Hace unos días, se publicaba una noticia que reflejaba que en nuestro país
se invierte más en los equipos de fútbol que en la ciencia.
Cada país establece sus prioridades a la hora de elegir en que hará sus inversiones y, en nuestro país,
hace mucho tiempo que la sanidad dejó de ser una cuestión vital en los presupuestos.
Nuestra clase gobernante considera la
Sanidad un negocio o un gasto, y no una inversión como realmente debe ser. La suposición es clara: una población más sana tendrá menos enfermedades y, por tanto, menos bajas laborales, menos absentismo y mayor productividad. Igualmente, una mayor parte de la población llegará a la
edad de jubilación en mejores condiciones y sin necesidad de adelantarla.
Una sanidad que no registrase
listas de espera, no solo supondría un beneficio para la salud de los pacientes, sino que traería consigo un
ahorro económico muy importante al
reducir el tiempo medio de las bajas laborales, por ejemplo, ya que las pruebas diagnósticas y los procesos terapéuticos tendrían mayor agilidad.
En nuestro país hace mucho tiempo que la sanidad dejó de ser una cuestión vital en los presupuestos
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Una inversión del 25 por ciento del
presupuesto total destinado a la Atención Primaria (no del 14 por ciento como ocurre actualmente) supondría descongestionar los Servicios de Urgencias, atención que siempre es más costosa económicamente. Un 25 por ciento del presupuesto sanitario para el primer nivel asistencial también supondría
menores ingresos hospitalarios de los pacientes crónicos dado que, al poder dedicarles más tiempo por parte de su médico de Familia, estarían más controlados. Una financiación suficiente para la Atención Primaria supondría, además, la disminución de las listas de espera y la posibilidad de dar la respuesta a las necesidades reales de la población.
Recientemente, se ha publicado un informe estadounidense que concluye que la
generación millennial apuesta por acudir a los servicios de Urgencias de los hospitales antes que a la Atención Primaria por una cuestión de inmediatez. No nos debe sorprender que una generación acostumbrada a la rapidez y la velocidad de las redes sociales, no se plantee esperar 20 días para una cita con su médico de familia.
Invertir en las plantillas de profesionales, tanto en número como en la mejora de sus condiciones laborales, supondría la desaparición de las lista de espera, la
mayor satisfacción de los pacientes, y también un mayor rendimiento de los profesionales que, al trabajar con menos sobrecarga y con un reconocimiento de su trabajo, aumentarían sus índices de producción.
Arrastramos una
época de crisis. Una crisis que golpeó duramente a este país y que se cebó con muchos españoles, alcanzando las situaciones más dramáticas inimaginables. Una crisis en la que bajar el sueldo de los empleados públicos, disminuir el número de efectivos y reducir el gasto en Sanidad o Educación fueron los caminos que trazaron nuestros políticos. Pero, afortunadamente, los años han pasado, la crisis ya se empieza a perder en el horizonte y todos aquellos recortes que se justificaron, en su día, como algo necesario por la situación económica, se siguen manteniendo. Los políticos continúan en esta línea de gobierno cortoplacista, basada en los recortes, que siguen ahí sin maquillaje, como algo consolidado. Quieren que olvidemos que debían ser, tan solo, una medida temporal.
Las
pérdidas retributivas de hasta el 30 por ciento, los 10.000 médicos menos en la Sanidad Pública, los ataques también a profesionales de otras categorías, miles de camas hospitalarias que desaparecieron, presupuestos como el de la Región de Murcia, en los que se presupuesta muy por debajo de lo que se sabe, de antemano, que va a costar la Sanidad, y arrastran un déficit ya crónico.
¿Cuándo dejaremos los profesionales de ver cómo nuestras nóminas llevan un recorte por una crisis que ya pasó y que no puede ser la justificación de todo?
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Si las listas de espera, la Atención Primaria, revertir los recortes o una dotación suficiente de los Servicios de Salud fueran una prioridad para las administraciones, estos problemas estarían ya solucionados.
Y se publican encuestas que miden los votos que van a recibir cada partido, que miden los problemas que preocupan a los ciudadanos, pero que no miden las prioridades de los partidos, más preocupados por conseguir la foto del momento o por arrancar otro puñado de votos en las próximas elecciones.
Este año vemos unos
Presupuestos Generales del Estado en los que la
Sanidad Universal es una realidad y el
copago a los más desfavorecidos desaparece. Bien, pero insuficiente. ¿Dónde están las demás cuestiones que deben de ser resueltas? ¿Cuándo se recuperará la inversión perdida en sanidad? ¿Cuándo dejaremos los profesionales de ver cómo nuestras nóminas llevan un recorte por una crisis que ya pasó y que no puede ser la justificación de todo? ¿Cuándo habrá un plan real para que desaparezcan las lista de espera?
Los presupuestos no serán suficientes mientras nuestros políticos piensen que es más rentable hacerse la foto con los ecógrafos que se han comprado para los centros de salud y decirle a la población que las ecografías se las hará su médico de Familia, en lugar de formar a ese médico de Familia en ecografías y darle el tiempo y los recursos suficientes para poder ofrecer una atención de calidad a sus pacientes.
La inversión no será suficiente mientras pensemos que invertir en fútbol es más rentable que apostar por la ciencia. Los problemas de la sanidad no se solucionarán a no ser que profesionales y pacientes digamos, alto y claro, basta ya.