El páncreas es un órgano situado detrás de estómago en la parte alta del abdomen. Está encargado de segregar
jugos pancreáticos que ayudan a realizar la digestión, y de elaborar diversas hormonas, siendo la insulina la más conocida. Existen diferentes tipos de tumores pancreáticos. El adenocarcinoma de páncreas es el
cáncer de páncreas más frecuente. Se trata de un
tumor maligno que nace en las paredes de los canalículos del páncreas. Este tipo de cáncer tiene, en general, un mal pronóstico. Es un cáncer más frecuente en varones y en personas de edad avanzada.
¿Cuáles son las causas del cáncer de páncreas?
Las causas del cáncer de páncreas se desconocen. Se ha observado que es más frecuente en:
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Fumadores.
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Personas obesas e inactivas.
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Personas con pancreatitis crónica y pancreatitis hereditaria.
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Pacientes con diabetes de larga evolución.
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Personas que tienen algún familiar con cáncer de páncreas.
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Pacientes que padecen algunas enfermedades infrecuentes: enfermedad de Peutz-Jeghers, ataxia-telangiectasia, etc.
Síntomas del cáncer de páncreas
Los síntomas del cáncer de páncreas suelen iniciarse de forma lenta, con molestias vagas que van aumentando en intensidad de forma progresiva a lo largo de meses. Los síntomas más frecuentes son:
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Dolor en la zona del estómago. Es un dolor sordo, continuo, que suele aumentar de intensidad a lo largo de las semanas y que puede reflejarse en la espalda. A veces mejora al sentarse incorporado hacia adelante.
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Pérdida de peso, en general debida a la falta de apetito y cansancio.
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Náuseas, diarrea y digestiones pesadas.
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Coloración amarilla de la piel y de los ojos (ictericia), coloración blanquecina de las heces, coloración oscura de la orina y picores. Todo ello como consecuencia de la compresión de la vía biliar, que impide la salida de bilis. Estos síntomas son más frecuentes si el cáncer se localiza en la cabeza del páncreas.
De forma más infrecuente este cáncer también puede producir:
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Elevación de la glucosa (azúcar) en sangre.
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Hemorragia digestiva.
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Inflamación de las venas cercanas a la piel (tromboflebitis), que puede afectar a diferentes partes del cuerpo (tromboflebitis migratoria).
En general, cuando se diagnostica el cáncer de páncreas suele ser muy tarde y estar bastante extendido.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El diagnóstico inicial del cáncer de páncreas se obtiene en muchas ocasiones al realizar una
ecografía, si bien la mejor prueba para ver el páncreas es el
TAC. La RMN no mejora la resolución del TAC pero puede estar indicada en algunas circunstancias. También puede realizarse para el diagnóstico una
colangiopancreatografía retrógrada endoscópica o una ecografía endoscópica.
Sin embargo, todas estas técnicas pueden no detectar un tumor si su tamaño es pequeño. A veces ocurre todo lo contrario, las técnicas detectan una lesión sugestiva de cáncer de páncreas que luego realmente no existe o es benigna, lo que se descubre en el momento de la operación. Por todo ello, y también por la posibilidad de que un tumor de páncreas pueda ser de algún tipo distinto al habitual (por ejemplo un
linfoma), antes de proceder a un tratamiento es conveniente obtener una muestra del tumor para analizarla. Esta muestra puede obtenerse mediante una
punción del tumor a través de la piel dirigida por TAC, mediante una biopsia obtenida durante la
endoscopia o en el momento de la cirugía.
Algunos pacientes tienen elevada la concentración de un
marcador tumoral en sangre, el
Ca 19-9. Su determinación es útil para el pronóstico y para ver si se modifican o no sus niveles con el tratamiento.
¿Es hereditario?
El cáncer de páncreas tiene un componente hereditario. Se han detectado familias con cáncer de páncreas en varios de sus miembros, lo que sugiere que, al menos ocasionalmente, pueda haber una
predisposición genética. Se estima que 1 de cada 20 personas con cáncer de páncreas tienen a un familiar afectado por la enfermedad.
¿Se puede prevenir el desarrollo de la enfermedad?
El riesgo de cáncer de páncreas puede reducirse si no se fuma, se mantiene un peso adecuado y haciendo ejercicio físico.
En pacientes con un mayor riesgo de padecer un cáncer de páncreas, bien por padecer diversas enfermedades asociadas con este tipo de cáncer
(enfermedad de Peutz-Jeghers, pancreatitis hereditaria) o bien por tener antecedentes familiares de cáncer de páncreas, podría estar indicada la realización de pruebas para detectar un posible tumor en fases tempranas de la enfermedad.
¿Cuál es el pronóstico del cáncer de páncreas?
El pronóstico del cáncer de páncreas es en general malo. Se suele utilizar el TAC para determinar si el cáncer es extirpable, es decir, operable (estadio I), si existe extensión local (estadio II y III) o si hay metástasis (estadio IV). Existen varios sistemas de clasificación, uno de los más utilizados lo clasifica en:
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Estadio 0: El cáncer está limitado al páncreas. Ni siquiera se ve con TAC.
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Estadio I: El cáncer tiene un crecimiento local pero está limitado al páncreas. Es menor de 2 cm (estadio IA) o mayor de 2 cm (estadio IIB).
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Estadio II: El cáncer se ha extendido a los ganglios cercanos.
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Estadio III: El cáncer se ha extendido a las venas y arterias cercanas o a los nervios, pero sin producir metástasis.
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Estadio IV: Existen metástasis.
Tratamientos
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Si el tumor se encuentra localizado en el páncreas, la única opción curativa es la cirugía, debiéndose extirpar todo el páncreas. Antes de proceder a esta operación es necesario descartar que el cáncer esté extendido. Para ello se debe solicitar un TAC abdomino-pélvico y una radiografía del tórax. Desafortunadamente, solo 1 o 2 de cada 10 personas tienen un cáncer localizado y pueden ser operadas. Incluso en muchos casos que se creen operables de acuerdo a los hallazgos del TAC se detecta, durante la operación, una importante extensión del cáncer dentro del abdomen que impide extirparlo en su totalidad. De los pacientes que son operados, el pronóstico no es bueno en muchos de ellos. Por ello, actualmente se recomienda quimioterapia después de la operación, asociada o no a radioterapia.
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En los casos no operables porque el cáncer está extendido a nivel local, pero sin que existan metástasis, puede realizarse radioterapia solo, quimioterapia solo o radioterapia asociada a quimioterapia.
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En los casos en los que hay metástasis a distancia debe utilizarse quimioterapia. La quimioterapia reduce el dolor y mejora la supervivencia. Existen diversas posibilidades de tratamiento, unas más agresivas que otras.
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Algunos pacientes con cáncer no operable se benefician de algunas acciones paliativas (como eliminar la obstrucción de la bilis) realizadas mediante operación o mediante una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.