Diccionario de enfermedades

Cistitis intersticial

¿Cómo se diagnostica la cistitis intersticial?
La cistitis intersticial o síndrome de la vejiga dolorosa es una enfermedad caracterizada por dolor en la zona de la vejiga, por encima del pubis, de intensidad variable y de evolución prolongada. Su causa es desconocida.

Es más frecuente en mujeres, formando parte de un grupo de enfermedades llamadas síndromes somáticos funcionales.

¿Cuáles son las causas de la cistitis intersticial?


Las causas de la cistitis intersticial son desconocidas. Es posible que no se trate de una única enfermedad sino que varias enfermedades distintas sean responsables de estos síntomas. Se ha sugerido que estos pacientes pudieran tener:
  • Alteraciones en el epitelio de la vejiga (la capa de tejido que recubre el interior de la vejiga).
  • Infiltración de la pared de la vejiga por mastocitos, unas células relacionadas con los procesos alérgicos.
  • Alteraciones en la inervación de la vejiga, etc.
Sin embargo, ninguna de estas explicaciones justifica adecuadamente la enfermedad. Frecuentemente se asocia con otros síndromes somáticos funcionales como el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, el colon irritable, etc.

¿Qué síntomas produce la cistitis intersticial?


El síntoma principal de la cistitis intersticial es el dolor en la zona de la vejiga, justo por encima del pubis, generalmente en relación con tener la vejiga llena (al llevar un rato más o menos prolongado sin orinar) y, más infrecuentemente, al vaciarla (en el momento de orinar). La enfermedad comienza en algunos pacientes de forma gradual y en otros de forma brusca, a veces tras haber pasado una infección urinaria.

El dolor se suele acompañar de un aumento del número de veces que se va a orinar, tanto durante el día como durante la noche. Este aumento de la frecuencia puede ser exagerado, algunas personas van a orinar más de 50 veces al día, con lo que puede interferir con el trabajo, las actividades diarias y el sueño. El aumento de la frecuencia es debido a que los pacientes notan dolor en el momento que tienen algo de orina en su vejiga, con lo que necesitan orinar para mantenerla continuamente vacía y así aliviar sus molestias. En ocasiones el dolor lo localizan en la uretra, en los laterales de la parte baja del abdomen (fosas iliacas) o en la zona lumbar. El dolor puede aumentar por diferentes circunstancias, como el consumo de determinados alimentos (café, alcohol, algunas frutas), el ejercicio, en situaciones de estrés, tras las relaciones sexuales, tras un periodo prolongado sentado o en algunas fases del ciclo menstrual.

Estos pacientes suelen tener con frecuencia otras enfermedades o síntomas como:


¿Cómo se diagnostica la cistitis intersticial?


No existe ninguna prueba concreta para el diagnóstico de la cistitis intersticial. La exploración suele mostrar dolor a la presión o palpación en diversas zonas, como el abdomen, la vagina, los testículos, etc. Es imprescindible descartar diversas enfermedades que pueden producir síntomas parecidos, por lo que se requiere realizar un análisis de orina y, en muchas ocasiones, una citología de orina y una cistoscopia, a veces con biopsia.

¿Cuál es el pronóstico de la cistitis intersticial?


En general la cistitis intersticial no se cura pero puede mejorar mucho con diversos tratamientos.

¿Cuál es el tratamiento para la cistitis intersticial?


En general el tratamiento no consigue curar la cistitis intersticial, lo que produce un estado de depresión en algunos pacientes que debe ser evaluado y tratado en consecuencia.

Tratamiento general
  • Evitar aquellas circunstancias que puedan asociarse con la aparición del dolor.
  • Tratar otras enfermedades asociadas (colon irritable, fibromialgia, infecciones urinarias, etc.)
  • Tratamiento psicológico (terapia conductual). Suele mejorar la situación clínica. Incluye procesos de reeducación de la vejiga, educando para reducir el número de veces que se va a orinar, por ejemplo orinando sólo a determinadas horas y modificando los horarios en función de la respuesta.
  • Dieta. Algunas personas mejoran al tomar anti-ácidos con las comidas. Se han desarrollado diversas dietas especiales, algunas rocambolescas, para mejorar la sintomatología de estos pacientes. Los resultados de todas ellas son muy dudosos.
  • Reducir el estrés (con ejercicios de relajación, medicinas u otras terapias).
  • En algunas situaciones concretas los analgésicos y/o anti-inflamatorios pueden ser beneficiosos.
Tratamientos específicos

Los tratamientos específicos varían en función de las teorías sobre la enfermedad aceptadas por el médico encargado del tratamiento, y pueden ser:
  • Corrección de las anomalías del epitelio de la vejiga:
  • Pentosan polisulfato sódico. Es la única medicina aprobada en Estados Unidos para el tratamiento de esta enfermedad. Son pastillas que se eliminan por la orina y que mejorarían el epitelio de la vejiga. Si bien algunos estudios han demostrado su eficacia, la mejoría producida es muy leve.
  • Infusión de lidocaína y heparina en el interior de la vejiga (intravesicales). Tras introducir una sonda en la vejiga se realizan instilaciones de un anestésico (lidocaína), de heparina y/o de bicarbonato, frecuentemente las 3 medicinas juntas. Dichas instilaciones pueden ser realizadas por el propio paciente tras un aprendizaje. Si bien no existen estudios bien diseñados que hayan demostrado su eficacia, muchos pacientes mejoran clínicamente.
  • Instilación intravesical de dimetil sulfóxido. Actualmente se utiliza poco por los efectos adversos. Se trata de instilaciones intravesicales (dentro de la vejiga) semanales, durante una temporada más o menos larga.
  • Distensión vesical mediante la infusión vesical de una gran cantidad de líquido (hidrodistensión). Puede producir diversas complicaciones.
  • Instilación intravesical de toxina botulínica. Se puede asociar con retención urinaria aguda y crónica por lo que su uso está limitado.
  • Tratamiento neuromodulador:
  • Amitriptilina. Diversos estudios han demostrado que el tratamiento con este antidepresivo es moderadamente beneficioso, al igual que ha demostrado ser eficaz para el tratamiento de otros síndromes somáticos funcionales.
  • Gabapentina. Algunos pacientes han mejorado con este tratamiento, si bien no existen estudios controlados que lo hayan evaluado de manera adecuada.
  • Estimulación eléctrica. Se trata de un implante eléctrico colocado a nivel de una raíz del nervio sacro o del nervio pudendo, que va unido a una batería que genera impulsos nerviosos. La implantación del electrodo requiere una intervención quirúrgica menor pero que puede dar complicaciones. Diversas series de pacientes han mostrado resultados aceptables.
  • Tratamiento frente a los mastocitos.
  • Utilización de antihistamínicos. Dado que los mastocitos son los responsables de la secreción de histamina y participan en diversas reacciones alérgicas, se ha sugerido la utilización de diversos antihistamínicos como cimetidina, hidroxicina o montelukast (todos ellos con resultados dudosos o poco analizados).
  • Otros tratamientos. En situaciones graves y desesperadas se ha recomendado la desviación de la orina desde los uréteres a una vejiga artificial para evitar así que llegue a la vejiga.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.