Decía Jean Paul Richter: “Para que el sueño, la riqueza y la salud se disfruten de verdad, es necesario interrumpirlos”. Y es cierto, no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que se pierde. Por eso el título de este artículo contiene la palabra preservar y no conservar. Preservar es “Proteger o resguardar a alguien o algo, intentando conservar su estado, de un daño o peligro”.
¿La Sanidad Pública está en peligro? Sinceramente creo que al menos la Sanidad que hemos conocido, si lo está. Un modelo de Sanidad de cobertura universal, con un nivel de calidad elevado, accesible a pesar de sus importantes listas de espera, que resuelve las necesidades de la población de forma satisfactoria y con ello contribuye de forma clara al desarrollo de una sociedad que demanda cada día más y mejores servicios. Los últimos años han sido muy duros para los pacientes y para los profesionales. La inversión en términos de PIB, en lo que a Sanidad se refiere, es francamente mejorable. Debemos acercarnos a la media de los países de nuestro entorno, y no seguir alejándonos. Si esta tendencia sigue, preservar este Sistema de Salud será imposible. Y mi gran duda es saber si realmente estamos dispuestos a ello.
No voy a entrar ahora en polémicas políticas, en ideologías, en definiciones y slogans de políticos, que no son otra cosa que bailar el agua a una clase dirigente que piensa en términos diferentes a los nuestros. La realidad que he vivido es que entre los diferentes gobiernos de variopinto color político, las diferencias con mínimas. Si uno recorta a tijera de podar, el otro lo hace con moto-sierra, si uno privatiza, el otro externaliza y alguno concierta, pero al final es lo mismo. Y en lo que siempre coinciden es en culpabilizar al profesional, recortando plantillas, bajando salarios, cerrando camas, y haciendo responsable de todo esto al Gobierno Central, a Europa, a la Troika, o a quien su imaginación se le ocurra. Unos por otros, siempre la casa sin barrer.
Marcar un horizonte claro, con un PIB dedicado a Sanidad que se respete, con unos presupuestos finalistas, sacar la Sanidad del debate político una vez consensuado el modelo, no utilizar la Sanidad como arma política, incentivar a profesionales y animarles a participar y corresponsabilizarle de la gestión, despolitizar y profesionalizar la gestión sanitaria, apostar por órganos de participación, por la transparencia, por el buen gobierno de las instituciones, y otras tantas cosas que ya hemos comentado hasta la saciedad, tales como la innovación, la formación, la docencia, etc. son tan necesarias, que si no nos ponemos a ello, veremos como el enfermo entra en estado terminal y se mantendrá un tiempo, pero terminará por agotarse y llegar a su final. ¿Estamos aún a tiempo? ¿Es aún posible hacer un tratamiento eficaz? Quiero pensar que si, pero no se qué contestarán los que tienen que tomar estas decisiones, aunque me lo imagino. La Sanidad es la joya de la corona de las Comunidades, la que te puede dar o quitar votos, la que permite nombrar muchos cargos y carguillos, la que es capaz de cambiar el color político de muchas ciudades, e incluso de CCAA. Solo recordar lo que supuso para Madrid la construcción de Nuevos Hospitales y la red de metro.
Hagamos el esfuerzo entre todos, cambiemos la mentalidad de los políticos, seamos activos en redes sociales, en medios de comunicación, creemos una corriente crítica que se transforme en una fuerza imparable. De ello depende el futuro de una Sanidad que queremos y merecemos.