Cuando se parte de premisas falsas o simplemente erróneas, se llega a conclusiones equivocadas y por lo tanto a perpetuar y agravar cualquier problema, en vez de contribuir a su solución. Es cierto que los datos son fríos, pero a la vez son objetivos y clarificadores, más aún si esos datos son reales, y deberían serlo cuando su fuente es la propia Administración y son tan contundentes como los que nos ofrecen el ministerio y otros organismos oficiales. Por ello, todo el mundo estará de acuerdo en que deberían ser tenidos en cuenta a la hora de extraer conclusiones y más aún a la hora de adoptar decisiones.

Se dice, y se repite hasta la saciedad, que faltan médicos de Familia en España (olvidando a los pediatras) sin especificar dónde, cuántos y hasta cuándo. Ese repetitivo mantra tiene como objetivo que cale hasta en las raíces de nuestra sociedad y en desviar el tiro hacia otro punto, no hacia la diana. Como toda premisa, digamos inexacta, tiene su parte de veracidad, pero que es preciso matizar. Nos encontramos, especialmente en los últimos 5 años, con plazas de Medicina Familiar y Pediatría de Atención Primaria sin cubrir, incluso a pesar del continuo aumento de plazas ofertadas para formación en estas especialidades. Cierto, pero el hecho de que no estén cubiertas no quiere decir obligatoriamente que falten médicos de forma permanente, ni mucho menos, y ahí entran los números, los datos, que más valor deberían tener si provienen de la propia Administración, del Ministerio de Sanidad para ser más concretos.

Según el Informe: “Recursos Humanos, ordenación profesional y formación continuada en el Sistema Nacional de Salud 2023”, publicado por el Ministerio de Sanidad este 2024, en España hemos tenido un aumento de plantilla en médicos de Atención Primaria (médicos de Familia y pediatras) de 1.805 en el periodo de 2012 a 2022, pasando de 35.107 médicos a 36.912. Crecimiento más que modesto, ridículo, si lo comparamos con el de personal de Enfermería de Primaria que ha crecido el doble (3.770 nuevos enfermeros) y más aún si lo comparamos con los médicos hospitalarios, que han crecido en 16.197 durante el mismo periodo de tiempo, 9 veces más.

Las necesidades de nuevos profesionales para el Sistema Nacional de Salud vienen condicionadas principalmente por los incrementos de plantilla y por la tasa de reposición, es decir, el número de abandonos y jubilaciones que se producen. Lo que estamos viendo es que hay muy poco crecimiento de plantilla, menos de 200 profesionales de media al año en toda España, por lo que las nuevas contrataciones de profesionales se dedican fundamentalmente para cubrir la tasa de reposición.


"Las contrataciones de profesionales sanitarios se dedican fundamentalmente para cubrir la tasa de reposición"



Durante el periodo 2012-2022 se han jubilado en España alrededor de 12.000 médicos de Atención Primaria (según cifras estimativas extraídas de diversas fuentes), y si a ello le sumamos las 1.805 nuevas plazas que se han creado en el mismo periodo tenemos, por tanto, las necesidades de médicos de Atención Primaria durante este intervalo de tiempo. Es decir, nuestro sistema público de salud durante el periodo 2012-2022 ha necesitado 13.800 médicos de Atención Primaria para mantener sus aumentos de plantilla y reposición de pérdidas.

Al mismo tiempo, la Subdirección General de Formación y Ordenación Profesional nos informa de que entre 2012 y 2022 se han formado en España 15.000 médicos de Familia y 4.000 pediatras (alrededor de la mitad para Atención Primaria, 2.000). Las cuentas son fáciles y no es necesario ser matemático para hacerlas. Tenemos, a pesar de todo, un excedente estimado de alrededor de 3.000 médicos de Atención Primaria durante el intervalo 2012-2022. Y, pese a ello, sigue habiendo cada vez más plazas sin cubrir y en algunas autonomías se recurre ilegalmente a médicos sin titulación especializada para ocuparlas.

Entonces ¿dónde están esos médicos, que ni están trabajando en el sistema, ni se ofrecen para hacerlo? ¿Qué está pasando realmente? No hay que ser muy perspicaz para intuir que seguro que están ejerciendo, pero fuera del Sistema Nacional de Salud o en otros ámbitos del mismo. Buena parte de ellos se han decantado por la Medicina de Urgencias, la medicina privada, otros intentando cambiar de especialidad, incluso un porcentaje nada despreciable y creciente año a año han emigrado a otros países fundamentalmente de la Unión Europea,; en definitiva, fuera del lugar para el que se planificó que ejercieran y donde son tan necesarios.

¿Por qué ocurre eso? Es fácil de entender hasta para los más partidarios del aumento de facultades y plazas de formación postgrado. Las condiciones laborales, retributivas y de prestigio de los médicos de Atención Primaria invitan a la fuga incluso antes de completar la formación. Prueba de ello es el incremento de renuncias en estas especialidades a la elección de plaza, a la incorporación con plaza elegida y durante el periodo de formación. Se sigue potenciando atención hospitalaria mientras se mantiene abandonado el supuesto eje del sistema sanitario, se potencian otras profesiones incluso traspasándoles competencias propias del médico con grave riesgo para la salud y seguridad de los pacientes, mediante decisiones que tienen difícil vuelta atrás y que deteriorarán irreversiblemente el Sistema Nacional de Salud, ignorando que el eje fundamental de Atención Primaria es el médico de Familia y el pediatra de Atención Primaria. En definitiva, no solo no se potencia, sino que se invita al médico de Atención Primaria a huir a otros destinos.


"Las condiciones laborales, retributivas y de prestigio de los médicos de Atención Primaria invitan a la fuga"



Y para completar más las previsiones tenemos que saber que todo este cálculo está hecho en base al periodo 2012-2022. Pero ¿qué pasará en el futuro, que es realmente lo que más nos debería interesar, en la década 2024-2034 y en años posteriores? Con las proyecciones de crecimiento actuales podemos intuir un aumento de las plazas de formación al menos en torno a los 18.000-20.000 médicos de Familia y 5.000 pediatras en esa década, mientras la tasa de jubilación caerá de forma continuada desde 2026 en más de un tercio, cifra que se mantendrá en los años sucesivos, tal y como se desprende de los datos facilitados por el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la provincia de Alicante, y que es perfectamente extrapolable a otros estudios del conjunto del estado español. Conclusión; con esta política generaremos en la próxima década excedentes de médicos de Atención Primaria muy probablemente por encima de los 10.000, lo que toda seguridad también ocurrirá otras muchas especialidades y coincidirá con la entrada en el mercado laboral de los nuevos médicos procedentes del boom de aperturas de facultades de Medicina y, a no ser que los incrementos de plantilla se disparen de forma meteórica, cosa más que improbable, dispondremos de excedentes de médicos imposibles de absorber por nuestro sistema sanitario.


La solución que se plantea desde la Administración y algunos grupos de presión es tan simplista, que se limita a aumentar el número de facultades como si faltaran egresados y el número de plazas de formación MIR en Medicina Familiar, como si esa fuera la solución a todos los males que atenazan nuestro supuesto eje del sistema sanitario sin abordar el fondo del problema, mejor dicho, ignorando y negando el verdadero motivo de la falta de profesionales. Tenemos una piscina con un agujero cada vez más grande, y en vez de taparlo nuestros gestores se dedican a tirarle cubos de agua, ignorando el agujero que, como en toda fuga, cada vez crecerá más y la pérdida será más rápida desperdiciando el agua que se irá inevitablemente por la grieta.

Planificar a “salto de mata” sin tener en consideración tanto factores demográficos como proyecciones de necesidades a futuro es cuanto menos negligente, a no ser que esconda otras motivaciones como la de la famosa técnica del “fracking” o producción de petróleo barato con la vuelta, como en los años 80 del siglo pasado, a grandes bolsas de médicos en paro, sin posibilidad de optar a formación especializada y sin salida a puestos laborales dignos, pero dispuestos a trabajar en las condiciones que se les ofrezca por muy tercermundistas que estas sean (sustituciones en muchos casos de un día, contratos de atención continuada y un largo etc.). Quizá esa sea la alternativa que desde la Administración y algunos grupos de presión se planteen para solucionar la supuesta falta de médicos en Atención Primaria antes que dignificar puestos de trabajo y equiparar las condiciones laborales y salariales de los médicos a las de los países de nuestro entorno. Seguro que a priori les parecerá que producir egresados, como quien hace churros, resulta más barato, pero les aseguro que con estas nuevas generaciones no les va a dar resultado porque nos convertiremos, de hecho ya lo estamos haciendo, en la fábrica de médicos de la Unión Europea, eso sí, a coste cero para los países receptores de nuestros médicos y a un alto coste para el contribuyente español.

Seamos serios y no ignoremos la realidad “numérica”, que no se puede ni se debe cuestionar. Cierto es que ha habido una mala planificación durante muchos años, pero la raíz del problema hay que buscarla, fundamentalmente, en el desprestigio y las pésimas condiciones laborales que atenazan a este maltratado nivel asistencial. No faltan médicos de Atención Primaria, lo que faltan son médicos dispuestos a trabajar en Atención Primaria… y punto.