Diccionario de enfermedades

Laparoscopia

¿Cuándo se solicita una laparoscopia?
Una laparoscopia sirve para ver el interior del abdomen y de la pelvis. Permite visualizar y tomar biopsias de diferentes zonas, como el hígado, el peritoneo, el bazo, los ovarios, el intestino, el útero, las trompas de Falopio, los ganglios de la cavidad abdominal, etc. Algunas intervenciones quirúrgicas pueden también realizarse mediante laparoscopia, como por ejemplo una extirpación de la vesícula (colecistectomía laparoscópica), una histerectomía (extirpación del útero), una ligadura de trompas, etc.

¿En qué consiste la Laparoscopia?


La laparoscopia consiste en la introducción de un tubo flexible (laparoscopio) en el interior del abdomen, el cual lleva en su punta una luz y una cámara de vídeo. Mientras se introduce, las imágenes son visualizadas en un monitor de televisión. Por el tubo pueden introducirse una pinzas para obtener biopsias.

En la cirugía laparoscópica es necesario introducir, además de la cámara, otras herramientas a traves de otras incisiones que se abren en la pared abdominal.

¿Cuándo se solicita una laparoscopia?


En función del tipo de laparoscopia:
  • Laparoscopia diagnóstica. Se solicita para investigar enfermedades del abdomen o de la pelvis. Pueden ser enfermedades relacionadas con el peritoneo (la capa que recubre por dentro a la cavidad abdominal), el hígado, la vesícula y el bazo o, en mujeres, diversas enfermedades ginecológicas. Generalmente se trata de enfermedades inflamatorias, infecciosas o tumorales, pero también sirve para valorar la presencia de quistes o de adherencias. Una laparoscopia puede determinar la presencia de un embarazo ectópico, ver si existe algún problema anatómico que pueda explicar una esterilidad, o diagnosticar una enfermedad inflamatoria pélvica o una endometriosis. En algunas circunstancias se realiza una laparoscopia después de un traumatismo abdominal (por ejemplo tras un accidente de tráfico), para descartar que se haya dañado alguna zona del interior del abdomen.
  • Cirugía laparoscópica. La laparoscopia es una técnica utilizada también para realizar intervenciones quirúrgicas, como extirpar un riñón, un ovario, la vesícula, el útero, el bazo, la cirugía bariátrica, etc.

¿Cómo debe prepararse el paciente para una laparoscopia?


La laparoscopia generalmente se realiza con anestesia general aunque también puede realizarse con otro tipo de anestesia, como la epidural. Por ello, se debe permanecer en ayunas al menos 8 horas, no pudiendo haber ingerido comida durante este periodo. No se debe beber ningún líquido desde 2 a 4 horas antes. Muchas veces se recomienda al paciente la colocación de un enema para limpiar al máximo el interior del intestino. Se debe disponer de un análisis de coagulación para que, en caso necesario, puedan realizarse biopsias sin riesgo de sangrado. Los pacientes deben acudir el día de la prueba sin lentes de contacto ni dentadura postiza.



¿Existe alguna contraindicación para la realización de una laparoscopia?


El médico que realiza la  laparoscopia debe conocer las enfermedades importantes y las medicaciones que toma el paciente para poder determinar si la prueba está indicada o no. Dado que se hace con anestesia se deben especificar posibles alergias a anestésicos. En pacientes tratados con medicinas que dificultan la coagulación de la sangre (aspirina u otros antiagregantes o anticoagulantes), estas deben ser retiradas con anterioridad. En pacientes que han sido operados previamente del abdomen, o que hayan recibido radioterapia, puede existir tejido fibroso que dificulte la entrada del laparoscopio por lo que este aspecto debe ser comunicado al médico.

¿Cómo debe realizarse la laparoscopia?


La laparoscopia se realiza con anestesia general o epidural. Antes de empezar se coloca una vía venosa para administrar líquidos y medicación.

Si se realiza con anestesia general, el paciente es intubado (se le introduce un tubo por la boca) para ayudarle con la respiración durante la anestesia y se le pone una sonda urinaria para recoger la orina. En mujeres en las que se va a realizar una laparoscopia para valorar una enfermedad ginecológica, puede introducirse un tubo por la vagina hasta el interior del útero para poderlo mover y mejorar así la visión con el laparoscopio.

Una vez realizados estos pasos se procede a desinfectar toda la zona del abdomen. La prueba en sí comienza con una incisión con un bisturí, generalmente por debajo del ombligo, a través de la cual se introduce un tubo metálico. Posteriormente se inyecta un gas, dióxido de carbono, que permite separar bien todos los órganos abdominales entre sí mejorando así su visualización. A través de ese tubo se introduce posteriormente el laparoscopio, un instrumento flexible que se desplaza por el interior del abdomen. En ocasiones, dependiendo de lo que se desee hacer, puede ser necesario abrir otras incisiones en el abdomen para introducir otro tipo de instrumental que ayude a visualizar mejor la zona o a obtener biopsias. Tras finalizar la prueba se retiran los instrumentos y se dan puntos de sutura en la incisión. La prueba suele durar 60 minutos aunque puede ser más prolongada.

¿Existe algún efecto adverso en una laparoscopia?


La laparoscopia puede tener diversas complicaciones aunque son infrecuentes. Puede haber sangrado en las zonas donde se toman biopsias. También puede haber una infección de los puntos o, muy raramente, una infección grave del abdomen (peritonitis). A veces al introducir o mover el laparoscopio por el interior del abdomen puede dañarse el hígado, el bazo, el intestino o una vena o arteria, complicaciones que pueden ser graves.

¿Existe algún cuidado posterior a la laparoscopia?


En la mayoría de ocasiones el paciente puede irse a casa acompañado por otra persona tras finalizar la laparoscopia y despertar de la anestesia. Suele haber somnolencia tras despertar de la anestesia. Puede haber dolor o molestias en la zona de los puntos durante unos días. También puede haber molestias en el hombro durante unos días porque el gas inyectado puede irritar al diafragma, irritación que se manifiesta por dolor a dicho nivel. Ambas molestias mejoran con la toma de analgésicos. No es conveniente realizar ejercicios vigorosos en los días posteriores.

La presencia de fiebre, dolor importante en el abdomen, dificultad respiratoria, mareo, caída de la presión arterial o sangrado por la herida requiere consulta inmediata con el médico o el Servicio de Urgencias.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.