Stephen Miller, de la Nortwestern University.
19 abr. 2016 16:00H
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Científicos de Estados Unidos han diseñado una nanopartícula capaz de esconder a las células macrófagas del sistema inmune el anticuerpo o alérgeno que, de otro modo, desencadena una reacción atópica que deriva en consecuencias imprevisibles.
Se trata de un hallazgo aprovechable en el tratamiento tanto de las alergias como de las enfermedades sistémicas autoinmunes.
El autor principal del estudio en el que da a conocer la fórmula, Stephen Miller, de la Nortwestern University, ha explicado que este descubrimiento “supone una forma a largo plazo novedosa, segura y eficaz para tratar y potencialmente ‘curar’ a pacientes que sufren alergias respiratoria y alimenticias que pueden amenazar su vida”.
Esta es la primera vez que este método para crear tolerancia en el sistema inmune se emplea en alergias, aunque ya se está utilizando en test preclínicos para enfermedades autoinmunes, entre ellas la esclerosis múltiple, además de para las complicaciones de la celiaca.
Se trata de “un tratamiento universal”, pues dependiendo de la alergia que se quiera eliminar es posible cargar la nanopartícula con polen de ambrosía o con proteína de cacahuete, según ha matizado el experto.
La nanopartícula que se convertirá en caballo de Troya para 'engañar' al sistema humanitario y librarse de su ataque está compuesta de un biopoímero llamado PLGA -aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos- que incluye ácido láctico y ácido glocólico.
Cuando la nanopartícula cargada con el alérgeno se inyecta en el torrente sanguíneo de un ratón su sistema inmunitario no reacciona pues la partícula parece un desecho inocuo el cual es eliminado por un macrófago -un tipo de glóbulo blanco que fagocita el material extraño en el cuerpo-.
“La célula aspiradora (en referencia al macrófago) presenta el alérgeno o el antígeno al sistema inmunitario diciendo: 'no os preocupéis esto es de aquí”, por lo que éste detiene su ataque y se normaliza, ha subrayado Miller.
Durante el experimento los roedores fueron tratados para ser alérgicos a la proteína de la cáscara de huevo, por lo que ya tenían en la sangre anticuerpos y cuando volvieron a exponerlos a esta tuvieron una reacción alérgica parecida al asma. Sin embargo, tras ser inyectarles la nanopartícula no presentaron ninguna respuesta alérgica.
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