Filósofo, gay y con una hija adoptada. Pero también socialista, cristiano e independentista. Si por algo destaca Antoni Comín, el nuevo consejero de Salud de la Generalitat de Cataluña, es por ser un perfil muy polifacético, tal y como recoge Vanitatis en su último reportaje.
El periodista Andrés Guerra desgrana todas las características –tanto personales como profesionales- del nuevo titular de la sanidad catalana, el primero en acceder a este departamento sin tener la licenciatura en Medicina desde Josep Tarradellas.
Menor de cuatro hermanos, el nuevo consejero es miembro de una célebre familia catalana -es hijo del pensador y político Alfonso Comín-, de quien heredó “la ideología y el Evangelio”. Tanto es así que Comín es miembro activo del Centro de Estudios Cristianismo y Justicia.
En 2006, declaró abiertamente su homosexualidad y, a día de hoy, vive en un piso de alquiler con Sergi, su pareja y nueve años más joven que él, y su hija adoptiva Laia, de tres y medio años de edad. Laila llegó a sus vidas tras cuatro largos años de trámites inacabables de adopción: de diciembre de 2008 a junio de 2012. El verano que se llevó a su hija a su casa ella solo tenía 15 días.
Los que le conocen bien también destacan de él su “formación exquisita”. Se licenció en Filosofía y Políticas con un posgrado en Humanidades y, hasta la fecha, tiene empleo como profesor en la Escuela de Negocios Esade. Antes lo fue de bachillerato en el Colegio Sagrat Cor y también tiene estudios superiores de piano y colabora en distintos medios: RAC-1, Ara, El País y la revista cultural de raíz cristiana El Ciervo.
Pero si por algo sorprende este dirigente catalán es por sus continuos vaivenes políticos: de la plataforma Ciutadans pel Canvi al PSC, del PSC al entorno de ERC y de ahí a la Generalitat a través de JxSí. “A quienes no cae simpático, dejan ir la idea de que tiene cierta facilidad para, sin alejarse mucho de sus principios, saber arrimarse al sol que más calienta”, reza el reportaje.