Decía Martin Luther King: “Puede que no seas responsable de la situación en la que estás, pero lo serás si no haces nada para cambiarla”. Un buen comienzo para centrar lo que quiero expresar en este artículo sobre los colegios de médicos. No es cuestión de responsabilizar a nadie por cómo es posible haber llegado a la situación en la que están muchos de nuestros colegios de médicos, pero sí puede ser posible hacerlo si la situación permanece y no has intentado hacer nada para cambiarla. No quiero generalizar, con ello trataría injustamente a aquellos que ya han hecho posible el cambio en algunos colegios, no si se esto es así o no, pero quiero creer que hay quien ya ha hecho los deberes.

Mi experiencia con los colegios es larga, en concreto llevo colegiado en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid desde el 23 de julio de 1980. En unos días hará ya 44 años que pertenezco, por obligación, a una corporación de la que tengo que reconocer que he estado muy alejado hasta que hace unos años me animé a ser compromisario y miembro electo de la mesa de Atención Primaria. Incluso llegué a creer que era posible un cambio, apoyé a candidaturas alternativas a las “oficiales y continuistas” e incluso viví con profunda decepción como se desarrolló el mandato de quienes venían a regenerar el colegio y hacer ese cambio que se esperaba. Pero la historia se repite, el colegio no cambia, la profunda falta de transparencia y las maneras autoritarias siguen imperando. No llega la “democratización” a la institución que nos dice representar.

Debemos analizar en profundidad que está pasando para que una organización que debe garantizar la defensa de los colegiados, los médicos, la defensa de sus derechos, de la ética, la deontología, la que apoye con suficiencia cuando uno de sus miembros necesita ayuda, la que vele por nuestro bien, no sea así reconocido por la mayor parte de los colegiados; es que, además, como recientemente hemos visto cuando en la pasada huelga masiva de los médicos de Atención primaria, no solo no respaldaba a sus médicos, es que se posicionaron claramente del lado de la Administración en contra de esta legítima y más que justificada acción de presión, necesaria para defender los derechos de los médicos y también de los pacientes que sufren las carencias del sistema.

He vivido muchas elecciones en el colegio de médicos, todas con una constante, la escasa participación. Las juntas directivas son legítimas, eso no se puede cuestionar, pero tienen un respaldo tan escaso que se podría plantear si es cuestionable que la representación sea suficiente. Solo recuerdo una movilización importante cuando por los años 80, años en los que el paro médico era brutal, había miles de médicos precarios que vivían de las suplencias, sustituciones de permisos y vacaciones, de aquellos “aviseros” que los jóvenes no saben lo que eran, se produjo una fuerte contestación y se movilizaron para hacer una candidatura que pusiera al frente del colegio a los médicos más olvidados. La respuesta fue evidente, movilización de “oficialistas” y defensores del “statu quo” para perpetuarse en el poder, y así fue.


"Quiero creer que es posible un cambio, que hay alternativa, que todo es susceptible de mejorar si los colegiados se ponen a ello, que hay vida más allá del tradicional mirar para otro lado"



Llama también la atención que, a lo largo de la historia reciente, desconozco que pasaba hace 100 años, la presidencia siempre es para médicos del ámbito de la atención hospitalaria, bueno salvo el reciente caso del Dr. Sánchez Chillón, un paréntesis breve hasta que de nuevo las fuerzas habituales han restablecido el habitual estado de las cosas.

Colegios “parasitados” por bancos, corredurías de seguros, abogados “bien pagados”, gerente sin labor reconocida al que se retribuye de forma más que generosa, honorarios de los miembros de la junta que creo no son plenamente justificados, etc. Siempre los mismos temas enquistados, objetos de malestar y debate que quedan siempre sepultados por una mayoría de votos amigos que perpetúan la situación.

Quiero creer que es posible un cambio, que hay alternativa, que todo es susceptible de mejorar si los colegiados se ponen a ello, que hay vida más allá del tradicional mirar para otro lado, pagar la correspondiente cuota, no implicarse, “a mí, con que no me molesten…”, y todo lo que ya es un sentimiento que invade a gran parte de los colegiados. Es momento de entrar al colegio una candidatura que tenga unos objetivos claros y sencillos: abrir puertas y ventanas, airear la institución, gestionar por y para los colegiados, desprenderse de quieren parasitan los colegios, reducir la cuota a lo mínimo imprescindible, salvo que se quiera potenciar la labor de apoyo a los médicos y su defensa, que se quiera dar mayor peso ante las Administraciones, que se entienda que el colegio, junto a las otras organizaciones que representan las diferentes facetas de la profesión, sindicato profesional y sociedades científicas, deben constituir un “lobby” legal de defensa del médico, su profesión, sus derechos, algo que, sin ninguna duda, irá en beneficio de profesionales y pacientes.

Quiero que cambien las cosas, quiero sentir orgullo de pertenencia al colegio de médicos, “mi colegio”, que la obligatoria colegiación cambie para ser una tasa que se paga con agrado y que, a cambio, nos proporciona unos servicios adecuados. No quiero ser responsable de que todo siga igual, quiero ser parte de un cambio del que sentirme satisfecho.