El
síndrome metabólico consiste en la
agrupación de una serie de alteraciones metabólicas (elevación de la glucosa y los triglicéridos, descenso del colesterol bueno, aumento de la presión arterial y
obesidad de predominio abdominal) en una determinada persona. Estas alteraciones confieren a esa persona un mayor riesgo para desarrollar complicaciones cardiovasculares y diabetes.
Es una enfermedad muy frecuente, más habitual en personas de edad avanzada, que aumentará todavía más en los próximos años.
¿Cuáles son las causas del síndrome metabólico?
Las causas del síndrome metabólico son complejas y no bien entendidas. Probablemente ocurre en personas con alguna
predisposición genética que desarrollan la enfermedad tras aumentar su peso o llevar una vida sedentaria. Más de la mitad de las personas con síndrome metabólico tienen un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2 (es decir, son obesas). Aparentemente la obesidad de predominio intrabdominal (obesidad visceral) está más relacionada con esta enfermedad, probablemente porque la grasa del interior del abdomen es metabólicamente más activa.
Sin embargo no todos los pacientes obesos tienen un
síndrome metabólico y, al contrario, existen personas delgadas con síndrome metabólico. Lo que parece bastante habitual en la mayoría de pacientes con síndrome metabólico es que presentan una alteración que se denomina “resistencia a la insulina”. La insulina es una hormona liberada por el páncreas que está encargada, entre otras acciones, de controlar el nivel de azúcar de la sangre. En los pacientes con síndrome metabólico, la capacidad de la insulina para introducir el azúcar (glucosa) en el interior de las células está alterada, es decir, estos pacientes tienen resistencia a la acción de la insulina, una alteración que puede justificar varias de las alteraciones metabólicas que presentan.
¿Qué síntomas produce el síndrome metabólico?
El síndrome metabólico no produce ningún síntoma. Sin embargo, dadas las alteraciones metabólicas que presentan estos pacientes, tienen un riesgo muy aumentado de presentar las siguientes complicaciones:
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Enfermedad coronaria con desarrollo de infarto de miocardio y angina de pecho.
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Enfermedad cerebrovascular con un riesgo aumentado de tener un ictus o un AIT.
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Enfermedad arterial periférica.
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Diabetes mellitus.
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Hiperuricemia y ataques de gota.
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Síndrome de ovario poliquístico.
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Hígado graso no alcohólico.
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Síndrome de apnea del sueño.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de síndrome metabólico requiere medir la circunferencia de la cintura y la presión arterial y realizar un análisis de sangre que determine la concentración de colesterol-HDL, de triglicéridos y de glucosa. Para que una persona sea diagnosticada de síndrome metabólico debe cumplir al menos 3 de los siguientes 5 criterios:
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Obesidad abdominal. Es decir, obesidad localizada fundamentalmente en la tripa. Se diagnostica si la circunferencia de la cintura (medida a la altura del ombligo) es mayor de 102 cm en varones o de 88 cm en mujeres.
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Presión arterial alta o en el límite alto de la normalidad. Un valor de presión arterial sistólica (máxima) igual o superior a 130 mmHg o de presión arterial diastólica (la minima) igual o superior a 85 mmHg, son criterios de síndrome metabólico.
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Glucosa basal alterada o en el rango de diabetes. Una glucosa (azúcar) en sangre igual o superior a 100 mg/dL o el hecho de recibir tratamiento para la diabetes, es un criterio de síndrome metabólico.
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Colesterol-HDL (colesterol bueno) bajo. Por debajo de 40 mg/dL en varones o de 50 mg/dL en mujeres.
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Triglicéridos altos, 150 mg/dL o un valor superior.
¿Es hereditario?
Existe un mayor riesgo de síndrome metabólico entre familiares, no sólo por la herencia sino también por compartir hábitos de vida similares.
¿Puede prevenirse?
El consumo de una dieta saludable dirigida a mantener un peso ideal y la realización de ejercicio físico habitual reducen la posibilidad de padecer un síndrome metabólico.
¿Cuál es el tratamiento del síndrome metabólico?
El tratamiento del síndrome metabólico es doble. Por una lado la realización de
hábitos de vida saludables dirigidos al control de la obesidad y de la resistencia a la insulina y, por otro lado, si fuera necesario, el tratamiento con
medicinas para controlar los factores de riesgo.
Los
hábitos de vida saludables son:
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Mantener una dieta baja en grasas de origen animal y en azúcares simples.
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Realizar ejercicio físico durante 30 a 60 minutos al menos 4 días por semana. El ejercicio físico debe ser de suficiente intensidad como para que el corazón se acelere y aumenten las pulsaciones.
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Mantener un peso cercano al ideal (un índice de masa corporal cercano a 25 kg/m2). Para ello se debe hacer ejercicio físico y se deben reducir las calorías de la dieta. En algunos casos puede haber indicación de tratamiento farmacológico o incluso de cirugía para reducir la obesidad.
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Abandonar el tabaco si fuera el caso.
El
tratamiento con medicamentos está dirigido a controlar la hipertensión arterial y, si hubiera indicación, a reducir los triglicéridos y/o aumentar el colesterol-HDL. El tratamiento con medicinas que bajan el colesterol (estatinas) podría estar también indicado en muchos de estos pacientes para reducir así el riesgo de presentar una complicación cardiovascular en el futuro.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.