Uno de los valores que explican los éxitos de la ONT ha sido la continuidad en su gestión. Algo nada fácil por las veleidades o los intereses personales de algunos ministros, pero que se consiguió y se tradujo en una continuidad normativa y de acción a lo largo de los años.
Un ejemplo: la ONT se crea en 1989 por la carencia de donantes, que entonces estaban en 14 por millón de habitantes (pmp), en la parte media-baja de Europa. El giro copernicano que representó este organismo nos aupó al número uno mundial en 1992 y a lo largo de los 90 nos colocó en los 32-33 donantes pmp, que garantizaba unas buenas cifras y un cómodo liderazgo mundial. Posteriormente, los donantes siguieron creciendo pero al mismo ritmo que la población española con lo que los índices se mantuvieron durante bastantes años en un rango de 33-35 donantes pmp y sin ningún viso de aumentar ante unas circunstancias epidemiológicas cada vez más difíciles para la donación, por la reducción de la siniestralidad vial entre otros factores.
Lo cierto es que en 2008 y tras un replanteamiento de la situación decidimos que había que emprender otros caminos. La vieja máxima de Einstein: si quieres resultados distintos, haz cosas distintas. De allí surgió el Plan Donación 40, pues este era el objetivo que nos habíamos propuesto en donantes pmp, hoy ampliamente superado.
Dos eran las grandes vías de mejora que había que desarrollar en la donación de personas fallecidas y ninguna era simple: el desarrollo de la donación en asistolia controlada, los llamados DCD-III en la literatura anglosajona, y la implicación de los médicos de Urgencias en la donación.
Para lo primero, una práctica habitual en los países anglosajones pero inexistente en los católicos latinos, era preciso primero un cambio generalizado y sin traumas de mentalidad en aspectos tan sensibles como la forma de muerte; luego, un cambio legal y, en tercer lugar, una formación de coordinadores, intensivistas, cirujanos y clínicos. Y así se hizo: un programa piloto en Vitoria, avalado por Osakidetza y la ONT demostró que aquello era perfectamente posible, un cambio legislativo que no levantó la más mínima polémica aprovechando la directiva europea del 2010 liderada por España, y su trasposición en 2012, y mientras tanto un acuerdo técnico total entre profesionales, explicado a la población a través de la prensa y unos cursos de formación extendidos por toda España y que se han venido repitiendo hasta ahora.
El resultado es que hoy día la cuarta parte de nuestros donantes lo son en asistolia (más de 500 en 2016) y en muy poco tiempo uno de cada tres donantes de órganos en España lo será en parada cardíaca, con más de 70 programas funcionantes, algo que hace 10 años prácticamente no existía. España es ya también el primer país del mundo en donantes en asistolia cuando hace muy pocos años estábamos a gran distancia de EEUU, Reino Unido u Holanda, todos hoy día superados gracias a estas medidas.
La segunda línea de mejora era la participación de los médicos de Urgencias en la detección de donantes fuera de UVI, algo cuya importancia fue corroborada en casos como el de La Rioja o en el estudio nacional de benchmarking realizado en la pasada década, donde se analizaron las mejores prácticas en cada paso de la donación, que por tanto debían ser extrapoladas al conjunto del estado.
Nos pusimos a ello: firmamos un acuerdo con la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), establecimos con los urgenciólogos los protocolos y sobre todo nos enfrascamos en un programa conjunto de formación iniciado en 2009 por el que han pasado ya más de 7.000 médicos y enfermeras de urgencias y emergencias de todas las comunidades autónomas en nada menos que 214 cursos patrocinados por la ONT y organizados siempre en colaboración con los médicos de Urgencias. El resultado es que, en 2016, la cuarta parte de nuestros donantes se detectaron en Urgencias gracias a todas estas medidas y todo hace pensar que este porcentaje, como el de la donación en asistolia, va a seguir subiendo.
La imparable línea creciente del número de donantes que nos ha permitido llegar en 2016 a los 43,4 pmp y este año muy probablemente nos haga superar los 45 pmp se basa por tanto en medidas tomadas hace una década y desarrolladas armónicamente en toda España desde entonces. Solo una continuidad en la gestión ha permitido estos resultados sin los cuales nuestro país ya no sería líder mundial y no podríamos abastecer la creciente demanda de trasplantes.
Compárese con los 16 ministros de sanidad habidos en España durante los 28 años desde la creación de la ONT, los otros tantos consejeros en cada comunidad y los incontables cambios en puestos intermedios de gestión que todo ello ha condicionado. Sin comentarios.