¿Se puede uno imaginar un hotel donde lo más importante son las zonas de esparcimiento y dormitorios del personal, por delante del servicio a los huéspedes? ¿O imaginar una estación de trenes donde nos preocupáramos de la importancia de las tiendas por delante de los accesos a las vías donde paran los trenes?
Durante mucho tiempo las infraestructuras sanitarias se han centrado más en los espacios para los profesionales que en los pacientes a los que se debe prestar el servicio. Como mucho, se ha conseguido plantear elementos de confort en las zonas de hospitalización pero tampoco se ha tenido en cuenta la funcionalidad necesaria de los espacios para prestar un servicio determinado.
La mayoría de los centros fueron diseñados según planes funcionales elaborados en relación a la cantidad de servicios a prestar, sin tener en cuenta que las necesidades debían estar adecuadamente adaptadas para el servicio que debían prestar.
Además, cuando se planificaron las estructuras, trascurrió un tiempo importante hasta la puesta en marcha, por lo que su arranque coincidió con la aparición de nuevas necesidades y nuevas adaptaciones posteriores.
Muchos centros vieron supeditados los espacios y circuitos de asistencia a las limitaciones estructurales de los mismos porque en su diseño no se habían tenido en cuenta nuevas necesidades o simplemente no se había coordinado los diferentes agentes participantes en su puesta en marcha, principalmente responsables del diseño y construcción frente a los profesionales sanitarios y sus necesidades.
En muchos años de gestión sanitaria se han podido constatar algunos errores que por su magnitud y consecuencias deberían ser tenidos en cuenta cuando se planifican nuevas estructuras. Algunos de ellos son los siguientes:
1.- Circulación de pacientes, profesionales y visitantes comunes: Muchos hospitales carecen de circulaciones diferenciadas o son insuficientes. Ello conlleva una percepción de caos que con toda seguridad se acompaña de mayor riesgo de errores y equivocaciones. Imaginemos un aeropuerto donde las llegadas y las salidas, los visitantes, mecánicos y pilotos estuvieran mezclados; ¿nos daría fiabilidad?
2.- Zonas de difícil comunicación: Los grandes hospitales de construcción vertical tiene serias dificultades para comunicar unas zonas con otras. Generalmente un número insuficiente de ascensores (no siempre diferenciados) generan esperas de varios minutos para poder cambiar de asistencia. Si sucede una urgencia cardiovascular o una parada cardiaca en una consulta externa; ¿será fácil acceder a un área de críticos?
3.- Desorientación: No todos los centros son fáciles para orientarse, ya sea porque la estructura es compleja, o porque la señalética es insuficiente. Muchas personas “se pierden” dentro de un hospital, sobre todo si es grande. Es fácil orientarse en una red de trasporte suburbano (Metro) donde hay más de 50 estaciones ¿Por qué en un hospital no lo podemos lograr?
4.- Accesibilidad: Les propongo una prueba. Imaginen que tienen que tienen que desplazarse en silla de ruedas dentro de un hospital o que se ponen una venda sobre los ojos ¿la accesibilidad es adecuada en todos los puntos del centro? En algunos centros está seriamente comprometida, sobre todo en aquellos donde las comunicaciones son deficitarias para todos los usuarios.
5.- Zonas de pacientes: Todos conocemos hospitales donde los familiares de algún paciente que está en UCI o siendo operado en quirófano de urgencias entre la vida y la muerte, tiene que esperar en una escalera o pasillo. ¿Cuántas veces el médico informa a un familiar de la gravedad de un paciente en un pasillo o en una esquina de la habitación? Definitivamente muchos centros no fueron diseñados teniendo en cuenta las necesidades de los pacientes.
6.- Lugares inapropiados: En todos los centros sanitarios, sobre todo los antiguos, encontramos un área miscelánea de servicios o funciones nada relacionadas que son expresión de unas necesidades no planificadas en el momento de la construcción y que tal vez podían requerir una redistribución más funcional: hemos visto consultas en garajes de hospitales, centros de salud mental en los huecos de escaleras, zonas de trasfusión compartidas con despachos de sindicatos,…
7.- Tecnología de alto coste en zonas inundables: Seleccionar el lugar donde debe estar situado un centro no es baladí. La tecnología que requiere la generación de aislamiento radiactivo o radiológico suele situarse en plantas bajas o sótanos que muchas veces están en recintos inundables. Esta falta de previsión constructiva puede generar un importante sobrecosto, que por desgracia, hemos vivido en más de una ocasión.
8.- Tamaños de los espacios: El tamaño de un ascensor es un problema en muchos centros inadecuadamente planificados: a veces es necesario que los acompañantes (enfermeras o celadores) se suban encima de la cama porque el ascensor solo permite el paso de la cama. Hemos visto puertas de habitaciones que no permiten el paso de camas articuladas, habitaciones que no permiten el paso de elementos tecnológicos para diagnóstico o tratamiento (ecógrafos, diálisis,…).
9.- Grandes distancias: En un periodo reciente se han edificado en España grandes centros sanitarios, que efectivamente han tratado de usar modelos de construcción en red para mejorar alguno de los aspectos antes tratados como la accesibilidad, comunicaciones y funcionalidad. Sin embargo poseen otro tipo de problemas como las largas distancias que deben de cubrir los profesionales, visitantes y en algunos casos pacientes para desplazarse en los mismos. Se han usado medidas de carácter funcional para evitarlo (concentración por procesos) o tecnológicos (robotización de determinadas acciones), pero queda por demostrarse que este tipo de construcción megalítica es la más apropiada.
10.- La luz: Aún quedan hospitales donde algunas zonas de pacientes no poseen luz natural, elemento que se reconoce como factor de complicaciones y retrasos en la resolución de las enfermedades, al alterar los ciclos de sueño / vigilia. La aparición de delirio en personas mayores en estado crítico está demostrado por esta causa. Además el trabajo de atención continuada de los profesionales puede desfavorecer un trabajo efectivo.
Estos defectos de planificación y coordinación pueden ser evitados si se trata de estructurar las fases constructivas y se utilizan equipos multidisciplinares para ello. Equipos donde los gestores sanitarios, profesionales y pacientes pueden participar con expertos en diseño, arquitectos e ingenieros en la planificación y desarrollo de la infraestructura sanitaria, y si la misma se desarrolla teniendo en cuenta las posibilidades de cambio que pueden sobrevenir en cada fase constructiva de un modo dinámico.