La
tos ferina es una
enfermedad infecciosa que afecta al aparato respiratorio y que se caracteriza por tos sin causa aparente de más de dos semanas de duración, con alguna de las siguientes características:
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Presentación de forma episódica, en forma de accesos de tos intensos.
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Emisión de un sonido característico (estridor) al inhalar el aire.
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Vómitos tras la tos.
Aunque se piensa en ella como una enfermedad de la infancia, puede afectar a todas las edades, y se va identificando cada vez más como una causa de tos crónica o prolongada en adolescentes y adultos. Afecta fundamentalmente a lactantes menores de 4 meses que todavía no han recibido la vacunación completa. El aumento de casos en adolescentes y en adultos se debe probablemente a la desaparición progresiva de las defensas proporcionadas por la vacunación. La tos ferina se puede padecer más de una vez, aunque las posibilidades de contraerla son menores en los vacunados.
¿Cuáles son las causas de la tos ferina?
La tos ferina es una infección producida por una bacteria llamada
Bordetella pertussis.
¿Cómo se contagia la enfermedad?
El contagio de la tos ferina se realiza desde el paciente enfermo al sujeto sano a través del aire, al toser, estornudar, etc. Muchos niños pequeños se contagian de sus padres, hermanos mayores o cuidadores, que pueden no saber que tienen la enfermedad y que actúan como reservorio de la misma infectando a los niños.
¿Qué síntomas produce la tos ferina?
En general la sintomatología y la gravedad de la tos ferina dependen del estado vacunal y del tiempo transcurrido desde la última vacunación. No todos los niños con tos ferina presentan la forma clásica, debido a vacunaciones incompletas o a poca edad (niños muy pequeños). Aunque casi siempre existe tos, el estridor solo aparece en la mitad de los casos.
El tiempo que transcurre desde que se adquiere la enfermedad hasta que aparecen los síntomas (período de incubación) es de 7 a 10 días. Los pacientes son más contagiosos durante la primera fase de la enfermedad.
La tos ferina clásica se observa con mayor frecuencia en niños en edad escolar. Su nombre chino es “la enfermedad de los 100 días” y describe perfectamente la evolución de la misma; consta de tres fases:
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Fase catarral. Se caracteriza por síntomas similares a los de un catarro común (lagrimeo, aumento de la secreción nasal, fiebre menor de 38 °C y malestar general) que duran 1-2 semanas. Es el periodo más contagioso.
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Fase paroxística. La tos se hace más frecuente y se produce de forma violenta durante la espiración, en accesos de 5 a 10 golpes de tos que pueden llegar a vaciar el aire de los pulmones. La entrada (inspiración) forzada de aire tras un acceso de tos produce un sonido característico llamado estridor. Es frecuente vomitar después de los accesos de tos. Los accesos pueden desencadenarse por el ejercicio, las temperaturas bajas, al comer, al bostezar, al reír o por contacto físico. Durante los accesos de tos puede observarse dilatación de las venas del cuello, ojos saltones, lengua prominente y coloración azulada de la piel. La frecuencia de los accesos de tos es variable, desde varios por hora hasta 5 a 10 en todo el día. Los episodios empeoran por la noche y pueden alterar el sueño. No suele producirse fiebre y el estado general entre acceso y acceso es de normalidad. Esta fase dura de 2 a 6 semanas y es cuando se producen la mayor parte de las complicaciones.
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Fase de convalecencia. La tos se hace menos intensa y los accesos y el estridor desaparecen lentamente. La tos residual puede persistir durante meses, especialmente con el esfuerzo físico o con los irritantes respiratorios.
Los síntomas pueden ser diferentes en los lactantes. El primer signo puede consistir en periodos de interrupción completa de la respiración de menos de 10 segundos de duración (apnea). Tienen tos (no suelen presentar el estridor), respiración entrecortada y rápida y dificultades para alimentarse. Están más expuestos al daño del Sistema Nervioso Central (como resultado de la falta de oxígeno) y a la aparición de una neumonía.
En adultos y adolescentes, la tos ferina se suele presentar como una enfermedad más leve con tos seca persistente, que suele comenzar como un catarro común. En general, los adolescentes y los adultos no presentan estridor ni vómitos con la tos, aunque pueden experimentar accesos de tos intensos. La tos puede persistir durante muchas semanas y meses.
¿Cuáles son sus complicaciones?
Las complicaciones importantes de la tos ferina son más frecuentes en los lactantes y en los niños pequeños debido a que no han recibido todavía la pauta completa de la vacunación. La mitad de los niños menores de un año que contraen la enfermedad precisan ser hospitalizados. Cuanto menor es el niño más probabilidades tiene de requerir hospitalización. Las complicaciones posibles incluyen:
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Disminución del nivel de oxígeno en sangre.
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Interrupción completa de la respiración de menos de 10 segundos de duración (apnea).
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Neumonía. Es la complicación más frecuente; se produce en 1 de cada 5 niños con tos ferina.
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Otitis media.
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Sinusitis.
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Convulsiones, se producen en 1 de cada 100 niños con tos ferina.
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Daño cerebral (encefalopatía) probablemente debida a la falta de oxígeno; se produce en 1 de cada 300 niños con tos ferina.
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Desnutrición por la dificultad para alimentarse y por los vómitos.
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Complicaciones debidas al aumento de presión dentro del pulmón durante los accesos de tos:
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Presencia de aire en la pleura (neumotórax), aire bajo la piel (enfisema subcutáneo), entre los pulmones (neumomediastino) o en los tejidos (enfisema intersticial) y rotura de costillas.
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Sangrado nasal y/o pequeñas lesiones de color rojo (petequias) en la cara.
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Hernias abdominales e inguinales, prolapso rectal e incontinencia urinaria.
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Ojo rojo por hemorragias retinianas y subconjuntivales.
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Muerte, se produce en 1 de cada 100 niños con tos ferina.
¿Cómo se diagnostica la tos ferina?
El diagnóstico de sospecha no es difícil cuando se producen los síntomas clásicos de la tos ferina. Cuando la presentación es atípica (sobre todo en adolescentes y en adultos) puede ser más difícil diferenciarla de otras infecciones respiratorias; siempre debe sospecharse cuando la tos persiste durante más de 14 días (independientemente del estado vacunal). Se debe intentar obtener la confirmación del laboratorio en todos los casos, lo que puede llevar de días a semanas. Se realiza cultivando las secreciones obtenidas desde la nariz o la garganta mediante una torunda. En muchos casos los resultados son negativos debido a que, en general, se realizan cuando se ha comenzado a tratar con antibióticos.
¿Cuál es el pronóstico de los afectados?
La mayoría de los casos de tos ferina evolucionan bien, con recuperación completa. Las complicaciones graves y la mortalidad se limitan prácticamente a los lactantes. Los niños pequeños tienen más probabilidades de precisar hospitalización que los más mayores.
¿Cuál es el tratamiento de la tos ferina?
La tos ferina se trata con
antibióticos. Los antibióticos tomados desde el principio disminuyen el contagio y reducen la duración de la enfermedad. Es muy importante comenzar con el tratamiento antibiótico lo antes posible; el problema es que la mayoría de los pacientes no acuden al médico hasta la fase paroxística y, en ese momento, pueden haber transcurrido una o dos semanas desde el comienzo de la enfermedad. El tratamiento antibiótico tardío no reduce la duración de la enfermedad aunque puede disminuir el contagio.
Se debe tratar con antibióticos a todos los niños con síntomas de tos ferina, confirmada o no por el laboratorio. También se debe tratar a los niños en los que las pruebas de laboratorio hayan sido positivas a tos ferina aunque no tengan síntomas en el momento de la confirmación de los resultados.
Los adolescentes y los adultos con sospecha de tos ferina deben comenzar con el tratamiento antibiótico en cuanto se les tomen las muestras para el análisis de laboratorio.
Es imprescindible emplear medidas de soporte como mantener un ambiente tranquilo, evitar los irritantes, humidificar el ambiente e hidratar y nutrir adecuadamente al enfermo.
Los medicamentos para la tos no son útiles en la tos ferina y pueden producir efectos adversos, especialmente en menores de 4 años.
Los niños muy pequeños pueden precisar el ingreso en el hospital para observar su evolución detenidamente. Las indicaciones de ingreso hospitalario en niños con sospecha de tos ferina son:
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Dificultad respiratoria moderada o marcada (respiración entrecortada y rápida, aleteo nasal, movimiento de los músculos hacia adentro entre las costillas, retención de aire en los pulmones, etc.).
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Neumonía.
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Interrupción completa de la respiración de menos de 10 segundos de duración (apnea) y/o coloración azulada de la piel con o sin tos.
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Convulsiones.
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Menor de 3 meses de edad.
¿Puede prevenirse el contagio?
La vacuna puede prevenir la tos ferina o disminuir su gravedad. Es muy eficaz pero no previene en el 100 % de los casos y su protección no dura toda la vida, va desapareciendo con los años (raramente perdura más de 12 años).
Se administra combinada con la del tétanos y la de la
difteria. El Calendario Vacunal Español recomienda vacunar a los 2, 4, 6 y 15-18 meses, con dosis de recuerdo a los 4-6 años y a los 11-14 años (6 dosis en total).
La vacuna puede combinarse como:
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DTPa: Difteria, tétanos y tos ferina.
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Tdpa: Difteria, tétanos y tos ferina presentadas con menor dosis para difteria y tos ferina. Se utiliza como dosis de recuerdo.
Las guías americanas recomiendan administrar una dosis de recuerdo a todos los adultos especialmente a los que tengan que tener contacto muy próximo con niños menores de un año, independientemente del tiempo transcurrido desde la última vacunación de tétanos y/o difteria. La dosis de recuerdo es apropiada incluso en los pacientes que han sufrido un episodio reciente de tos ferina.
Los contactos domésticos de un enfermo con tos ferina deben recibir una dosis de recuerdo y tratamiento antibiótico durante 10-14 días, independientemente de su estado de vacunación.
Los enfermos con tos ferina pueden intentar disminuir el contagio tomando antibióticos y esperando un tiempo antes de reincorporarse a su vida habitual:
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Los niños enfermos deben permanecer en casa hasta completar 5 días de tratamiento antibiótico. Si no han tomado antibiótico deben esperar, al menos 21 días desde el comienzo de los síntomas para volver al colegio.
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Los adolescentes y los adultos con tos ferina deben permanecer en casa y evitar el contacto con niños pequeños hasta completar 5 días de tratamiento antibiótico.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.