La presentación ayer en la Real Academia Nacional de Medicina, de las conclusiones y recomendaciones del estudio sobre la dimensión sanitaria y social de la artrosis (Proyecto Dissar), trabajo, que tras la celebración de diversos Seminarios Científicos en la que han participado destacados expertos en la materia, analiza y valora distintas actuaciones preventivas y asistenciales con objeto de retrasar la aparición de esta enfermedad y de mejorar la calidad de vida de los pacientes, pone sobre la mesa aspectos que tienen una notable incidencia en el ámbito sociolaboral.
La artrosis como patología crónica es causante de un notable problema sociolaboral. Las discapacidades –«menoscabos» en términos legales– secundarias a dichos trastornos limitan la capacidad del individuo para desarrollar una vida social y laboral normal, y empeoran su calidad de vida, especialmente cuando se trata de personas jóvenes. El absentismo laboral es causa frecuente de despido, y estos pacientes tienen notables dificultades para encontrar trabajo, en especial cuando la discapacidad secundaria a la enfermedad crónica es irreversible. Enfermedad que constituye la primera causa de cualquier de los cuatro grados de incapacidad permanente - parcial, total, absoluta y gran invalidez - y la tercera de incapacidad laboral transitoria. Además, la mitad de las bajas originadas por las enfermedades reumáticas corresponden justamente a los pacientes afectados por la artrosis o, en otras palabras, a alrededor de un 20% de la población española mayor de 20 años, esto es, ya en edad laboral.
El Proyecto Dissar presentado en la Real Academia Nacional de Medicina, es una llamada de atención de la comunidad científica sobre la importancia de, entre otros, los aspectos sociolaborales de la artrosis, como enfermedad crónica que interviene como hemos visto en el marco laboral y tienen una repercusión importante en la vida de los trabajadores. No sólo en su calidad de vida, sino también en su poder adquisitivo, carrera profesional e incluso en el mantenimiento del empleo, lo que a su vez se une a los muy importantes costes para las empresas, sin olvidar su impacto sobre los Presupuestos de la Seguridad Social.
Unos y otros son costes que deben sumarse a los costes sanitarios directos, ya de por sí muy
elevados. Por ello, es preciso paliar y, en su caso, evitar estos efectos negativos. En base a una extrapolación de datos del INSS, correspondientes a 2007, cabe afirmar que el 18% de los episodios de incapacidad temporal (que ascendieron a un total de 908.781) correspondieron a enfermedades músculo esqueléticas (EMEs), con un coste total de 1.500 millones de euros y coste medio por episodio de 1.847 euros. Ese precio es asumido en un 74% por la Seguridad Social. El resto corresponde a la empresa, aunque varía considerablemente en función de lo que, en cada caso, esté previsto en el Convenio Colectivo aplicable. Los episodios de IT supusieron la pérdida de casi 40 millones de horas de trabajo.
La artrosis y, en general las enfermedades reumáticas, deberían merecer una atención especial por parte de los poderes públicos, no sólo desde su dimensión sanitaria, que es fundamental, sino también desde las perspectivas de seguridad y salud laboral, de sus consecuencias socioeconómicas, de los costes para los presupuestos de la Seguridad Social y de la política de empleo debiendo aparecer incluida en los futuros planes y proyectos de coordinación sociosanitaria anunciados por el Gobierno.
Trabajos como el Proyecto Dissar inspirado por el deseo de contribuir a la salud de los ciudadanos y de colaborar con las Autoridades Sanitarias, hace que se deba felicitar a los expertos que han participado en él, permitiendo que su contenido haya resultado de interés para cuantos, de una forma u otra, (Profesionales Sanitarios, Pacientes , Administraciones Sanitarias, e incluso Derecho Sanitario) tengan la responsabilidad de hacer frente a esta enfermedad crónica, que afecta a más de 7 millones de españoles.