La crisis lo alcanza todo. Y en la sanidad, también. No sólo a los centros sanitarios y a los profesionales, también a las terapias y hasta los medicamentos.
El País no pierde de vista el filón en el que se ha convertido la actualidad sanitaria y lleva otra noticia más del sector a su portada: Interior restringe las terapias a presos con hepatitis C. La causa es, claro, por motivos económicos y el tratamiento vetado es nuevo y costoso, “aunque duplica las posibilidades de curación”. La hepatitis C afecta al 25 por ciento de la población reclusa y los médicos alertan de que, sin tratamiento, “saldrá más caro abordar casos de cirrosis o cáncer”.
La información de interior ocupa una página completa con foto de Trinidad Barrera, una sevillana que sostiene una foto de su hijo, uno de los pacientes pendientes de recibir el nuevo tratamiento. El titular aquí es más enrevesado, aunque igual de envenenado: Interior pone ‘cupos’ para tratar a presos con hepatitis por los recortes. Y en otro sumario añade más datos: Prisiones exige que no estén en cárcel preventiva para dar los fármacos. Además, en un apoyo, el diario de Prisa subraya que estas restricciones no son las únicas denunciadas por los médicos de las prisiones españolas, que se quejan de que varios centros grandes se han quedado sin médico por las tardes.
En Valencia, Las Provincias lleva a primera el siguiente titular, también inquietante: Familias de discapacitados cambian su medicación. Y en el subtítulo: Tras perder la gratuidad optan por otros fármacos más baratos. Según el rotativo valenciano, las familias se ven forzadas a cambiar las medicinas y optan por la terapia en varias dosis lo que obliga a algunas madres a tener que ir al colegio para administrar el tratamiento a sus hijos.