Los días del ébola. Así abre este domingo el diario El País. Sin duda el contagio de la auxiliar de enfermería, Teresa Romero, y la evolución de los 16 ingresados en el Carlos III sigue acaparando las páginas de los principales periódicos. El diario denuncia que esta ha sido una semana de crisis, improvisación y lagunas informativas. A pesar de que desde el Ejecutivo y el centro hospitalario no cesan de lanzar mensajes de tranquilidad, el pánico aún cunde entre los ciudadanos. El País informa sobre la huida de algunos vecinos del barrio de Alcorcón en el que vive Teresa Romero. En la urbanización de Teresa Romero, en la Avenida del Pinar, hay quienes han hecho las maletas. Una mujer con un bebé de tres meses no pisa su apartamento desde hace días. Otros pasan horas en casa tratando de averiguar todo lo posible sobre el ébola. El conserje ha pedido que limpien su garita y no fue a trabajar el viernes por estrés, señala el periódico.
Por su parte, El Mundo informa de la situación en la que se encuentra la afectada, de la que dice que está consciente y orientada, y que charla con los compañeros que la atienden. Según el diario, Teresa Romero intenta alentar a los sanitarios que la tratan y la cuidan cada día en esa habitación de aislamiento de la sexta planta del Hospital Carlos III de Madrid.
La Vanguardia se aleja del protagonismo del caso español e informa sobre las declaraciones del coordinador de Naciones Unidas para el ébola, David Nabarro, quien ha afirmado que el virus que ha causado más de 4.000 muertes y 8.300 casos confirmados en los últimos meses podría estar bajo control hacia el mes de enero.
Por último, ABC asegura en sus páginas que se ha creado un efecto psicosis mundial ante el ébola. El diario afirma que la infección de la auxiliar española Teresa Romero y la muerte de Eric Duncan, el liberiano que enfermó al llegar a Estados Unidos y que ha dejado un reguero de posibles errores tras su muerte, ha encendido las alertas del mundo occidental, que hasta la fecha contemplaba la enfermedad con poca contundencia por tratarse de un problema circunscrito a territorio africano. Habría que recordar aquí que, sin llegar a generar alarma, no se debe subestimar un virus para el que no existe tratamiento. No se puede bajar la guardia y toda medida preventiva ha de ser bien valorada.