25.600.000. Este es el número de resultados que se pueden encontrar en Google si tecleas “crecer sano”. Más de 21 millones de contenidos de todo tipo que te dan noticias, claves, recomendaciones… para que los niños, niñas y jóvenes afronten en las mejores condiciones una etapa de su vida especialmente decisiva para su desarrollo personal futuro.
Una cifra que constata la importancia que todos concedemos a que las personas más queridas e importantes en nuestro ámbito personal y, al mismo tiempo más vulnerables y permeables, adquieran los valores, pautas de conducta y hábitos de vida que hagan de ellos y ellas unos adultos física y emocionalmente sanos.
Se trata de un interés unánimemente compartido por todas las madres y padres y también por todos aquellos profesionales que trabajan, dentro de sus respectivos ámbitos de competencia, en atender de la mejor manera posible las necesidades de niños, niñas y jóvenes. Es el caso de los profesores y también de las enfermeras y enfermeros.
Los docentes desde las aulas y las enfermeras y enfermeros desde los centros sanitarios, fundamentalmente, colaboran, junto a los progenitores, en ofrecer a los niños, niñas y jóvenes el aprendizaje vital que les ayude a ser más felices, ahora y a lo largo de su vida.
Una labor que mejoraría, sin lugar a dudas, si las enfermeras y enfermeros estuvieran también presentes de manera generalizada en los centros escolares como un miembro más de la comunidad educativa para atender las necesidades sanitarias de todos los alumnas y alumnos y desempeñar una tarea formativa de prevención y promoción de hábitos de vida saludable.
Priorizar la educación en salud
Todos los estudios y análisis realizados recalcan la necesidad de que las distintas autoridades públicas prioricen la educación en salud en edades tempranas para fomentar conductas y hábitos que eviten, por ejemplo, la obesidad o futuros consumos de tabaco, cannabis, alcohol y otras sustancias estupefacientes.
Numerosas encuestas también arrojan cifras preocupantes, como que España es el segundo país europeo con un mayor índice de obesidad infantil o que somos el país europeo donde los jóvenes entre 15 y 34 años consumen más cocaína, y el tercero en cuanto al consumo de cannabis y éxtasis, mientras que una de cada cuatro muertes, entre jóvenes de 15 y 29 años, son derivadas del consumo del alcohol.
Unos problemas de salud que generan, además, miles de millones de euros de costes para nuestro sistema sanitario público que la labor de las enfermeras y enfermeros en los centros educativos ayudaría a rebajar de manera considerable. Y todo ello por los 16-20 euros al año por habitante que supone generalizar y consolidar la figura de la enfermera en los centros educativos de nuestro país.
Ante esta realidad, existe un consenso generalizado entre las enfermeras y enfermeros y la comunidad educativa (profesorado, padres y madres y resto de personal escolar) de que la labor de la enfermera escolar es necesaria y beneficiosa para todos.
Es, por tanto, una demanda a la que ahora deben dar respuesta las distintas administraciones públicas autonómicas, ya que la presencia de las enfermeras y enfermeros en los centros educativos públicos de nuestro país es aún “irrisoria”. Son nuestros responsables públicos a los que hemos elegido para trabajar por el bien común los que deben hace realidad una mejora indudable para nuestros sistemas educativo y sanitario y cuyos principales beneficiarios serán nuestros niños, niñas y jóvenes.
Hace escasos días ha arrancado en todo el Estado un nuevo curso y confiamos en que también sea el inicio de la implantación progresiva y generalizada de la enfermera escolar. Señores/as consejeros/as, ustedes tienen la trascendente responsabilidad de que los niños, niñas y jóvenes crezcan sanos y se desarrollen en salud a lo largo de toda su vida.