“- Podrías decirme, por favor, ¿qué camino debo seguir?
- Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar- dijo el Gato”
Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll
Si tuviera que
describir con una sola palabra el mundo sanitario actual, mi opción sería “complejidad”. Si pudiera hacerlo con dos palabras, sería “complejidad y cambio”; y si tuviera tres palabras creo que serían
“complejidad, cambio e incertidumbre”.
Todo en conjunto sería algo así como: vivimos una época sanitaria con un importante incremento de la complejidad, en el que se han producido en un espacio de tiempo relativamente corto grandes cambios, y todo ello en un contexto de elevada incertidumbre.
“¿Qué camino debemos seguir en Medicina? Para algunos la respuesta es clara: más y más conocimiento biomédico, más y más tecnología"
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Acumulamos de las pasadas décadas no solo un desarrollo científico-técnico espectacular, sino una sociedad a veces difícil de reconocer, o de reconocernos en ella como médicos, con un cambio asociado en la
relación médico-paciente o, más en general, profesional sanitario-paciente.
A veces, ante el reto que supone este panorama, emerge la pregunta que Alicia realiza al Gato: “¿Qué camino debemos seguir?” Para algunos la respuesta es clara: más y más conocimiento biomédico, más y más tecnología… Pero la respuesta del Gato es sabia:
“El camino depende del sitio al que quieras llegar”.
Y este es un punto fundamental, sino el más fundamental:
definir dónde queremos o podemos llegar en medicina, pues nos puede marcar cuál es el camino, las prioridades y la ruta.
Ética y Medicina
En los años 80,
Stephen Toulmin escribió un conocido artículo titulado
«Cómo la medicina salvó la vida a la ética». En este artículo explicaba como los conflictos éticos habían “salvado a la ética” y le había proporcionado material suficiente para sobrevivir, en unos momentos en que esta disciplina estaba estancada en debates circulares.
Quizás
ha llegado el momento en el que la Bioética (y con ella, las Humanidades) salven a la Medicina, salvarla de “de convertirse en una técnica o biología aplicada, altamente efectiva y super-especializada, pero que por el camino ha perdido su esencia, su vocación de curar y cuidar, aliviar el sufrimiento y consolar a las personas”.
Sin embargo nos resistimos aún a las Humanidades, los parientes pobres en las prioridades, en formación, en educación...
Las 'ciencias duras' de la Medicina
Una
editorial de The Lancet lo definía muy bien:
“El énfasis del adiestramiento médico actual se pone en las ciencias duras: anatomía, fisiología, bioquímica, patología, microbiología, farmacología…pero en la práctica clínica los médicos tienen que tratar de comprender a los pacientes, sus historias, sus personalidades y peculiaridades, para poder proporcionarles el mejor cuidado posible. En este lado ‘blando’ de la Medicina, las ciencias ‘duras’ les son de escasa ayuda”.
En sociedades plurales, de código múltiple y con diversidad de valores coexistentes, el mejor cuidado de las personas solo podrá proporcionarse por una aproximación “blanda”, y por cuidado entendemos la comprensión de aquello que le pasa a una persona, de porqué contacta con el sistema sanitario y qué le podemos ofrecer desde el mismo.
Y eso
solo lo podremos comprender desde la mirada a la persona.
En palabras de filósofo, que siempre lo saben explicar mejor, de
Javier Gomà en El inconsolable:
“El hombre es una entidad temporal en continuo devenir, por eso se resiste a ser comprendido por las ciencias naturales. Sólo el género narrativo, que se hace cargo del antes y del después, logra apresar su fluyente esencia…Cuando queremos saber más de alguien y preguntamos quién es a nadie se le ocurre respondernos con una definición, siempre con una historia: la de sus orígenes, su cuna y las vicisitudes de su biografía”.
Amenidades médicas
No describimos a nadie por sus datos antropomórficos y su código genético, de momento. Por lo tanto,
no entenderemos a nadie solo con sus datos, aunque ampliemos el número de datos.
Pero
el rumbo de la Medicina sigue como un gran buque escorado hacia el horizonte del conocimiento “duro”, y allá vamos, con barquitos casi de papel los de las Humanidades blandas blandísimas, las bioéticas, las narrativas, los comunicadores, los antropólogos de la salud…revoloteando alrededor.
Uno de nuestros grandes maestros clásicos ya nos lo decía: “En nuestra tierra, siempre hemos considerado las Humanidades médicas, como Amenidades médicas”.
Quizás sea este el camino a seguir:
intentar amenizar una medicina desamenizada, fría, impersonal. Amenizarla para seguir intentando cuidar y curar personas, amenizándola con libros, artículos, películas, series, narraciones…
Porque a través de lo ameno quizás lleguemos a lo humano.