Una
transfusión de sangre sirve para tratar de forma rápida una hemorragia o una anemia graves. En general se utiliza para:
-
Reponer de forma urgente la sangre que se ha perdido como consecuencia de una intervención quirúrgica o de una hemorragia.
-
Recuperar rápidamente la hemoglobina en una anemia importante, por ejemplo tras una rápida destrucción de glóbulos rojos en una anemia hemolítica.
-
Reponer glóbulos rojos que no se fabrican adecuadamente en personas con enfermedades crónicas de la sangre.
Existen formas especiales de transfusión
(transfusiones de plasma o de plaquetas) en las que en lugar de transfundir sangre se transfunde un componente concreto de la misma.
¿En qué consiste una transfusión?
Una transfusión de sangre consiste en la introducción de sangre previamente donada por otra persona por vía intravenosa. Puede transfundirse en forma de:
-
Sangre total. Es la transfusión de todas las células de la sangre junto con el plasma sanguíneo. Se pone en casos de hemorragia grave en los que hay que reponer células sanguíneas junto a líquido.
-
Concentrado de hematíes. Es un preparado que consiste principalmente en glóbulos rojos de la sangre con una pequeña cantidad de líquido. Se pone cuando existe una anemia en la que lo importante no es recuperar líquido sino células sanguíneas.
-
Concentrado de plaquetas. Se inyecta en pacientes con plaquetas bajas (trombopenia).
-
Plasma. Es el componente líquido de la sangre sin sus células (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas). Se transfunde cuando se precisa reponer componentes de la sangre que no son células, como por ejemplo factores de la coagulación en pacientes con enfermedades hereditarias de la coagulación sanguínea (como las hemofilias), o cuando hay un sangrado porque el hígado no funciona bien o por un exceso de sintrom.
Para realizar una transfusión se requiere compatibilidad en el grupo sanguíneo y en el Rh entre la persona que dona y la que recibe la sangre. Los grupos sanguíneos pueden ser A, B o 0 (este último no tiene ninguna incompatibilidad) y pueden ser Rh+ o Rh- (este último no tiene ninguna incompatibilidad).
Los grupos sanguíneos y el Rh de una persona son hereditarios (dependen de los progenitores). Siempre se recibe un grupo sanguíneo de la madre y otro del padre, al igual que un Rh:
-
Si se recibe un grupo A de un progenitor y otro B del otro, el hijo tendrá el grupo AB.
-
Si se recibe un A de un progenitor y un A del otro, o un A de uno y un 0 del otro, el hijo tendrá el grupo A.
-
Del mismo modo, si se recibe un grupo B de un progenitor y un grupo B del otro, o si se recibe un grupo B de uno y un grupo 0 del otro, el hijo tendrá el grupo B.
-
Por último, se necesita recibir el 0 de ambos progenitores para ser grupo 0.
-
En cuanto al Rh, se es Rh+ siempre que se reciba un gen Rh+ de uno de los progenitores o de ambos. Para ser Rh- se necesita recibir Rh- de ambos progenitores.
En función del grupo sanguíneo y del Rh que seamos, podremos donar sangre a una determinada persona o podremos recibir sangre de una determinada persona:
-
Las personas que son del grupo 0 pueden donar sangre a todos los demás (donante universal) siempre que exista también compatibilidad Rh. Las personas del grupo 0, sin embargo, sólo pueden recibir sangre de otra persona que sea 0.
-
Las personas del grupo A pueden donar sangre sólo a los A y a los AB, no a los B ni a los 0, y pueden recibir sangre de los A y de los 0, pero no de los B ni de los AB.
-
Las personas del grupo B pueden donar sangre a los B y a los AB, pero no a los A ni a los 0, y pueden recibir sangre de los B y de los 0, pero no de los A ni de los del AB.
-
Por último los AB pueden recibir sangre de los grupos A, B y 0, es decir de todo el mundo (receptor universal), pero no pueden donar sangre a nadie, salvo que sean también AB.
-
Además de la compatibilidad del grupo sanguíneo, los Rh- pueden donar a todo el mundo pero sólo pueden recibir sangre de otras personas Rh-, mientras que los Rh+ pueden recibir de Rh+ y de Rh- pero solo donar a otros Rh+.
Actualmente, cuando se programa algún tipo de intervención quirúrgica donde se sabe que se va a perder sangre, el paciente puede donar su propia sangre la cual se almacena y se reinyecta posteriormente cuando se precise, lo que se denomina autotransfusión.
En general antes de proceder a una transfusión sanguínea la sangre se “cruza”, es decir, se comprueban las características de la sangre del paciente que va a recibir la transfusión con la sangre del donante para ver si existe algún tipo de incompatibilidad, dado que se sabe que existen algunas reacciones transfusionales incluso entre individuos compatibles en cuanto al grupo sanguíneo y el Rh.
Contraindicaciones
Además de las incompatibilidades de grupo sanguíneo y Rh, hay personas que han tenido reacciones transfusionales, incluso con personas compatibles en grupo sanguíneo y en Rh, por motivos desconocidos. En general, las reacciones transfusionales son más frecuentes cuantas más transfusiones se hayan recibido.
¿Cómo se realiza una transfusión?
Para proceder a una transfusión se debe colocar una vía sanguínea al paciente que la va a recibir. La transfusión se debe pasar más o menos rápida en función de la gravedad y de la situación clínica del paciente. En pacientes con insuficiencia cardiaca la transfusión debe realizarse lentamente para no sobrecargar al corazón.
Efectos adversos
Actualmente la sangre que se transfunde se analiza previamente para descartar cualquier tipo de infección y evitar así que la infección pueda ser trasmitida a la persona que la recibe.
Las reacciones transfusionales pueden consistir en fiebre, escalofríos, malestar general, dificultad respiratoria y taquicardia, sin que tengan que llegar a ser muy graves. Sin embargo, en algunas ocasiones pueden poner en peligro la vida de la persona que recibe la sangre.
En pacientes cuyo corazón está algo dañado, generalmente ancianos o personas con insuficiencia cardiaca crónica, la sobrecarga de líquido que supone una transfusión puede hacer que aparezca un episodio de insuficiencia cardiaca aguda, con dificultad grave para respirar. Por ello en estos pacientes se recomienda realizar la transfusión de forma muy lenta y, en ocasiones, poniendo tratamiento con medicinas para orinar (diuréticos) antes o después de poner la sangre.
Las tranfusiones repetidas, si son muy frecuentes (por ejemplo en pacientes con anemias crónicas que solo pueden tratarse con transfusiones), pueden producir una sobrecarga de hierro, una enfermedad conocida como hemocromatosis adquirida.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.