El modelo sanitario español tiene la necesidad de poner
en marcha el motor de la innovación; de digitalizar, transformar sus estructuras y avanzar hacía el 2.0. o incluso más allá. Esto realmente es importante porque resulta clave evolucionar y adaptar sus instalaciones y servicios buscando la excelencia y la calidad asistencial.
Sin embargo, esa evolución llega a convertirse en una involución cuando en la revisión de las estructuras no tenemos una revisión 2.0.H. Se trata de añadir la “H” de Humanizar, de entender que la calidad de los servicios la dan los profesionales que los prestan. Hemos visto como la
innovación y digitalización se han antepuesto a las personas, a las emociones, a la sensibilidad laboral. Los hospitales y centros de salud han perdido la consciencia social creando un malestar principal, clave de la resistencia organizativa, clave del rendimiento en los equipos multidisciplinares. Cuando los valores se pierden en las empresas no hay una base de cambio. Las
inversiones son inversiones, pero
donde radica la calidad de los hospitales y centros de salud es en los trabajadores. El reconocimiento, la aceptación o la empatía son verdaderos motores de innovación en las entidades con el apellido 'Punto Cero'. Creer en los trabajadores aumenta la pasión, alivia y cura el dolor organizativo.
"La política no puede mermar y menospreciar los servicios públicos que cuidan de las personas"
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El capital intelectual y la gestión del conocimiento se ha perdido en estos años de crisis en los que se han dañado los derechos de los trabajadores y
se les ha tratado como “recursos”, cuando lo que se gestionan son personas, un valor esencial en la empresa e imagen de la marca. Los recursos son técnicos, materiales, financieros, etc. Se les saca la mayor rentabilidad y una vez amortizado el recurso se deshacen de él. Las empresas deben aprender que lo que
deben gestionar es el capital humano.
En la profesión sanitaria, pese a los r
ecortes que se han llevado a cabo, los servicios han funcionado gracias a que los profesionales sanitarios viven con pasión por su trabajo. Ellos nunca han perdido la humanidad y entrega hacia el cuidado del paciente, y aquí ha habido un
aprovechamiento por parte de las administraciones en recortar derechos y recursos económicos dando por hecho que ellos no iban a faltar a su profesionalidad.
Esto tiene que cambiar, la política no puede mermar y menospreciar los servicios públicos cuyo cometido es cuidar de las personas.
Se ha ninguneado el Estado de bienestar porque esto no ha ocurrido únicamente en sanidad, sino que se ha podido ver en todas las administraciones públicas.
Las inversiones en las administraciones tienen que ir destinadas a las personas, al reconocimiento, a recursos económicos, a plazas de nueva creación y promoción interna, a la formación de nuevos liderazgos que no traten a las
personas como recursos sino como un bien esencial en la calidad asistencial.
El Gobierno no puede olvidar -otra vez- a los servicios que cuidan de las personas, que son los que cuidan de todos nosotros.