La
obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. España es uno de los países europeos con una
mayor prevalencia de obesidad infantil.
La frecuencia de obesidad infantil está aumentando a un ritmo alarmante. En el año 2010 había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones vivían en países en desarrollo.
El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades asociadas son, en gran medida, prevenibles. Por consiguiente, hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.
La doble carga: un riesgo grave
Muchos países de bajos y medianos ingresos se enfrentan en la actualidad a una “doble carga” de morbilidad: por un lado, siguen debatiéndose con el problema de las
enfermedades infecciosas y de la subnutrición, pero al mismo tiempo están sufriendo un rápido aumento de los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como la obesidad y el sobrepeso, especialmente en el medio urbano. No es raro que en un mismo país, comunidad u hogar coexistan lado a lado la subnutrición y la obesidad.
Esta doble carga es causada por una
nutrición inadecuada durante el periodo prenatal, la lactancia y la infancia, seguida de una exposición a alimentos ricos en grasas y calorías y pobres en micronutrientes, así como de una falta de actividad física a medida que el niño va creciendo.
Los expertos calculan que el 80% de los niños y adolescentes obesos continuarán siéndolo cuando lleguen a adultos si no se adoptan las medidas oportunas.
¿Qué son el sobrepeso y la obesidad?
El sobrepeso y la obesidad se definen como una
acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Para evaluarla, el médico llevará a cabo un examen físico y hará preguntas acerca de la historia clínica, los hábitos alimentarios y la rutina del ejercicio del niño.
¿Cómo se diagnostican?
El diagnóstico requiere de varios aspectos:
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El médico debe hacer una historia clínica informándose sobre el peso y la talla del niño en el momento del nacimiento, el tipo de lactancia recibido, el calendario de administración de alimentos lácteos, aspectos sobre su desarrollo, historia de traumatismos, intervenciones quirúrgicas o enfermedades que obligaron a períodos de reposo prolongado. Deberá valorar también su actividad física y el tipo de deportes que prefiere, su carácter, sus relaciones familiares y escolares, su rendimiento escolar y la aceptación que el propio niño, sus compañeros y la familia tienen de la obesidad. También anotará cuidadosamente el peso de los padres y de sus hermanos, así como los hábitos dietéticos de la familia. Recogerá también los antecedentes familiares de diabetes, hipertensión, gota, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
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Examen físico. La obesidad infantil se define en función de los valores del índice de masa corporal (IMC) referidos a cada edad y sexo. El IMC es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla. Se calcula dividiendo el peso de una persona (en kilos) por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). La definición de la OMS es la siguiente:
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Un IMC igual o superior a 25 kg/m2 determina sobrepeso.
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Un IMC igual o superior a 30 kg/m2 determina obesidad.
El riesgo de contraer las enfermedades asociadas a la obesidad se incrementa con el aumento del IMC.
Entre los 0 y los 5 años, los patrones de crecimiento infantil de la Organización Mundial de la Salud, presentados en abril de 2006, incluyen las determinaciones que indican sobrepeso y obesidad en lactantes y niños de hasta 5 años.
Entre los 5 y los 19 años la OMS ha elaborado también datos de referencia sobre el crecimiento.
El examen físico también debe incluir aspectos relacionados con el riesgo cardiovascular, como la medida de la tensión arterial. En relación con los factores de riesgo cardiovascular, la distribución de la grasa corporal parece más importante que la cantidad de grasa total. Por ello se debe de medir el diámetro de la cintura para determinar si el acúmulo graso se produce preferentemente a nivel abdominal. Aquellos niños que presenten obesidad y una medida de la circunferencia de la cintura superior al percentil 75, tendrían un mayor riesgo futuro de desarrollar diabetes y complicaciones cardiovasculares.
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Análisis. Se deben realizar análisis de sangre dirigidos a evaluar el riesgo cardiovascular y la posible presencia de diabetes o glucosa basal alterada, ambas frecuentes en niños obesos. Para ello se debe medir en sangre la concentración de glucosa, insulina, colesterol, triglicéridos y, si fuera el caso, un estudio de hormonas.
¿Cuáles son las causas del sobrepeso y de la obesidad en la infancia?
Las causas de la obesidad en la infancia son
muy variadas y están influidas por:
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Genética y ambiente. La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, determinada por la interacción de factores heredados (genéticos), biológicos, socioeconómicos, conductuales y ambientales. Se ha identificado la participación de 600 genes, marcadores y regiones cromosómicas, asociados o ligados a la presencia de obesidad. La obesidad causada por enfermedades producidas por la alteración en un único gen (mutaciones genéticas) es infrecuente (en torno al 5 %) y cursa con clínica grave y muy precoz, que debe ser evaluada en centros hospitalarios.
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Factores ambientales. Los factores ambientales asociados a la obesidad están ligados al cambio en los hábitos alimentarios y a la disminución de la actividad física que se viene observando a lo largo de los años a estas edades. Se trata por tanto de un desequilibrio entre la ingesta calórica (lo que se come) y la actividad física (el gasto calórico o lo que se quema). El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantiles es atribuible a varios factores, tales como:
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El cambio mundial en el tipo de dieta, con un aumento del consumo de alimentos hipercalóricos, con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
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La tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.
La OMS reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta desequilibrada y a la escasa actividad física, pero no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino también y cada vez más, con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.
El problema es social y por consiguiente requiere un enfoque poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.
Al contrario que la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.
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Diversas enfermedades. La obesidad puede ser secundaria a algunas enfermedades poco frecuentes como el hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing, el déficit de hormona de crecimiento y el daño hipotalámico, entre otras.
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Medicamentos. Pueden favorecer el desarrollo de obesidad el tratamiento con corticoides, con fármacos antipsicóticos y algunos antiepilépticos.
Períodos de riesgo durante la edad pediátrica
Existen varios periodos críticos relacionados con el aumento del riesgo de obesidad en la infancia y con el riesgo de obesidad y del desarrollo de enfermedades asociadas en la edad adulta. Estos son:
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Período fetal. Varios estudios proponen que algunas circunstancias que ocurren durante el embarazo conducen a una programación anormal del desarrollo de los órganos y aparatos, que se manifestará a lo largo de la vida. Se ha encontrado una relación entre bajo peso al nacimiento y mayor posibilidad de enfermedad cardiovascular en la edad adulta. El sobrepeso y la obesidad materna se asocian también con obesidad en el hijo en la edad adulta, e incluso con sobrepeso ya en la edad infantil. Otras circunstancias que ocurren durante la vida fetal pueden tener efectos sobre la aparición posterior de obesidad; así, varios estudios han documentado la asociación entre el tabaquismo durante el embarazo y el sobrepeso en la infancia.
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Primer año de vida. El peso del recién nacido y la alimentación en esta etapa tienen influencia en el exceso de peso durante la infancia y la adolescencia. Los niños alimentados con lactancia materna tienen menor riesgo de desarrollar obesidad que los lactados artificialmente, y este efecto protector podría ser mayor cuanto más tiempo dure la lactancia materna. Además, el lactante alimentado al pecho tiene más capacidad para autorregular su alimentación que el que recibe fórmula. La peor situación metabólica relacionada con el desarrollo de obesidad se presenta en los recién nacidos de bajo peso que ganan rápidamente peso durante el período de lactancia. Así mismo, se demuestra una mayor ganancia ponderal en los lactantes en los que se introduce la alimentación complementaria antes de los 4-6 meses de vida, que además se correlaciona con una menor duración de la lactancia materna. Por otra parte, la ingesta proteica es considerablemente superior en los lactantes con lactancia artificial y en aquellos en los que hay una introducción precoz de la alimentación complementaria, lo que favorece una mayor ganancia de peso.
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Rebote adiposo. Normalmente, las cifras del IMC disminuyen a partir del primer año de vida hasta los 5 o 6 años de edad, en que aumentan de nuevo. A este aumento del IMC se le denomina rebote adiposo. Numerosos estudios han relacionado el adelanto de éste con el desarrollo de obesidad.
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Adolescencia. Supone otra de las etapas de riesgo; la probabilidad que tiene un niño obeso de convertirse en adulto obeso aumenta del 20% a los 4 años a un 80 % en la adolescencia.
¿Por qué son importantes el sobrepeso y la obesidad infantiles?
La obesidad infantil se asocia a una
mayor probabilidad de muerte y
discapacidad prematuras en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer enfermedades no transmisibles a edades más tempranas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
El riesgo de la mayoría de las enfermedades asociadas a la obesidad depende en parte de la edad de inicio y de la duración de la obesidad. La obesidad en la infancia y la adolescencia tienen consecuencias para la salud tanto a corto como a largo plazo. Las consecuencias más importantes del sobrepeso y la obesidad infantiles, que a menudo no se manifiestan hasta la edad adulta, son:
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Glucosa (azúcar) alta en la sangre o diabetes.
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Presión arterial alta (hipertensión arterial).
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Colesterol y triglicéridos elevados en la sangre.
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Desarrollo de enfermedad coronaria (infarto o angina de pecho), insuficiencia cardíaca congestiva o ictus a edades posteriores.
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Problemas óseos y articulares. El mayor peso ejerce presión en los huesos y en las articulaciones. Esto puede llevar al desarrollo de artrosis, una enfermedad que causa dolor y rigidez articular.
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Aparición de síndrome de apnea del sueño. Esto puede causar fatiga diurna o somnolencia, atención deficiente y problemas en el trabajo.
Otras complicaciones asociadas a la obesidad infantil son:
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Muchos trastornos del comportamiento alimentario, como la bulimia y la anorexia, también pueden estar relacionados inicialmente con el sobrepeso.
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Un escaso aporte de fibra, debido a una dieta inadecuada, y la escasez de actividad física pueden originar estreñimiento infantil.
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El exceso de peso supone una sobrecarga para los huesos y el aparato locomotor, disminuye la tolerancia al ejercicio físico, y provoca problemas respiratorios.
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Las niñas obesas son más propensas a no tener períodos menstruales regulares.
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Los niños obesos con frecuencia tienen baja autoestima. Ellos son más propensos a ser fastidiados o intimidados y pueden tener dificultad para hacer amigos.
¿Cómo combatir el sobrepeso y la obesidad infantil?
El sobrepeso y la obesidad son en gran medida prevenibles. Se acepta que la prevención es la opción más viable para poner freno a la epidemia de obesidad infantil, dado que las prácticas terapéuticas actuales se destinan en gran medida a controlar el problema, más que a la curación. El objetivo de la lucha contra la epidemia de obesidad infantil consiste en lograr un
equilibrio calórico que se mantenga a lo largo de toda la vida.
Es muy importante que la familia se involucre en este cambio de hábitos de vida, procurando realizar las principales comidas juntos cuando sea posible, y participando en los deportes y otras actividades con el niño.
Los objetivos en el tratamiento de la obesidad infantil se establecen a largo plazo, ya que es conveniente que la pérdida de peso sea lenta y progresiva y lo que se persigue, además de eliminar el sobrepeso, es establecer un estilo de vida saludable, basado en una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico.
¿Cómo se puede prevenir la obesidad y el sobrepeso?
Se deben seguir los siguientes consejos para su prevención:
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Alimentar a los lactantes con leche materna de forma exclusiva hasta los 6 meses de vida.
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Introducir los alimentos complementarios a partir de los 6 meses y mantener la lactancia materna hasta al menos los 2 años o más.
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Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
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Alternar el consumo de carne y pescado, moderando las raciones para poder acompañarlas siempre de guarnición de verduras y hortalizas.
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Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las grasas saturadas (las que proceden de los animales) por las insaturadas (procedentes de aceites vegetales y frutos secos).
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Reducir la ingesta de azúcares y alimentos y bebidas azucaradas.
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Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas.
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Educar para beber agua para saciar la sed, evitando los refrescos y bebidas edulcoradas.
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Promover la educación para una alimentación saludable en los centros escolares.
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Informar de los efectos nocivos del alcohol y el tabaco.
Recomendaciones para la sociedad
Para frenar la epidemia de obesidad infantil es necesario un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas. Los gobiernos, las asociaciones internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado comparten un papel fundamental en la creación de entornos saludables y de condiciones de asequibilidad y accesibilidad de opciones dietéticas saludables para los niños y los adolescentes.
Por consiguiente, el objetivo de la OMS consiste en movilizar a estos organismos e involucrarlos en la aplicación de la Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud.
Las medidas de la OMS contra la obesidad infantil consisten en una estrategia basada en la prevención, que procura obtener una reducción importante de las enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo comunes, en particular evitar una dieta poco saludable y la inactividad física, y en la que se pide a todas las partes interesadas que adopten medidas a nivel mundial, regional y local.
En cada país se deben organizar políticas para apoyar la alimentación sana y la actividad física. También se debe regular la comercialización de alimentos y bebidas no alcohólicas para niños.
La industria alimentaria puede desempeñar una función importante en la
promoción de una alimentación saludable:
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Reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos elaborados.
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Asegurando que todos los consumidores puedan acceder física y económicamente a unos alimentos sanos y nutritivos.
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Poniendo en práctica una comercialización responsable.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.