Son aún días convulsos en el
panorama político de nuestro país tras la celebración de las
elecciones generales, europeas y las autonómicas y municipales. La configuración de muchos gobiernos en autonomías y municipios está aún pendiente de los acuerdos que alcancen las distintas
formaciones políticas y el estatal aún no sabemos si será monocolor o resultado de una coalición.
Transcurrirán algunas semanas, por tanto, hasta que los distintos representantes del interés colectivo a nivel estatal, autonómico y municipal comiencen a ejercer las funciones para las que han sido encomendados por la
voluntad popular y será a partir de ese momento cuando empezaremos a constatar si los compromisos adquiridos antes de los comicios se convierten en realidad o se guardan en un cajón con llave en el despacho de turno.
La mejora de nuestro
sistema sanitario público ha ocupado, en mayor o menor media según los casos, los programas electorales y los candidatos de uno u otro signo han defendido la necesidad de mantener y mejorar uno de nuestros pilares del
Estado del Bienestar. Declaraciones de intenciones que en su boca o la de otros hemos oído en muchas ocasiones y que también en muchas ocasiones no han pasado del titular de prensa.
"Priorizar la mejora de la atención sanitaria de todos los ciudadanos debe estar remarcada en las agendas de todos nuestros próximos responsables públicos"
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Con una marcha de la economía razonablemente positiva, según ellos mismos afirman, y una nueva etapa política que empieza ahora a dar sus pasos, priorizar la mejora de la
atención sanitaria de todos los ciudadanos debe estar remarcada en las agendas de todos nuestros próximos responsables públicos.
Una prioridad real que debe traducirse en un incremento de los
recursos humanos y materiales, al tiempo que se rentabilizan mejor los ya disponibles, propiciando un mayor ahorro a través de una mejor gestión, una mayor coordinación entre
niveles asistenciales y una mayor evaluación en la aplicación de
nuevas tecnologías.
Todo está prácticamente inventado, lo que falta es una decidida
voluntad política para acometer las reformas necesarias, y pendientes ya desde hace tiempo, que propicien en un futuro no muy lejano un sistema sanitario público más eficaz y eficiente en términos de salud y también a nivel social y económico.
En lo que respecta a los más de
300.000 enfermeros y enfermeras y más de 50.000 fisioterapeutas cuyos intereses defiende la organización que presido, seguiremos insistiendo que la
seguridad y salud de todos requiere de una ratios adecuadas de profesionales por paciente en cualquier
centro sanitario y sociosanitario, sea un hospital,
centro de salud o residencia de mayores, por ejemplo.
La
Ley de Seguridad del Paciente que el Sindicato de Enfermería está impulsando, a través de una
Iniciativa Legislativa Popular, así lo garantiza y en próximos meses constataremos si los distintos partidos políticos respaldan en el
Parlamento una norma que también apoyan nueve de cada diez ciudadanos en nuestro país.
Escuchar las propuestas
Por último, queremos pedir a nuestros nuevos
responsables públicos que ejerciten y practiquen el verbo ‘escuchar’. Oír las opiniones y propuestas de todos los que buscamos la mejora de nuestra sanidad y, llegado el caso, impulsar los acuerdos pertinentes que supongan un beneficio para todos.
SATSE es lo que buscará en todo momento desde el firme convencimiento de que el interés común siempre debe prevalecer.
Vivimos momentos convulsos y, no nos engañemos, todo apunta a que los próximos no estarán exentos de complejidad. Requerimos, por tanto, de responsables públicos con altura de miras que busquen sumar y no restar y que enfoquen su acción de gobierno en lo que,
como decía en un artículo anterior, realmente preocupa a los ciudadanos.
Así lo esperamos y, por y para ello, nos mantendremos expectantes, vigilantes y demandantes. No permitiremos que los nuevos gobiernos incurran en los
mismos incumplimientos de siempre. La hoja de ruta está clara:
Mejor sanidad con más profesionales.