Cuando se analiza lo ocurrido en el mundo durante las últimas décadas, hay algo que se repite machaconamente en todos los ámbitos de la vida: sólo la
innovación asegura el progreso y sin ella es muy difícil alcanzar un lugar prominente en cualquier campo. En esta línea, puede decirse que, para la Organización Nacional de Trasplantes (
ONT), la búsqueda de la innovación ha presidido su actividad desde el mismo momento de su puesta en marcha.
Si una organización quiere estar en vanguardia, necesariamente
tiene que apostar por la innovación, adelantarse a los acontecimientos y tomar la delantera a sus homólogas. Sólo así podrá alcanzar las cotas más altas y lo que es más difícil, mantenerse en ellas.
La apuesta por la innovación ha sido una constante para la ONT, está en el ADN de su filosofía
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Para la ONT, con 29 años a sus espaldas y 26 de
liderazgo mundial ininterrumpido, la apuesta por la innovación ha sido una constante, está en el ADN de su filosofía y ha sido la base de que hayamos mantenido en el tiempo unos
espléndidos resultados superados año tras año. No suele ser el simple resultado de una idea genial (ocurrencias las justas), sino la consecuencia de un conocimiento profundo del tema, basado en una evaluación continua de lo que se está haciendo, en la monitorización de indicadores, su comparación entre todos los agentes internos y externos, el análisis de las mejores prácticas y su traslación a todo el sistema.
Solo actuando de esta forma se consigue levantar el vuelo cuando se produce una caída o un estancamiento (algo casi obligado dentro de una trayectoria prolongada), o en otras ocasiones evitar morir de éxito cuando parece que hemos llegado lo más arriba posible y que ya no hay nada más que hacer.
Para empezar, los fundamentos de la ONT fueron totalmente originales y distintos a los de cualquier otro país, pese a la notable escasez de medios con la que se afrontaron sus inicios. Fuimos la
primera organización de carácter estatal (las existentes eran todas fundaciones privadas), que adquirió una
estructura descentralizada acorde con nuestra organización territorial, incluso mucho antes de que se produjeran las transferencias sanitarias a 10 CCAA. Centramos los esfuerzos en la
donación de órganos, que pusimos como eje del sistema mientras que en el resto del mundo eran los trasplantes los que primaban sobre todo lo demás, dejando a la donación un papel meramente marginal. Dimos a la figura del coordinador (que no habíamos inventado nosotros) un perfil completamente distinto basado en los médicos intensivistas que además de su trabajo en la UVI, ejercen como coordinadores (algo que nadie había hecho) y dedicamos a la
formación independiente de los profesionales los muchos o pocos recursos de que hemos ido disponiendo, con las líneas prioritarias que nosotros íbamos marcando.
Sólo este enfoque original, distinto a lo que hacían los demás países nos permitió superarlos en solo tres años y llegar al liderazgo mundial. A partir de ahí vino una etapa de
perfeccionamiento de lo logrado y extensión hasta los últimos rincones del país, pero innovando siempre y sin dormirse nunca en los laureles. La medición, el perfecto conocimiento y el seguimiento continuo de todos los parámetros posibles del proceso de donación y trasplantes, con un programa de calidad que en su momento también fue pionero en su campo, permitió y permite en todo momento a la ONT
monitorizar hasta el más mínimo detalle y actuar en consecuencia cuando algo no va como debería.
Cuando en la década pasada, los cambios epidemiológicos y sociales apuntaban a un descenso progresivo de las muertes encefálicas y por tanto de los donantes potenciales y a que el enfoque tradicional no daba más de sí, se aprueba en 2008 el
Plan Donación 40. Con unas directrices totalmente innovadoras, de nada fácil implementación porque estos cambios no se improvisan, ha acabado consiguiendo el período de mayor crecimiento en la donación de la historia de la ONT con un
30 por ciento de aumento en los últimos 3 años cuando parecía que habíamos llegado a un tope.
Un meticuloso y totalmente
original programa de Benchmarking llevado a cabo entre 2008 y 2011, aplicando de manera innovadora en este campo esta práctica primariamente industrial, permitió definir perfectamente a los mejores en las distintas fases de la donación, describir las mejores prácticas en cada una de ellas y extenderlas a todo el sistema con lo que ello tuvo de fortalecimiento del mismo.
"Si no hubiéramos innovado, España hace años que habría dejado el liderazgo mundial"
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Dos de las medidas innovadoras adoptadas entonces mostraron una eficacia decisiva: la
donación en parada cardiaca y la captación de donantes en urgencias. Las cifras hablan por sí solas: de los 2.183 donantes habidos en 2017, 573 (26 por ciento) eran a corazón parado y de ellos más del 80 por ciento correspondían al tipo III o controlado, introducido a partir del Plan 40. De igual manera, la colaboración con los médicos de urgencias, con más de 8.300
urgenciólogos formados en los últimos 10 años, ha permitido que 1 de cada 4 donantes de órganos se detecten ya en Urgencias.
Es decir, alrededor de la mitad de los donantes del pasado año fueron consecuencia de las decisiones tomadas en 2008 en el Plan Donación 40 y por supuesto de su implementación exitosa posterior. Pocas veces se puede observar de una
manera tan nítida el valor de la innovación. Si no hubiéramos innovado, España hace años que habría dejado ya el liderazgo mundial.
Y así seguimos. El nuevo equipo de la
ONT dirigido por
Beatriz Domínguez Gil ha presentado un nuevo
Plan Estratégico para los próximos 5 años llamado Plan 50 X 22 porque el objetivo sería llegar a
conseguir los 50 donantes pmp en toda España en el año 2022 (algo que en mi opinión se logrará bastante antes). El Plan, muy completo y que cuenta con 6 líneas estratégicas, 25 objetivos específicos y 75 acciones, constituye la
prueba más reciente del carácter innovador de cuantas acciones ha emprendido la ONT en sus 3 décadas de vida. Una garantía de futuro.