Enrique Pérez-Cuadrado Robles.
El
cáncer gástrico y el
cáncer de páncreas necesitan establecer sistemas de control y
cribado para los grupos de riesgo, evitando que las
lesiones previas en
estómago o
páncreas se desarrollen y se conviertan en
tumores.
Es la conclusión de dos mesas –dedicada cada una a uno de los dos tumores– que han tenido lugar en el
último congreso de la Sociedad Española de Patología Digestiva (
SEPD), que ha tenido lugar en Valencia.
En 2017 hubo en España 8.584 nuevos casos de cáncer de estómago y 6.760 de cáncer de páncreas, que al detectarse en
fases avanzadas conllevan una elevada
mortalidad. Al tener una incidencia limitada y no disponer de protocolos de cribado claramente establecidos, el cribado poblacional no es una solución coste-efectiva.
Cáncer de páncreas, más frecuente en hombres
El cáncer de páncreas (8-10 casos por cada 100.000 habitantes y año) representa el segundo tumor maligno gastrointestinal en frecuencia y es la
tercera causa de muerte por cáncer en adultos.
Su incidencia aumenta a partir de los 45 años y es más frecuente en hombres que en mujeres. Además,
el 90 por ciento de los tumores son diagnosticados en estadios avanzados, en los que las opciones terapéuticas son limitadas.
“A pesar de que la gravedad del cáncer de páncreas justifica hacer esfuerzos para diagnosticar de forma precoz y proponer un tratamiento quirúrgico a las formas pre-neoplásicas de alto riesgo de degeneración maligna,
el cribado poblacional no está recomendado ya que el riego para la población general es bajo”.
Así lo ha aclarado
Enrique Pérez-Cuadrado Robles, del Hospital Saint-Lucen de Bruselas. El cribado “sí está recomendado en la denominada población de alto riesgo, un grupo heterogéneo muy seleccionado de pacientes con mayores posibilidades de desarrollar este tipo de cáncer a lo largo de su vida”.
La herencia genética, principal factor de riesgo
Tener familiares de primer grado afectados por esta enfermedad constituye el factor de riesgo más importante a la hora de incluir a una persona en el cribado. Otros factores son los
quistes de páncreas y factores medioambientales como el
tabaquismo, la
obesidad, y una
dieta rica en grasas y carnes.
La principal dificultad del proceso de cribado es que se detectan con frecuencia lesiones pre-neoplásicas, muchas veces quísticas, en las que es muy difícil determinar su potencial maligno,
llevando en ocasiones a cirugías asociadas a una alta morbimortalidad y que pueden no ser necesarias. “La decisión de entrar en un programa de cribado debe realizarse de forma individualizada desde la consulta”.
Helycobacter Pylori y cáncer gástrico
Por su parte, el cáncer gástrico es la sexta causa de muerte por cáncer en adultos, y menos del 10 por ciento de los diagnósticos son en estadios precoces. La infección por
Helicobacter Pylori, la herencia genética, un
consumo muy elevado de sal, tabaco y alcohol son factores de riesgo.
El cribado de cáncer gástrico está poco investigado y solo se ha implantado en países con alta incidencia como Japón. En España podría ser eficaz, destaca
Eduardo Albéniz, especialista del Servicio de Endoscopia del Complejo Hospitalario de Navarra.
“No hay consenso en las guías de las diferentes sociedades científicas en cuanto a las recomendaciones para realizar un diagnóstico precoz”, señala, destacando que “la combinación de seguimiento endoscópico y serológico podría ser una buena alternativa”.
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