Madrid acoge estos días el IV Simposio de Cirugía Endovascular, en el que más de 200 especialistas estamos poniendo en común los retos y problemas que nos preocupan y los últimos avances de una disciplina que interesa a muchos pacientes, pues prácticamente el 50 por ciento de la población mayor de 50 años sufre alguna patología vascular, un porcentaje que irá en aumento conforme avance la esperanza de vida de la población.
A estas alturas, ya resulta indudable que las técnicas endovasculares han supuesto una verdadera revolución en la cirugía de arterias y venas, revolución que ha expandido las posibilidades de tratamiento a pacientes que antes se consideraban inoperables o que presentaban un altísimo riesgo quirúrgico.
La aportación más significativa de estas nuevas técnicas se ha producido sobre todo en venas, donde la cirugía endovascular ha llegado a reemplazar a la cirugía convencional en algunos casos, permitiendo reducir el tiempo de reincorporación de un paciente a su actividad ordinaria de un mes a menos de una semana.
La cirugía de la aorta abdominal y sobre todo torácica representa, de hecho, hoy por hoy, el campo de aplicación más claro de las técnicas endovasculares, que han logrado reducir el índice de fallecimiento en estos casos quirúrgicos del 20 al 2 por ciento. Hasta el punto de que ya sólo se opera en abierto cuando hay dificultades anatómicas que impiden colocar la prótesis y cuando el paciente es demasiado joven.
El grupo más numeroso de estas operaciones no invasivas se concentra, sin embargo, en las arterias, y, de forma específica, en las de los miembros inferiores, especialmente en la ilíaca, en la femoral y la poplítea por patología oclusiva.
En cualquier caso, tanto en venas como arterias, el protagonismo creciente de las técnicas endovasculares se constata en los datos de su uso. Después del nuevo crecimiento experimentado en 2012, último año del que se disponen datos, representan ya el 30 por ciento de la cirugía vascular. Dicho de otra forma, tres de cada diez intervenciones quirúrgicas de arterias y venas se realizan ya con técnicas menos invasivas. En algunas patologías, el porcentaje roza el 50 por ciento.
La evolución de la cirugía endovascular en nuestro país muestra el protagonismo creciente de estas técnicas, pero muestra también la prudencia y el rigor con los que se está produciendo su incorporación.
Podríamos decir que la especialidad ha avanzado a pasos agigantados. Y es verdad, pero esos pasos han sido al mismo tiempo sólidos, medidos y acompasados, como deben ser, pues se ha supeditado la incorporación de las nuevas técnicas a la constatación científica de sus resultados sanitarios y al análisis de su costoeficiacia. De ahí que en 2011 no crecieran y que en 2012 el crecimiento haya sido muy moderado.
Al contrario de lo que está ocurriendo en América y en otros países de Europa, en España la cirugía por catéter sólo se está utilizando para los casos en los que realmente está indicada y en aquellas patologías en los que empezamos a disponer de más y mejores resultados a medio y largo plazo frente a la cirugía abierta.
Dado que muchas de las técnicas endovasculares son muy recientes, el estudio a largo plazo de los resultados de estas técnicas es precisamente uno de los grandes retos de futuro de nuestra especialidad, sin dejar de lado por supuesto la investigación y actualización continua en estas nuevas técnicas, sobre todo en patologías complejas, que ahora mismo están tratándose con técnicas híbridas, que combinan la cirugía abierta y las técnicas endovasculares y para las que se busca una solución completa endovascular que reduzca los riesgos y abra el espectro de pacientes que puedan ser operados.
Otro de los retos pasa por reducir el coste de la tecnología, que es todavía muy elevado, pues se hacen prótesis “a medida” para cada paciente, lo que nos obliga a valorar muy bien la costo-eficacia de la incorporación de estas nuevas técnicas. Y, por último, lograr que el equipamiento y dotación tecnológica de nuestros quirófanos esté acorde con el avance espectacular de las técnicas que se están empleando. Es bueno para el paciente (podemos ser mucho más precisos con un equipo de imagen avanzado, ya que se puede evitar radiación innecesaria tanto al paciente como al profesional, y también es bueno para el sistema, para su sostenibilidad, porque nos permitirá ser mucho más eficientes).
Avanzar en todo ello, sin precipitación pero sin pausa, asegurando siempre el interés sanitario de cada nueva incorporación tecnológica y poniendo a los pacientes en el centro, es la hoja de ruta de la especialidad y el objetivo que nos guía a los profesionales del Capítulo de Cirugía Endovascular.