La fiebre es una alteración frecuente que se observa en múltiples situaciones, no tratándose de una enfermedad en sí misma. La temperatura corporal normal se mantiene entre 36,5º C y 37,5º C. Se considera que existe fiebre cuando la temperatura es superior a:
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38º C medida en el recto.
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37,5º C medida en la boca.
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37,2º C medida en la axila.
Hasta aproximadamente 38º C se denomina febrícula, y fiebre franca por encima de este valor. En general la temperatura es algo mayor por la tarde que por la mañana. En las mujeres fértiles (antes de la menopausia), la temperatura suele ser mayor en la segunda parte del ciclo menstrual. La temperatura también puede elevarse si hace mucho calor en el ambiente, después de haber estado mucho tiempo al sol, tras una comida o tras haber realizado un ejercicio intenso.
La fiebre elevada puede acompañarse de dolor de cabeza, tiritona, sudoración y malestar general. Además, la fiebre se acompaña frecuentemente de pérdida de líquidos, tanto a través del sudor como a través de la respiración, por lo que puede llevar a la deshidratación si los líquidos no se reponen.
¿Cuáles son sus causas de la fiebre en adultos?
Las causas de fiebre son múltiples. Las más frecuentes son:
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Enfermedades infecciosas. Son, con mucha diferencia, la causa más habitual de fiebre. Puede aparecer fiebre en el contexto de una gripe, una gastroenteritis, una neumonía, una bronquitis, una infección de orina, etc. Otras enfermedades infecciosas menos frecuentes también se caracterizan por fiebre, como la endocarditis, la fiebre de Malta, la fiebre tifoidea, la tuberculosis, el paludismo y muchas más.
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Enfermedades inflamatorias. Dentro de ellas se incluyen la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la arteritis de la temporal, la enfermedad de Crohn, etc. Se caracterizan por la presencia de fiebre habitualmente asociada a otros síntomas.
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Tumores y cánceres. Muchos cánceres pueden producir fiebre, como los linfomas, los cánceres de pulmón, de riñón, de colon, etc.
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Otras causas. La fiebre puede también ser debida a la toma de algunas medicinas, a enfermedades hereditarias, a un ataque de gota, etc.
¿Cómo se diagnostica?
En la mayoría de las situaciones en las que existe fiebre el diagnóstico es evidente por la presencia de otros síntomas o signos, por ejemplo la fiebre asociada a una gripe.
En algunas ocasiones, sin embargo, la fiebre puede ser la única manifestación de la enfermedad, lo que habitualmente requiere la observación y la realización de pruebas complementarias más específicas, como análisis de sangre y orina, radiografías, ecografías, etc.
Cuando la fiebre se prolonga en el tiempo sin llegarse a ningún diagnóstico se la denomina
fiebre de origen desconocido y requiere realizar estudios especiales.
¿Cuál es el tratamiento de la fiebre en adultos?
Si la fiebre es moderada y no produce ningún síntoma no tiene porqué administrarse ningún tratamiento. No existe ninguna evidencia de que el hecho de bajar la fiebre favorezca o enlentezca la curación de la enfermedad que la produce, por ejemplo de una infección vírica.
En ocasiones, cuando existe una infección por bacterias, puede ser conveniente no “tapar” la fiebre administrando
antipiréticos, dado que la fiebre es la que nos indica la eficacia de un determinado tratamiento antibiótico.
Sin embargo, la fiebre aumenta el consumo de oxígeno, y por ello debe ser tratada si es muy alta en pacientes con problemas respiratorios (pacientes con insuficiencia cardiaca, insuficiencia respiratoria, etc.), con problemas neurológicos y en personas con importante afectación de su estado general. En estas circunstancias:
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Se debe evitar taparse o abrigarse.
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Deben utilizarse antipiréticos y/o anti-inflamatorios. Los tratamientos de elección son la aspirina, el paracetamol, el metamizol o anti-inflamatorios, como el ibuprofeno o el naproxeno. Cada una de estas medicinas puede tomarse cada 6 u 8 horas. Si con una de ellas no baja la fiebre, se puede asociar otra entre medias. Por ejemplo, se puede administrar 1 gramo de paracetamol cada 8 horas y, si la temperatura no ha bajado o sube antes de que transcurran las 8 horas, se pueden administrar entre medias 200 o 400 mg de ibuprofeno. En pacientes que no toleren la vía oral, por ejemplo por vómitos, pueden administrarse estos fármacos por vía parenteral (por la vena) o por vía rectal en forma de supositorios. La aspirina está contraindicada en niños y adolescentes con enfermedades por virus dado que puede producir un daño grave del hígado (síndrome de Reye).
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Si la fiebre no cede adecuadamente con medicinas, puede ser conveniente poner compresas frescas (no frías) en la frente, cuello, axilas, ingles o brazos y/o proceder a un baño de agua templada, no fría.
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Dado que la fiebre favorece la deshidratación se deben administrar abundantes líquidos (agua, refrescos, sopas, infusiones) o gelatinas, sobre todo en personas de edad avanzada.
¿Cuándo acudir al médico de atención primaria por fiebre?
En adultos, cualquier fiebre debería llevar a consultar con el médico de atención primaria. Sólo en casos de fiebre leve o de fiebre por causas muy evidentes, por ejemplo por una gripe, podrían evitar dicha consulta.
¿Cuándo se debe acudir a la Urgencia por fiebre?
En adultos, la fiebre en sí misma no debería ser una causa para acudir a la urgencia a no ser que:
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Sea muy elevada, por encima de 41ºC, lo que se denomina hiperpirexia.
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Se asocie a síntomas que pudieran sugerir gravedad (dolor de cabeza muy intenso, adormecimiento o disminución del nivel de conciencia, aparición de hematomas (moratones) en la piel, aparición de un exantema (sarpullido), dolor intenso localizado en cualquier zona del cuerpo, etc.).
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Afecte a personas con defensas bajas (cáncer, trasplantados, infectados por el VIH, personas en tratamiento con medicinas que bajan las defensas, como corticoides, inmunomoduladores, tratamientos para el cáncer u otros).
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Afecte a personas ancianas.
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Se haya viajado recientemente a un país tropical.
En el resto de situaciones hay que valorar el estado general del paciente, su edad, la capacidad que tiene para beber líquidos y evitar la deshidratación, etc.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.