Se dice, se asume que el fin nunca debe justificar los medios, pero resulta que nos encontramos más veces con lo contrario. Tomás Toranzo, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), nos acaba de dar un buen ejemplo. Puede que involuntariamente. O no. Qué más da. Su candidatura por un día para presidir la Organización Médica Colegial parece que fue más medio que fin. Aunque también puede ser que la cosa cambiara sobre la marcha. Cosas de la política profesional.
Más de uno se relamió al conocer la noticia de alcance. Yo me relamí, lo admito. Una candidatura frente al inabordable Rodríguez Sendín, una candidatura para agrupar a todos los presidentes escépticos y críticos, una candidatura puñetera, para fastidiar la imagen del consenso colegial y tal. Una candidatura, en el fondo, para fortalecer a la Organización y, también, al muy seguro vencedor, un Sendín que ahora volverá a ser presidente sin apenas pestañear. Gana el consenso, sí, pero pierde el debate, la democracia, el obligado contraste de proyectos e ideas.
Tomás Toranzo. |
El gozo supremo de la jugada fue ver a CESM en la sombra, como en los viejos tiempos. Una organización profesional intentando entrar en la estructura de otra organización profesional. Lo hemos visto muchas veces, lo seguimos viendo de hecho en elecciones provinciales, pero esto parecía demasiado evidente, demasiado voluminoso para ser verdad. Toda una Confederación, tras un candidato, para tomar toda una Organización. Esto es hoy poco menos que un sacrilegio, cuando antes, hace años, era casi lo habitual. Ahora, lo moderno es la incompatibilidad.
En apenas unas horas Toranzo se quedó sin apoyo de CESM, su sindicato del alma, por el que ha luchado igual o más que por su Semes, y sin candidatura. Se había quedado sin medio. ¿O ser presidente de la OMC era el fin? Resultó que no, y es lo que dice y repite a quien le quiere escuchar. Yo quise ser presidente para que la OMC se posicionara de una vez por la especialidad de urgencias. El fin era en realidad el medio. Y el medio, ¿tal vez fuera el fin?
El fin de Toranzo tomó forma en la Asamblea de la OMC, con un respaldo raspado a la especialidad de urgencias, que algunos se han apresurado a desautorizar: ¿quiénes son los colegios para sentar cátedra en si debe o no existir una especialidad? Pero Toranzo da el sí por bueno, el fin conseguido, que en realidad, de inmediato se convierte en medio para contribuir a alcanzar otro fin: que el Ministerio, tomando nota del respaldo colegial, impulse de una vez la especialidad.
Fin o medio, medio o fin, solo Tomás Toranzo sabe qué fue primero, qué después, luego cambió, y a la postre quedó como sigue: su candidatura a la OMC, impostada o traicionada; su lucha por la especialidad de emergencias, revitalizada, y su perfil profesional, confirmado: siempre de frente, caiga quien caiga, no importa fin o medio, medio o fin.
¿Y la OMC? ¿Cómo es posible que la Organización colegial haya podido verse arrastrada a esta confusión de términos? ¿Acaso ha dejado de ser un fin en sí misma para convertirse en un medio que permita lograr otros propósitos? Ahora que lo pienso, ¿y si siempre fue así? ¿Más medio que fin?
Antonio Sáez
Y encima, austero. Si muchas eran las virtudes que adornaban el perfil profesional y político del consejero de Sanidad de Castilla y León, hemos conocido, por obra y arte de esta repentina moda de la transparencia en el patrimonio de nuestros gobernantes, que es además el más austero de sus compañeros en la Junta. Es el único consejero que sólo tiene una vivienda, compartida, y con un préstamo hipotecario de más de 70.000 euros. También tiene en común dos coches, un Toyota Avensis, moderno, y un Golf, nada menos que del año 1998, fecha que indica dos cosas: la fiabilidad de la marca alemana y la ausencia de presuntuosidad de Sáez, al que imagino feliz conduciendo su Volkswagen, cuya versión ya ni se fabrica.
Francisco Toquero
Leo las declaraciones del asesor MIR del sindicato CSIF, hablando sobre los problemas de los médicos jóvenes, tratando de ofrecerles respuestas y salidas, aunque sea fuera del Sistema Nacional de Salud. Puede que Toquero lo haya olvidado ya, pero yo todavía escucho al verle el portazo aquel que dio al salir obligado de la Organización Médica Colegial. Fue un vicesecretario longevo y muy mediático, activo como pocos. Su intento de acceder a la Secretaría no prosperó y enseguida lo atribuyó a cuestiones fuera de la órbita puramente electoral. Cargó contra la Casa y muy especialmente contra el presidente Sendín. Quién sabe si su lucha por los médicos más jóvenes no es en el fondo su particular venganza contra el establishment profesional, del que quedó descolgado, para su amarga sorpresa.