Dieciocho médicos, un veterinario, una psicóloga, una economista y dos abogados son los 22 “elegidos” para diseñar el desconfinamiento. Además de su expertía, por su formación académica y trayectoria profesional, casi todos tienen un cargo político en las administraciones autonómicas
¿Qué denota este proceso de selección al establecer este perfil competencial?
Tres cuestiones:
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Primera. Mucho discurso político, muchas promesas y muchas buenas voluntades para que las enfermeras sigan al pie del cañón, tiren del carro en las circunstancias más adversas y hayan cogido las riendas en todos los rincones del país gestionando recursos, liderando a los profesionales y empleando toda su creatividad y capacidad de innovación en procesos y servicios para salvar la precaria situación. Pero... mejor las arrinconamos ahí, en esos sitios. Es como ignorar todo el conocimiento y todo el acervo experiencial de quien, verdaderamente, ha sido el motor en el control de la evolución de la curva y ha sabido realmente hacerlo.
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Segunda. Continuamos con un enfoque medicalizado y hospitalocentrista en el abordaje de la salud de la población, excluyendo la visión holística e integral que exige un problema de salud pública de las dimensiones de esta pandemia. Ya lo estamos viendo. El éxito de este diseño se medirá en términos de altas hospitalarias e índices de ocupación de las UCIs, en vez de empezar a comprobar datos que midan los resultados en salud de la población y que ponen en valor el bienestar y los cuidados: secuelas, cronicidad, dependencia, aislamiento, desigualdad, vulnerabilidad... Estos índices serán también excluidos, arrinconados junto a la Enfermería, junto a los cuidados enfermeros, que son los que inciden en estos resultados. Me temo que las futuras estrategias seguirán con un enfoque paliativo, ahondando en cómo bajar las cifras que colapsan el hospital, en vez de diseñar también un enfoque preventivo, ignorando los factores condicionantes causales que evitan que las personas lleguen al hospital y que inciden en las competencias cuidadoras de la población. Es necesario promover que los ciudadanos se conviertan en “autogestores de vida saludable”.
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Tercera. Sobre el papel, parece que al frente de las reformas, de los planes, “se coloca” a meros trasmisores y ejecutores de decisiones políticas previamente tomadas y consensuadas. Por el contrario, este es el momento de apostar por el liderazgo y por agentes de mejora, con capacidad de resolver y transformar la realidad, como somos los profesionales de Enfermería. La composición de lacomisión de expertos para el desconfinamiento ignora, así, la evidencia sobre el liderazgo enfermero y hace oídos sordos a las directrices de la OMS y del movimiento Nursing Now: “Impulsar el liderazgo y la influencia de la enfermería y la partería para mejorar los servicios de salud. El personal de enfermería y partería ya cumple funciones de divulgación e innovación en las comunidades, así como en dispensarios y hospitales y dentro del sistema de atención sanitaria. Pero debe estar valorado en su justa medida y contar con representación en instancias de dirección en las que pueda orientar las políticas e inversiones de salud. En el personal de enfermería y partería reside quizá la respuesta a muchos de los problemas de salud que aquejan al mundo, pero primero tendremos que superar ciertas barreras profesionales, socioculturales y económicas”. Muchísimas barreras en el caso español, está claro.
El hecho de que las enfermeras formemos parte de esta comisión no era una cuestión de inversión o de fondos.
Esta vez sólo era cuestión de voluntad política y, sobre todo, de justicia social. De nuevo, nosotras no fallamos al sistema, pero el sistema sí que nos falla.