A lo largo de los últimos años hemos visto madurar y cambiar la idea de Salud Laboral. Piénsese en los cambios que se produjeron entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
La Ley de Accidentes de Trabajo, que se aprobó en 1900. Se considera la primera ley de seguridad social en España, importante igualmente fue en 1971, el Plan Nacional de Higiene y Seguridad, culminando en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, Ley 31/95 que es una copia pormenorizada de la Directiva Europea 89/391/CEE, la que a su vez recoge las directrices marcadas por el Convenio 155 de la OIT. En 2015, se cumplió el vigésimo aniversario de su publicación.
Ley fruto del Dialogo Social y encaminada a luchar contra la siniestralidad laboral y conseguir un trabajo digno y saludable. Intentando afrontar los riesgos laborales de una manera adecuada, adaptada a cada sector económico y a cada profesión.
Actualmente tenemos una normativa, en general aceptable en esta materia, Pero en este conglomerado de leyes, decretos y reglamentos, también muchos se contraponen y, dan lugar a vacíos legales y criterios interpretativos (judiciales y extrajudiciales) distintos. Esto hace que su permanente incumplimiento y la falta de compromiso político de los diferentes Gobiernos nos sitúen a la cabeza de la siniestralidad laboral en la UE.
Dos millones de personas mueren en el mundo a causa de accidentes laborales y enfermedades profesionales cada año.
La Ley no sirve si no existe equidad y capacidad de llevarla a la práctica. Y la salud y la seguridad en el trabajo vienen condicionadas por la estabilidad en un empleo, de calidad y seguro.
Debemos evitar que la prevención esté orientada tan solo al cumplimiento de una norma para evitar las consecuencias de su incumplimiento. Y aún está por definir lo que se entiende, concreta y definitivamente, por integración de la actividad preventiva en una organización empresarial.
Según datos derivados de accidentes laborales, a muchos trabajadores les falta formación en prevención, general o específica de su puesto de trabajo, o bien no tienen realizados los reconocimientos médicos de vigilancia de la salud, siendo éstas, causas de alto número accidentes.
A juzgar por el desconocimiento generalizado de su existencia y el escaso interés de las Administraciones en su cumplimiento, el Plan Nacional de Formación en Prevención de Riesgos Laborales ha quedado en papel mojado. En 2011 todavía existían empresas que no contaban con un Plan de Prevención de Riesgos Laborales.
La formación a empresarios , trabajadores, y la existenccia de profesionales adecuadamente cualificados, son elementos esenciales para progresar en salud laboral.
Competitividad y prevención deben ser compatibles
El paso del tiempo, ha plateado su sien, y demostrado algunas deficiencias e ineficacias que convendría corregir, ya que la recuperación económica de la crisis, y el aumento de actividad, producirán un aumento de la siniestralidad.
Los accidentes laborales en un principio tenían más que ver con caídas y golpes, posteriormente han adquirido importancia los problemas ergonómicos.Y en la actualidad, una de las principales causas de accidente laboral es el tráfico.
Se ha de evolucionado de una cultura de reparación a una de prevención y nuevos factores (riesgos emergentes y psicosociales) van a ir modificando el escenario en el que se ha de mover la actual Ley de Prevención de Riesgos, haciendo que afloren enfermedades laborales ocultas.
En el marco del análisis de lo conseguido hasta ahora y de la proyección de las necesarias mejoras de futuro, la prevención sigue siendo vista como un problema más que hay que resolver de entre los múltiples y costosos papeles de la gestión.
Es necesario pues, entre otros, evitar la burocratización de la prevención, acreditar la formación por competencias y experiencia de los trabajadores, contemplar nuevos riesgos como pueden ser el “presentismo” laboral, la seguridad vial, la nanotecnología o los riesgos psicosociales.
Incorporar la visión de género en todos los itinerarios de la prevención. Investigar e incidir en las enfermedades profesionales. Conseguir una aproximación multidisciplinar a los problemas que surgen en las empresas, tanto para medirlos y evaluarlos correctamente como para solucionarlos. Promover la formación continuada en prevención de riesgos laborales y promoción de la salud en el trabajo de los profesionales sanitarios de atención primaria y especializada.
Incrementar las actuaciones de la Inspección de Trabajo, sensibilizar a la población desde la educación primaria de la importancia de la salud laboral, y lograr una mayor coordinación entre las diferentes administraciones en la lucha contra la siniestralidad en el trabajo. Garantizar un adecuado registro de las enfermedades derivadas del trabajo, que evite una menor protección social de los afectados y un desplazamiento del gasto hacia el Sistema Nacional de Salud.
Disminuir el absentismo favoreciendo un cambio de mentalidad en las organizaciones, encaminado a promover Planes de Salud que fomenten el trabajo sostenible y un envejecimiento saludable.
Diseñar políticas y planes de prevención eficaces, en colaboración con las sociedades científicas y los agentes sociales y económicos.
Queda todavía margen para actuar y camino para andar. En definitiva una Salud Laboral, capaz de adaptarse a los nuevos entornos socioeconómicos y globales de nuestro ambito laboral.Volver.