Una
bursitis es la
inflamación de una bursa, una especie de bolsita llena de líquido que se sitúa entre el hueso por un lado y los tendones y los músculos por otro, facilitando así la movilidad al disminuir el rozamiento, es decir, sirve para almohadillar los movimientos.
¿Cuáles son las causas de la bursitis?
Las bursitis son más frecuentes a edades avanzadas. Sus causas pueden ser:
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Por sobreuso. En general al practicar un movimiento de forma repetitiva que produce una fricción continuada del tendón o músculo sobre la bursa y de ésta sobre el hueso. Esto puede observarse, por ejemplo, tras hacer una actividad recreativa (hacer un deporte, un determinado ejercicio, jardinería, etc.) o una actividad laboral (limpieza, escribir en el teclado de un ordenador, etc.).
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Por una presión continuada sobre una determinada bursa. Por ejemplo ponerse de rodillas para limpiar comprime la bursa que se encuentra en la rótula.
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Por traumatismos.
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Por enfermedades generales que cursan con inflamación a dicho nivel, como la artritis reumatoide o la gota.
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Por infecciones.
Síntomas de la enfermedad
Las bursitis producen dolor, en ocasiones acompañado de enrojecimiento e inflamación, en una determinada zona del cuerpo cercana a una articulación.
Las molestias, por tanto, dependen de la localización:
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Bursitis subacromial o subdeltoidea (del hombro). Es una de las zonas más frecuentes. Se debe a movimientos repetidos del brazo por encima de la cabeza. Con frecuencia se asocia a una tendinitis del manguito de los rotadores.
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Bursitis trocantérea (de la cadera). Los pacientes tienen dolor en la cadera y en la zona alta del muslo. Se produce como consecuencia de pequeños traumatismos sobre la zona o por una sobreutilización de la articulación. El dolor suele aparecer al caminar, al levantarse de una silla, al subir escaleras o al conducir. También puede aparecer al recostarse sobre esa cadera lo que puede dificultar el sueño.
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Bursitis del olécranon (del codo). Se observa en personas que apoyan el codo en alguna superficie dura con frecuencia. Puede producirse una hinchazón muy característica, como una bolsa llena de líquido, que sale del codo y que se ha denominado “codo de Popeye”.
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Bursitis del tendón de Aquiles. Aparece en la zona por encima del talón, por sobreuso o por llevar zapatos demasiado estrechos.
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Bursitis retrocalcánea. Afecta al talón. Aparece en el contexto de enfermedades reumatológicas como la artritis reumatoide, la gota o de traumatismos.
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Bursitis isquial. Se produce por estar mucho tiempo sentado o girar sentado sobre una superficie dura.
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Bursitis anserina. Se produce dolor en la parte interna de la pierna, justo por debajo de la rodilla, generalmente al subir escaleras.
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Bursitis prepatelar. De la rodilla (rótula). Se produce por estar de rodillas sobre superficies duras. En esta zona pueden también manifestarse ataques de gota o infecciones.
¿Cómo se diagnostica la bursitis?
El diagnóstico de las bursitis suele ser clínico. En ocasiones se precisa realizar
radiografías, ecografía o RMN para descartar otras enfermedades. Puede ser necesario pinchar con una aguja en la bursa y extraer líquido para su análisis.
¿Puede prevenirse la inflamación de la bursa?
Las bursitis
se previenen evitando la acción responsable de su aparición o
utilizando férulas que reduzcan la fricción sobre la zona de la bursa al realizar determinados movimientos. Es conveniente
realizar ejercicios de estiramiento antes de sobrecargar la articulación. Cuando sea preciso realizar movimientos repetitivos, se recomienda descansar periódicamente para evitar la irritación de la zona. Al terminar el ejercicio o la actividad puede ser necesario aplicar frío a nivel local.
¿Cuál es el pronóstico de los afectados?
En general las bursitis
se curan en días o semanas con el reposo, el tratamiento anti-inflamatorio y evitando repetir las acciones que han llevado a su aparición. Sin embargo, en ocasiones, la mejoría puede llevar mucho tiempo.
Tratamiento de las bursitis
El tratamiento de las bursitis consiste en:
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Dejar la zona en reposo.
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Administrar frío local. A veces se puede alternar la aplicación de frío y calor sobre la zona.
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Administrar anti-inflamatorios.
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Inyección local de corticoides.
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A veces se precisa extraer líquido de la bursa para acelerar la recuperación.
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En casos de mala respuesta puede requerirse cirugía.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.