Tabú se define por el diccionario de la Real Academia Española como “Condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar”.
Decía el periodista
Henry Louis Mencken que “el hombre más peligroso para cualquier gobierno es el hombre que tiene la habilidad de pensar las cosas por sí mismo, sin que le importen las supersticiones o tabúes”. No es que yo quiera ser un peligro para ningún gobierno, soy consciente de lo que soy, pero sí que quiero pensar y quitarme ese miedo a entrar en temas que pudieran ser tabú.
Hace unas semanas venimos escuchando y leyendo
noticias importantes que tienen que ver con la sanidad y que me invitan a escribir estas líneas. Propuesta del IDIS, anuncio de posibilidad de contratación como personal estatutario para médicos extracomunitarios, fuga de miles de profesionales cada año, dificultad para la cobertura de ciertas plazas y especialidades… Parecen ideas sueltas, pero, y esta es mi teoría, es posible que todas estén interconectadas.
El
sistema sanitario hace aguas por todas partes. Incluso las hace de forma literal, solo hace falta ver lo que ocurre en ciertos hospitales cuando llueve (o incluso sin que llueva). Estructuras viejas y muy deterioradas, listas de espera que crecen y crecen, falta de médicos en muchos hospitales y centros de salud, huida de España muy importante de facultativos en busca de mejores condiciones laborales, oferta “generosa y nada casual del IDIS” para asumir la lista de espera del sistema, y ahora la posibilidad de eximir de la exigencia de
nacionalidad para el acceso a la función pública, al amparo de la situación crítica que tenemos.
¿Qué está pasando? El
sistema sanitario público se deteriora. Ha sido objeto de privatizaciones parciales e intentos de privatizaciones masivas, afortunadamente paradas. Y conste que la
sanidad privada tiene todo el respeto y el derecho, de eso nadie puede dudar. Pero la realidad es tozuda, y vemos cómo se va cerrando un círculo que puede terminar con la creación de un nuevo modelo de Servicio Nacional de Salud “low cost”.
Se deteriora el sistema público, se desincentiva y
precariza a los profesionales. Los más jóvenes, los que tienen todo su futuro por delante, se enfrentan a la disyuntiva de permanecer en este sistema precario y que les maltrata, que les impide tener una carrera profesional y su desarrollo, que les ofrece contratos de eventual, de guardias, de “investigador”, de becario, etc., o se deciden a explorar alternativas más atractivas, como las ofertas de Inglaterra, Francia, Alemania, etc. Con ello,
nuestro relevo natural se marcha, dejan una necesidad que cubrir, y las Administraciones siguen jubilando a diestro y siniestro, aumentando las necesidades; entonces, aparecen las ideas de algunos. Hay muchas vacantes, los nuestros no quieren trabajar o se marchan, no incentivan la permanencia, no incentivan los puestos de difícil cobertura, más bien desincentivan y te cierran puertas, y entonces ya está la justificación. ¡Que vengan los extracomunitarios! Total, ellos lo mismo sí aceptan estas condiciones. Y ojo, que no digo que no sea una incongruencia formar aquí a cientos de ellos y que luego no puedan quedarse a trabajar. No se trata de eso. Pero mejor que solucionar la fuga de agua metiendo más agua, es arreglar la causa que la origina; ve al
origen del problema, incentiva a tus profesionales, planifica de forma adecuada….y si todo esto no es suficiente, abre las puertas.
Recientemente, hablando con un político, decía: “los españoles se van a Inglaterra; los ingleses se marchan a Canadá; los Canadienses a Estados Unidos; y los extracomunitarios vienen a España”. Cierre del círculo de búsqueda de la mejor oportunidad. Y reflejo del mundo que algunos quieren para aumentar sus beneficios.
Y en este panorama aparece
una oferta del IDIS, una oferta que viene a decir: “como la gestión pública es un desastre, como no sabéis hacer las cosas, como sois incapaces de dar salida a la lista de espera…aquí estamos nosotros ofertando por el
módico precio de 1500 millones la solución a todos los males”. Y está bien. Ellos defienden su parcela. No hay duda de que saben lo que quieren y lo dicen sin ningún miedo. Lo que no está claro es que los responsables de la Sanidad Pública lo hagan igual de bien. El Ministerio se quita el problema de encima y dice que esto es decisión que compete a cada CCAA. Las diferentes comunidades miran a otro lado y no se posicionan claramente, o al menos eso entiendo.
Hasta hace poco he sido siempre bien pensado, pero ya sin miedo alguno debo reconocer que me están haciendo cambiar, que estoy cambiando de forma de ser, que ser mal pensado conduce a tener más aciertos de los que me gustaría, y que en el mundo de la
política-gestión olvidar los tabúes y hacer públicos los pensamientos es no solo una necesidad, sino también una obligación. Opinar en alto, reflexionar en público, superar miedos, pensar por sí mismo, es necesario y produce un alivio a ciertas tensiones que nos abruman.