La artritis reumatoide (AR) afecta a 200.000 personas en España. Es una de las más de 200 enfermedades reumatológicas que padecen 1 de cada 4 españoles (11 millones de afectados).

En su conjunto, las patologías reumáticas son la primera causa de incapacidad permanente, el origen del 24% de las bajas temporales y el segundo motivo de consulta más frecuente en Atención Primaria, tras las infecciones respiratorias.

El diagnóstico precoz en Medicina es clave para minimizar las consecuencias y secuelas de las enfermedades. Requiere una coordinación bien engrasada entre los diferentes niveles de la atención médica. Tiempo, recursos, formación y vocación de servicio al paciente son las cuatro patas del banco de la sanidad, pero la vocación no debe ser la excusa para suplir las carencias en todo lo demás.

En artritis reumatoide hablamos de la existencia de una “ventana de oportunidad”, de un período de tiempo relativamente corto al inicio del proceso, donde la instauración de un tratamiento específico y vigoroso (estrategias treat to target), va a aumentar las posibilidades de que la enfermedad tenga un curso más benigno, con mejor respuesta al tratamiento, menos complicaciones y, en definitiva, menor repercusión en la calidad de vida del enfermo.

Para que yo pueda diagnosticar y tratar al paciente, necesito que me llegue en tiempo y forma a la consulta. Por eso, es básico que el médico de familia tenga el tiempo suficiente para detectar que ese paciente tiene un problema reumático grave. Que le pueda explorar a conciencia, solicitar pruebas diagnósticas básicas y derivarlo al reumatólogo de forma rápida y sin trabas burocráticas.

Sería ideal que mi compañero de Primaria pudiera aplicar guías de derivación en este tipo de enfermos, que reconociera las señales de alerta consensuadas entre reumatólogos y médicos de familia, que utilizase apps de enfermedades autoinmunes sistémicas, introduciendo parámetros que le orienten en la sospecha clínica o que se comunicase conmigo por interconsulta virtual, mail, teléfono o de la manera que le resultase más sencilla y sin trabas.

Mi mujer es médico de familia. Ayer llegó a casa y había tenido 82 pacientes entre presenciales y telemáticos. Estaba exhausta y tenía la sensación de que se le escapaban cosas, de que, a ese ritmo, su “vocación” se estaba yendo a pique. ¿Le hablo de guías, apps o interconsultas virtuales? La Atención Primaria es la entrada en nuestro sistema y poco podremos hacer desde los hospitales si no fortalecemos la primera línea.


"La tasa de especialistas de Reumatología en España es de 2,17 por 100.000 habitantes, muy lejos de los 3 por 100.000 que recomiendan los organismos internacionales"



Por otro lado, en España, según el estudio 'Realidad de la Reumatología en España y sus Comunidades Autónomas, antes de la pandemia', la tasa de especialistas de Reumatología es de 2.17 por 100.000 habitantes, muy lejos de los 3 por 100.000 que recomiendan los organismos internacionales. Este número, presumiblemente, irá bajando en los próximos años por las jubilaciones de la generación del baby boom, no compensada por los nuevos MIR que finalizan su especialidad.

Además, esta falta de reumatólogos se agrava por una distribución no homogénea de los facultativos disponibles. Comunidades autónomas con altas tasas de envejecimiento poblacional y, por tanto, mayor prevalencia de ciertas enfermedades reumatológicas, tienen menos especialistas en Reumatología que la media nacional (Asturias, Castilla León, Extremadura, Aragón…).

La consecuencia es que grandes áreas de nuestro país llevan mucho tiempo con plazas no cubiertas. En la web de la Sociedad Española de Reumatología existe una bolsa de trabajo con plazas disponibles. Hace unos días había 55 vacantes entre sanidad pública y privada.

Todo esto ha provocado la existencia de una Reumatología vaciada, donde los enfermos reumáticos no tienen reumatólogo y llegan a ser atendidos por otros especialistas distintos, con la consiguiente merma de la calidad en su atención.

La inequidad en la Sanidad es fruto del deficiente acceso a la atención médica, debido a barreras geográficas, culturales, socioeconómicas o políticas. Es un problema real y que va a más. El facilitar incentivos formativos, económicos, de conciliación familiar, ayudas para el transporte, la vivienda o el desarrollo tecnológico que permita una telemedicina seria y de calidad, promoverá que esas plazas que nadie quiere comiencen a resultar atractivas.

Necesitamos una política de estado, un pacto por la Sanidad entre todas las partes implicadas, donde el médico y el paciente sean muy tenidos en cuenta. Nuestro país debe aprovechar a los profesionales sanitarios que forma, dándoles las herramientas que necesitan para atender a la población. Nadie dice que sea sencillo, pero, sin comunicación, coordinación, voluntad y recursos, no hay vocación que aguante esta situación de forma crónica.

La ventana de oportunidad es ahora y vale para la artritis reumatoide, para cualquiera de las 200 enfermedades reumáticas y para la sostenibilidad y humanización de nuestro sistema sanitario.