La
preeclampsia es un
trastorno hipertensivo peligroso que afecta a algunas mujeres durante el embarazo. Generalmente ocurre durante la
segunda mitad de la gestación (pasada la semana 20), aunque también puede presentarse antes, durante el parto o en los días inmediatamente posteriores al mismo. Afecta a entre 3 y 8 embarazos de cada 100. En la mayoría de los casos aparece cuando el embarazo está a término, pero en un 10 por ciento se presenta antes de la semana 34.
Las mujeres con preeclampsia sufren un
aumento de la tensión arterial durante el embarazo y tienen niveles elevados de proteínas en la orina. También pueden tener
problemas del hígado, del riñón o cerebrales y sus bebés pueden ser pequeños y no desarrollarse adecuadamente.
Si la preeclampsia
no se trata, puede evolucionar hacia eclampsia, una enfermedad grave que puede poner en riesgo las vidas de la madre y del feto.
¿Cuáles son las causas de la preeclampsia?
Los
vasos sanguíneos que conducen la sangre a la placenta de las mujeres con preeclampsia
suelen ser más pequeños de lo normal. Las anomalías en la formación de estos vasos sanguíneos al comienzo de la gestación desencadenan una cascada de sucesos que pueden dar lugar a la hipertensión y a los demás signos de la enfermedad. Sin embargo, se desconoce la causa última que origina las anomalías en los vasos sanguíneos.
¿Qué mujeres tienen más riesgo de sufrir esta enfermedad?
La preeclampsia es
más frecuente durante el primer embarazo (excluyendo abortos), en adolescentes embarazadas y en mujeres mayores de 35-40 años. Otros factores incluyen:
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Tener hipertensión arterial antes del embarazo.
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Haber tenido una tensión arterial elevada en un embarazo anterior.
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Historia de preeclampsia en un embarazo previo.
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Tener una historia familiar de preeclampsia (madre, hermana, abuela).
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La diabetes.
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Las enfermedades previas del riñón.
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La presencia de obesidad, sobrepeso o síndrome del ovario poliquístico.
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La presencia de lupus eritematoso sistémico.
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Los embarazos múltiples (gemelos, trillizos).
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La presencia de diabetes gestacional.
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Tener antecedentes de recién nacidos pequeños para la edad gestacional.
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Intervalos de tiempo largos entre un hijo y otro.
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Atención prenatal inadecuada.
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Embarazo con una nueva pareja sexual.
¿Cuáles son los síntomas de la preeclampsia?
Los síntomas y los signos de la preeclampsia pueden ser
leves o graves y se deben a la falta de riego a algunos órganos maternos, como son los riñones, el cerebro y el hígado, así como a la placenta.
En la madre
La mayoría de mujeres con preeclampsia no notan nada anormal ya que, por lo general, no produce síntomas, a no ser que sea grave. Tan solo puede detectarse una
tensión arterial moderadamente elevada que la mujer no presentaba antes del embarazo. El primer síntoma puede ser también una
ganancia exagerada de peso en muy poco tiempo, la cual se produce por la aparición de edemas (líquido acumulado debajo de la piel), como consecuencia de pérdida de proteínas por la orina. Los edemas pueden hacer que se hinchen la cara o los párpados. Cuando aparecen
síntomas más graves, estos pueden ser:
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Dolor de cabeza intenso y persistente.
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Alteraciones visuales: visión borrosa, destellos de luz, visión doble, pérdida de visión, etc.
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Orinar con menos frecuencia de lo habitual.
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Náuseas o vómitos intensos.
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Mareo, inestabilidad.
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Dolor de estómago similar al del reflujo.
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Inflamación de la cara, manos, ojos, piernas y pies.
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Sensación repentina de falta de aire producida por un aumento de líquido en los pulmones.
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Convulsiones.
Los
signos de gravedad en la preeclampsia son:
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Tensión arterial ≥ 160/110 mmHg.
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Alteración de la función del riñón (ej: creatinina en sangre > 1,1 mg/dL).
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Disminución de la cantidad de plaquetas de la sangre y/o anemia hemolítica.
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Daño del hígado (elevación de enzimas hepáticas, GOT o/y GPT ≥ 70 UI/mL).
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Edema pulmonar (líquido o encharcamiento de los pulmones) o coloración azulada de la piel (cianosis).
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Proteínas en orina de 24 horas > 300 mg/L.
Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas y signos se debe consultar con el médico. Puede que no se trate de una preeclampsia, pero es importante que el médico esté informado.
En el feto
La disminución de flujo sanguíneo a la placenta puede causar los efectos siguientes:
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Retraso del crecimiento del feto en el interior del útero.
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Disminución del líquido amniótico, detectado por ecografía.
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Disminución de la llegada de sangre al feto a través del cordón umbilical, detectado mediante ecografía doppler.
¿Cómo se diagnostica?
La tensión arterial de la madre puede estar alta desde antes del embarazo (si es hipertensa), o puede empezar a subir durante el mismo. En ambos casos, el seguimiento del embarazo debe ser más cuidadoso que el de las mujeres que tienen la tensión arterial normal. No se puede saber de antemano qué mujeres desarrollarán una preeclampsia y cuáles no. La tensión arterial elevada y la preeclampsia están relacionadas pero existen diferencias entre ambas.
Para detectar los signos de preeclampsia se toma la
tensión arterial y se determinan los
niveles de proteínas en orina de la madre en cada visita prenatal.
Para que se diagnostique una preeclampsia la tensión arterial debe estar elevada; la presión sistólica debe ser igual o superior a 140 mmHg o la diastólica igual o superior a 90 mmHg. Además, las proteínas en orina deben estar elevadas.
Es posible tener elevada la tensión arterial durante el embarazo, pero si las proteínas en orina no están elevadas no se considera preeclampsia.
El tipo y la frecuencia de las
consultas prenatales que se realizan a una mujer con preeclampsia dependen de la gravedad de la misma y del tiempo que quede hasta que el embarazo esté a término (semana 37). Las visitas serán más frecuentes y extensas cuanto más grave sea la preeclampsia y cuanto más tiempo quede hasta la semana 37.
El
bienestar del feto se determina mediante monitorización,
ecografía, doppler y, raramente, mediante amniocentesis.
¿Puede prevenirse?
La preeclampsia no se puede prevenir. Lo mejor que se puede hacer es acudir a todas las consultas prenatales, saber cómo están la presión arterial y las proteínas en orina y conocer los signos de la enfermedad. Cuando se diagnostica a tiempo, su manejo es sencillo.
La cura es dar a luz, pero el objetivo del tratamiento es evitar que se ponga en peligro la vida de la madre y del feto
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Algunos investigadores han sugerido que los
suplementos de calcio pueden ser beneficiosos para prevenir su desarrollo. Actualmente se recomienda el tratamiento con aspirina a dosis bajas en las mujeres con alto riesgo de desarrollar preeclampsia, a partir de la semana 12 de gestación. Los suplementos de vitamina C y de vitamina E no han demostrado tener ninguna eficacia.
¿Cómo se trata la preeclampsia?
La única cura para la preeclampsia es dar a luz. El reposo y la medicación para bajar la tensión arterial no modifican las anomalías existentes en los vasos sanguíneos de la madre, por lo que no pueden evitar la evolución de la enfermedad. El objetivo del tratamiento es prevenir que la preeclampsia pueda poner en peligro las vidas de la madre o del feto antes de la terminación del embarazo.
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Embarazo a término. Si la preeclampsia se diagnostica cuando la fecha de parto está próxima (a partir de la semana 37), se suele inducir el parto y, si no avanza o surgen complicaciones, se practica una cesárea. Los bebés a término no suelen tener riesgo de prematuridad y no suelen precisar cuidados especiales. Así, se minimizan los riesgos que presentaría una progresión de la preeclampsia tanto en la madre como en el hijo.
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Embarazo pretérmino.
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Preeclampsia leve. Si todavía faltan varias semanas para dar a luz y la preeclampsia no es grave, es preferible esperar y dar tiempo al bebé para crecer y madurar. En este caso, los exámenes prenatales serán más frecuentes e incluso puede ser necesario recomendar a la madre un reposo relativo, es decir, dejar de trabajar, dejar de hacer ejercicio y reducir la actividad. No es recomendable hacer reposo absoluto en cama a no ser que sea específicamente recomendado por el médico.
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Preeclampsia moderada. Puede ser necesario el ingreso hospitalario. Es posible que se administren medicinas para prevenir convulsiones (sulfato de magnesio intravenoso), para disminuir la presión arterial y para prevenir otras posibles complicaciones. También puede ser necesario administrar 2 inyecciones de corticoides para acelerar la maduración de los pulmones fetales. El beneficio del tratamiento con esteroides se produce 48 horas después de la primera inyección. El tratamiento se puede prolongar hasta unas semanas después del parto según la gravedad de la preeclampsia.
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Preeclampsia grave. Puede ser necesario inducir el parto aunque el embarazo no esté a término, para proteger la vida de la madre.
Cuando se decide esperar y retrasar el parto, el seguimiento materno-fetal es mucho más cercano. El seguimiento de la madre se realiza determinando su tensión arterial, sus funciones renal y hepática y sus recuentos de plaquetas.
El seguimiento del bebé se hace mediante monitorización. Se le monitoriza la frecuencia cardiaca durante 15-30 minutos que, en condiciones normales, debe estar entre 120 y 160 latidos por minuto y debe tener incrementos periódicos de frecuencia de, al menos, 15 latidos por minuto. Cuando estos incrementos de frecuencia no se observan durante una monitorización de 40 minutos, es preciso realizar pruebas adicionales.
El crecimiento fetal, su bienestar, sus movimientos, el volumen de líquido amniótico y el flujo sanguíneo a través del cordón umbilical se valoran mediante ecografía.
Tras dar a luz, los signos y síntomas de la preeclampsia desaparecen entre 1 y 6 semanas.
¿Se necesitan cuidados especiales tras el parto?
La tensión arterial elevada y las proteínas en orina se suelen normalizar en pocos días tras dar a luz. La hipertensión arterial grave requiere tratamiento antihipertensivo y
algunas mujeres precisan continuar con medicación al ser dadas de alta. Generalmente, la medicación deja de ser necesaria cuando la tensión arterial vuelve a la normalidad, lo que suele ocurrir en seis semanas. Es recomendable
evitar el tratamiento con anti-inflamatorios, los cuales se utilizan para aliviar el dolor, ya que pueden contribuir a que persista la elevación de la tensión arterial.
Las tensiones arteriales que continúan altas 12 semanas después del parto no suelen deberse a la preeclampsia e indican una hipertensión arterial a veces desconocida por la madre. Pueden requerir tratamiento antihipertensivo a largo plazo.
Las mujeres que desarrollan preeclampsias graves antes de que el embarazo esté a término, las que tienen preeclampsias de repetición o hipertensión gestacional, tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares a lo largo de su vida, incluyendo la etapa premenopáusica.
¿Cuál es el riesgo de volver a sufrirla en embarazos posteriores?
La mayor parte de las mujeres que desarrollan una preeclampsia no la vuelven a tener en embarazos posteriores. El riesgo de repetición oscila entre un 5 y un 70 %. Las mujeres con el riesgo más alto son las que desarrollan preeclampsias graves en las que se debe inducir el parto antes de la semana 30 de la gestación. En preeclampsias leves y moderadas, el riesgo de que se repitan es del 5%.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.