Durante la
reunión anual de Coordinadores de Trasplantes y Profesionales de la Comunicación que se viene celebrando en Zaragoza desde hace ya 17 años, la ONT hizo público un dato en mi opinión muy relevante, pero que ha pasado un tanto desapercibido entre la avalancha informativa diaria.
"Desde la entrada en vigor de la “Ley Orgánica 3/2021, de 24 de marzo, de regulación de la eutanasia”, dos personas han donado ya sus órganos tras la práctica de la misma, permitiendo trasplantar 6 órganos a 5 enfermos"
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Desde la entrada en vigor de la “Ley Orgánica 3/2021, de 24 de marzo, de regulación de la eutanasia”, dos personas han donado ya sus órganos tras la práctica de la misma, permitiendo trasplantar 6 órganos a 5 enfermos. De hecho,
hasta ocho personas en espera de que se les practique la eutanasia se han ofrecido a donar sus órganos en caso de que no haya contraindicación médica que lo impida.
Todo ello ocurre cuando la ley solo lleva en vigor 5 meses, desde finales de junio, y en varias comunidades su implementación está siendo bastante lenta. Una vez más el
sistema de trasplantes en España se ha situado en primera línea de un cambio social tan importante como la legalización de la eutanasia, una norma de la que empieza a hablarse en el Parlamento en 2017, de la mano de una proposición de Unidas Podemos que fue rechazada pero que permitió iniciar y recorrer un largo camino de 4 años hasta la aprobación definitiva de la regulación ahora vigente.
Los españoles ante la eutanasia
Esta asunción social sin estridencias de unos temas tan delicados como la eutanasia y su combinación con la donación de órganos obedece sin duda por un lado a la gran confianza de la población española en su sistema de trasplantes y su forma tradicional de actuar en asuntos necesariamente comprometidos, y por otra a la
fuerte corriente de opinión en favor de la eutanasia que ya mostraban las encuestas antes de la aprobación de la ley. En 2018 se alcanzaron porcentajes del 77,5% del CIS al 84% de Metroscopia, con cifras incluso mayores entre los jóvenes y en todo caso siempre mayoritarios, incluso entre los votantes de partidos conservadores y en católicos practicantes o no. De igual manera, datos de
The Economist en 2015 señalaban ya que en Europa sólo Bélgica, Holanda y Francia mostraban un apoyo a la eutanasia ligeramente superior al español y en los dos primeros ya estaba legalizada.
No es sorprendente esta actitud abierta de los españoles ante el final de la vida que como no podía ser menos, coincide con la experiencia mayoritaria de los médicos especialistas en cuidados intensivos y que por ejemplo permitió hace ya más de una década el abordaje de la
donación de órganos en parada cardiocirculatoria con una amplísima aceptación social y médica. Esta práctica, entonces solo presente en unos pocos países, la mayoría anglosajones, se desarrolló sin el más mínimo problema hasta el punto de que hoy se lleva a cabo en más de 100 hospitales españoles, representa más de la tercera parte de los donantes de nuestro país cuando hace 10 años era meramente testimonial y es uno más de los aspectos de la donación en los que España es líder mundial. La limitación del soporte terapéutico vital es algo muy anterior a todo esto y profundamente asumido por profesionales y población general desde hace mucho tiempo.
"Parece lógico pensar que los enfermos que solicitan la eutanasia son particularmente sensibles a los sinsabores de quienes esperan un trasplante y en su mayoría proclives a la donación de órganos"
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La única forma de que se materialice la donación en uno de estos pacientes que van a recibir la eutanasia es tras parada cardiocirculatoria programada en el hospital ya que en ningún caso se va a producir una muerte encefálica en estas condiciones, y como muy bien recalcaba la directora de la ONT “sabiendo que el enfermo puede cambiar de opinión en cualquier momento”. Parece lógico pensar que los enfermos que solicitan la eutanasia son particularmente sensibles a los sinsabores de quienes esperan un trasplante y en su mayoría proclives a la donación de órganos.
Por lo demás, los primeros países que legalizaron la eutanasia cuentan ya con una significativa experiencia en cuanto a donación de órganos de forma que Bélgica ya ha tenido 50 donantes que recibieron la eutanasia desde 2011, Canadá más de 100 desde 2017 y Holanda más de 80 desde 2012. En este caso, son otros los países que han marcado el camino. Se ha estimado que hasta un 10% de estos pacientes son potenciales donantes de órganos. En el momento actual, la ONT está elaborando junto con todos los profesionales involucrados en el proceso un
protocolo común de actuación.
La donación de órganos tras la eutanasia se inscribe en un cambio general de paradigma, que se instauró precisamente en Madrid, en el año 2010, durante la
Consulta Global de la OMS, organizada por la ONT en colaboración con la Unión Europea y la Sociedad Internacional de Trasplantes. Tras las conclusiones de esta reunión,
la donación se inscribe en el contexto de los cuidados al final de la vida y se contempla no ya solo como un deber de solidaridad con los que necesitan un trasplante, sino también como un derecho de todas las personas a donar sus órganos y con la obligación de los poderes públicos de hacer posible ese derecho.
Decididamente, la sociedad evoluciona, en algunos temas a más velocidad de lo que parece y lo cierto es que más vale estar a la vanguardia de estos cambios que verse arrastrado por ellos. Los trasplantes no podían quedarse atrás.