Hace unas semanas se ha celebrado el examen MIR. A partir de abril se realizaran los actos de asignación de plazas. Aproximadamente 6.500 plazas ofertadas y varias polémicas sobre la mesa. Una de ellas es la falta de plazas que va a dejar a muchos licenciados sin poder trabajar oficialmente en la sanidad pública a pesar de tener un título universitario bastante difícil de conseguir. Otra es el reconocido déficit de tutores, que afecta principalmente a mi especialidad, la Medicina de Familia.
Yo soy tutor de residentes con una experiencia de más de 10 años. Estamos acostumbrados a que la Medicina de Familia sea el relleno, el último recurso, para los médicos licenciados que no han tenido muy buen resultado en las pruebas selectivas MIR. Yo amo mi profesión, mi especialidad y quiero comunicar ese aprecio a mis residentes. Muchos de ellos pasan por la Medicina de Familia como una estación temporal de camino a su especialidad soñada y son una excepción los que vienen con una vocación clara de que es su especialidad definitiva. Mi perspectiva me ha hecho ver cómo muchos de los que al principio reniegan de su elección terminan viendo las bondades de esta gran profesión que es la Medicina de Familia.
Os animo a todas y todos a considerar la opción de la Medicina de Familia en vuestro listado de especialidades y destinos que estos días estáis elaborando con tantos nervios e ilusión. Se que nos conocéis poco, que muchos no sabéis cómo trabajamos salvo en vuestra faceta de paciente. Una de las posibles causas es que no estamos integrados en la universidad. Nuestra presencia en estas instituciones es, en el mejor de los casos, residual. Siempre he defendido que si la mayoría de los licenciados terminan siendo médicos de Familia esta especialidad tendría que tener una presencia fundamental en los programas de la licenciatura (o grado, perdonad pero soy de la vieja escuela). La formación en la facultad es eminentemente hospitalaria y como dice un compañero en el centro, "hay inteligencia sanitaria fuera del hospital". Los más avanzados habréis hecho una rotación de unas semanas al final de la carrera cuando la implicación de la Medicina de Familia en la tutorización de la experiencia clínica debería empezar mucho antes, quizá en tercero.
Los médicos de Familia tenemos fama de hacer sólo trabajo administrativo y supeditado a lo que nos manden otros especialistas y nuestros queridos gestores. Es cierto en gran medida. Si hay algún documento que hacer y afecta de forma más o menos directa a la salud, sea para lo sea, haya que presentarlo donde haya que presentarlo, habrá un médico de Familia al que dar la orden de hacerlo. Muchos de nosotros nos resistimos, no negándonos a hacer esos papeles porque es parte de nuestro trabajo sino intentando hacer lo que aprendimos en la universidad y en nuestra experiencia clínica, intentamos hacer medicina.
Hacer Medicina de Familia no es sólo hacer papeles y recetas. Es conocer a nuestros pacientes, sus circunstancias sociales, familiares y económicas que condicionan gran parte de su forma de enfermar. Es generar confianza para conseguir que nos cuenten cosas en la consulta que nadie más sabe, conseguir que realicen cambios en su estilo de vida, que asuman la enfermedad y la forma de prevenirla y enfrentarla, que confíen en que somos sus compañeros en el camino de la vida, en la salud y la enfermedad. Ese conocimiento, esa confianza, esa atención integrada y longitudinal en la asistencia es nuestro sello. Somos médicos de seres humanos, no de partes o sistemas corporales aislados. Cuando estáis en la consulta es fantástico ver cómo experimentáis el cambio y creáis vuestra propia relación de confianza con los pacientes en el cuarto año. Me encanta cuando un paciente dice que viene a ver al residente. Muchos sois capaces de crear vuestro propio cupo en mi consulta.
Es una pena que el sistema no sea capaz de ofertar una Atención Primaria de mayor calidad, más personalizada y con el tiempo adecuado a cada persona y problema a tratar. Nuestra misión es convertir ese tiempo en un rato de asistencia humana, con la técnica necesaria, para conseguir nuestro objetivo que es una población más sana y preparada.
Necesitamos de vuestra participación en esta aventura. Sin vosotros los residentes el sistema sanitario no tendría continuidad. La formación y la docencia MIR es la base sobre la que construir la sanidad del futuro. Y es cierto que hay cada vez más escasez de tutores. No estamos remunerados ni compensados siquiera con más días de formación. Yo mismo tengo cinco días libres para tareas formativas al año y tutorizo tres residentes. En ocasiones tengo que ir a congresos pidiendo días de vacaciones. Y en el fondo, mi trabajo como tutor es la formación de futuros profesionales para la gran empresa de la sanidad pública. No recibimos ni un agradecimiento en forma de diploma honorífico o puntos en un baremo. Y a pesar de todo hay muchos compañeros que consideramos la docencia como parte fundamental de nuestro trabajo sin la que nos sería imposible desarrollarnos como profesionales de la salud.
En fin, os animo a considerar la medicina de familia en vuestras opciones. Venir a los centros de salud estos días a hablar con nosotros, a conocer desde dentro nuestro trabajo. Estaremos encantados de compartir impresiones con nuestros futuros residentes. No solo hacemos trabajo administrativo, hacemos asistencia, formación, educación poblacional en salud y hasta investigamos e innovamos con nuevas formas de comunicación en nuevas tecnologías. Y con 60 pacientes diarios. Necesitamos ayuda, vuestra ayuda para cambiar las cosas y hacerle ver a nuestros políticos y gestores que una medicina de familia de calidad y un sistema sanitario de calidad es posible.