La
enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia en los países industrializados. Si bien puede ocurrir en adultos a cualquier edad, es mucho más frecuente en ancianos. Una de cada tres personas mayores de 80 años tiene algún tipo de deterioro mental sugestivo de enfermedad de Alzheimer. Se trata de una
enfermedad que evoluciona a lo largo de años y que se caracteriza principalmente por alteraciones en la memoria.
¿Cuáles son las causas de la enfermedad de Alzheimer?
Las causas de la enfermedad de Alzheimer se desconocen.
Suele haber una atrofia cerebral progresiva y es característico encontrar unas zonas donde se acumula una sustancia que se denomina beta-amiloide en el cerebro de estos pacientes.
Síntomas de la enfermedad
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por los siguientes síntomas:
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Suele iniciarse con pequeños fallos de la memoria que van siendo cada vez más importantes y que progresan a lo largo de años. Suelen tener problemas para recordar nombres, situaciones y personas. La memoria de sucesos recientes es la que se encuentra más alterada.
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Pueden tener dificultades para organizarse, para encontrar objetos o para encontrar determinados lugares, para manejar el dinero, conducir, comprar o realizar las tareas domésticas. Los pacientes pueden darse cuenta o no de los problemas que están padeciendo.
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Las dificultades de manejo son cada vez mayores conforme avanza la enfermedad; se encuentran confusos de manera permanente y requieren supervisión continuada. A pesar de esta situación, pueden continuar realizando labores rutinarias o mantener una conversación intrascendente de forma razonable.
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Posteriormente aparecen problemas en el lenguaje, con dificultades para encontrar las palabras adecuadas para cada situación, dificultad para comprender lo que les dicen e imposibilidad para relacionarse.
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Pueden desarrollar ideas de suplantación de identidad, ideas de infidelidad, ideas de sentirse espiados o de que intentan robarles.
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En su evolución suelen aparecer problemas en las habilidades motoras, como dificultad para vestirse, asearse, comer y caminar, con una marcha y una actividad motora parecida a la de la enfermedad de Parkinson.
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En estadios finales suelen depender absolutamente de otras personas para todas las tareas. Pude existir desinhibición y agitación o, por el contrario, total apatía, siendo frecuentes el insomnio y la agitación nocturna. En algunos pacientes pueden aparecer convulsiones.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer es clínico y lo sugiere la lenta progresión de la enfermedad (fundamentalmente la pérdida de memoria) y la ausencia de evidencias de otras causas de demencia.
Algunos
estudios funcionales cerebrales realizados mediante SPECT o 5-fluorodeoxiglucosa-PET permiten detectar zonas cerebrales que funcionan peor sugestivas de Alzheimer. Permiten distinguir el Alzheimer de otro tipo de demencias o de cuadros depresivos. Otras técnicas en desarrollo son el PET-amiloide.
Si bien no existe ninguna prueba que sirva para establecer un diagnóstico inequívoco de enfermedad de Alzheimer, sí se deben realizar diversas pruebas para descartar otras enfermedades que producen demencia. El TAC o la RMN muestran únicamente atrofia cerebral en estadios avanzados de la enfermedad.
¿Cuál es el pronóstico de los pacientes afectados?
La enfermedad de Alzheimer progresa de forma inexorable si bien la velocidad de progresión es muy distinta de unas personas a otras.
El tiempo medio de evolución de la enfermedad varía de 5 a 10 años. En etapas finales suele complicarse con malnutrición y pérdida progresiva de la movilidad, lo que facilita el desarrollo de embolias del pulmón, infecciones respiratorias (neumonías por aspiración de alimento) o problemas cardiovasculares. Si bien suele evolucionar de forma progresiva, algunos pacientes alternan fases más o menos prolongadas de estabilidad con otras en las que se observa una caída brusca de su situación general.
¿Es hereditaria?
Existe una forma infrecuente (menos del 1% de los casos) de enfermedad de Alzheimer que tiene un claro patrón hereditario y que suele aparecer a edades más tempranas. En el resto de pacientes no hay una clara herencia (enfermedad de Alzheimer esporádica), si bien
los descendientes de pacientes con enfermedad de Alzheimer tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, por lo que sí debe existir cierta susceptibilidad genética influida por factores del ambiente. Dentro de esta susceptibilidad genética se ha encontrado que las personas portadoras del alelo ε4 del gen de la apolipoproteína E, tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer.
Prevención de la enfermedad
No está claro que puedan realizarse acciones para prevenir la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, y a partir de estudios epidemiológicos, se recomienda practicar ejercicio físico, realizar una dieta saludable rica en frutas y verduras, mantener un peso ideal, reducir el colesterol y la presión arterial y
participar en actividades que requieran una actividad intelectual mantenida.
Tratamiento de la enfermedad de Alzheimer
No existe ningún tratamiento que cure la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, existen acciones que pueden mejorar la situación clínica del paciente y medicamentos que pueden enlentecer la progresión de la enfermedad.
Acciones que pueden mejorar la situación clínica del paciente
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En estadios iniciales es importante que no aprecien sus fallos de memoria, para lo que se les debe apoyar con recordatorios frecuentes de las actividades a realizar, bien de forma oral o con notas. Evidentemente no se les debe solicitar la realización de tareas complejas que demuestren a las claras su problema y que les lleven a sentirse inútiles o culpables. Se debe evitar sacarles de su entorno para no aumentar la confusión y, si se puede, se les debe llevar a centros de día para ayudarles y para reducir el estrés del cuidador o cuidadores.
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En estadios iniciales es frecuente que los pacientes presenten algún grado de depresión. En estas circunstancias la utilización de antidepresivos puede mejorar la situación clínica.
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En pacientes con agitación o con insomnio pueden intentarse diversos tratamientos para facilitarles el descanso nocturno y tranquilizarles. Por ejemplo, se pueden utilizar medicinas empleadas para el tratamiento de las psicosis (antipsicóticos), si bien algunos médicos cuestionan su eficacia en estos pacientes.
Tratamientos que modifican la progresión de la enfermedad
En general todos estos tratamientos tienen una eficacia limitada:
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Inhibidores de la colinesterasa. Se recomiendan en pacientes con enfermedad de Alzheimer leve o moderada. Puede administrarse rivastigmina, donepezilo o galantamina. Aparentemente su eficacia es similar. En fases más avanzadas de la enfermedad pueden darse junto a memantina o pueden retirarse.
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Memantina. Está indicada en fases más avanzadas de la enfermedad, añadida a un inhibidor de la colinesterasa. Si no se toleran los inhibidores de la colinesterasa puede darse sola. En la enfermedad de Alzheimer muy avanzada no existe indicación para administrar ni inhibidores de la colinesterasa ni memantina.
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Otros tratamientos, como la utilización de tratamiento hormonal sustitutivo con estrógenos en mujeres, la utilización de estatinas o de determinadas vitaminas (como la vitamina E), no parecen mejorar la evolución de la enfermedad.
Otras recomendaciones para la enfermedad de Alzheimer
En estos pacientes, sus limitaciones para conducir son muchas veces difíciles de establecer. Con un informe favorable del psicólogo o del psiquiatra, el periodo de vigencia del
carnet de conducir puede prolongarse durante un año, siempre que no se trate de una actividad profesional.
Algunas medicaciones pueden tener un efecto mayor del esperado en estos pacientes, produciéndoles una agitación exagerada o, por el contrario, una somnolencia exagerada.
El consumo de alcohol debe limitarse dado que puede reducir su grado de atención.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.