primera comida del día tienen más riesgo de obesidad, una mala nutrición o diabetes. Achacan esto al tiempo que pasa entre una comida y otra, algo que puede afectar al reloj interno del cuerpo. Por ejemplo, los azúcares no se procesan igual por la noche que por el día, de ahí que los trabajadores que trabajan por turnos tengan más riesgo de obesidad o enfermedades coronarias.

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