Se ha iniciado una nueva legislatura en la mayoría de las CCAA, y se han producido notables cambios de Gobierno. Unos por acceder al mismo desde la oposición, otros por ser continuidad pero con Gobiernos en minoría. Y en todos aparecen las dos nuevas “estrellas” del momento, la “universalidad” y la “humanización”. Y en relación a esto último quiero escribir unas líneas.
Decía Zenón de Citio, filosofo greco-chipriota, que "Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar más y hablar menos" . Bonita frase y de máxima actualidad. Escuchar mas y hablar menos. Es el momento de “humanizar”, si, pero escuchando a pacientes y profesionales, escuchándose menos a si mismo, y sabiendo que el protagonista en la sanidad es el binomio médico-paciente, o para que nadie se sienta al margen, profesional-paciente. Desde luego no lo es el político y gestor. Estos pueden ayudar, y mucho, pero están para otras cosas. Y no solo para hablar y dar grandes titulares y hacer frases grandilocuentes, o para renombrar Direcciones Generales y darles nombres aparentes.
No voy a discutir ni a cuestionar el valor de la humanización en la asistencia sanitaria. Uno de los grandes valores que debe tener la medicina es el de ser cercana al paciente, el respeto, la empatía, el comprender que la tecnología no es nada mas que una ayuda, y que por encima de todo está esa relación tan especial que se establece entre médico y paciente. Por tanto, bienvenida la idea de hacer todo lo posible y lo imposible por recuperar esta base de la medicina tradicional, el carácter humanista de la Medicina. Pero tampoco debe quedarse ahí. Pensar que poner esos nombres a las Direcciones Generales, salir en los medios hablando de humanizar, o introducir esta palabra en cualquier frase o contexto, no es suficiente. Hay que recuperar este valor desde que el estudiante pasa por la Facultad de Medicina y a lo largo de la Residencia correspondiente. Como ya he dicho en mas de una ocasión, todos los profesionales de la Sanidad deben ponerse la “bata de enfermo”, pasear con ella por el hospital, sentir lo que siente el paciente. Y además sería recomendable que todos vieran la película “El Doctor”, para comprender bien lo que supone ser enfermo.
Por tanto, humanizar es bueno, pensar en el paciente es necesario, que los políticos y gestores lo entiendan es imprescindible, pero desde luego no suficiente. Falta una parte muy importante en esto de la “humanización”, y es el profesional. Pensar que los profesionales de la Sanidad también necesitamos un trato humano, cercano, reconocimiento personal, que se nos valore. Y esto, por desgracia, es lo que siempre parecen olvidar los que hablan de humanización de una forma tan vehemente, tan grandilocuente, tan “metida a calzador” en cualquier contexto. Los profesionales también somo humanos. Los facultativos también tenemos “necesidades humanas”. No somos diferentes a los demás. Tenemos que comer, tenemos familias, hijos y parejas con los que convivimos, que nos necesitan, y necesitamos dormir y descansar, y necesitamos poder evadirnos de vez en cuando, y hasta tenemos derechos laborales. Largas jornadas de trabajo, guardias duras, horas fuera de casa, fines de semana y festivos, horarios incompatibles con la conciliación de vida laboral y familiar, etc. son consustanciales con nuestra actividad. Pero me pregunto ¿es inevitable que esto sea así? ¿no existen alternativas? ¿es posible buscar algo diferente? Sé que todo esto es complicado y requiere no solo imaginación, sino también valor. Valor para cambiar las cosas, valor para reconocer que el modelo debe cambiar. Valor para reconocer que para retribuir adecuadamente a los profesionales no es necesario basar todo en hacer largas jornadas, guardias, etc.
El miedo al cambio siempre está presente. Un miedo que paraliza las acciones, que impide incluso hablar con cierta libertad, que coarta la expresión de muchos profesionales por eso del que dirán. Son cada vez mas las voces que se alzan reclamando un cambio de modelo, un intentar algo diferente, no desdeñar cualquier propuesta sensata, ser capaces de entablar un debate abierto y en libertad. Es cierto que en Madrid hemos tenido un intento absurdo y nefasto de cambio, basado únicamente en criterios ideológicos y apriorísticos, en el que no se contó con los profesionales, no se estableció dialogo y ni tan siquiera se dio parte o conocimiento previo. Ese fatídico Plan de Sostenibilidad es el modelo de lo que no debe ser, de lo que no se debe hacer, de lo que significa la prepotencia del político, del ninguneo de profesionales y pacientes, y en definitiva, lo que no debe hacerse nunca mas.
¿Quién se atreverá a dar este paso? Los profesionales han demostrado predisposición, incluso los hay que abogan claramente por un cambio radical. Pero los que deben asumirlo, incentivarlo, y poner los medios necesarios son los políticos, y sinceramente, en ellos no veo demasiado interés, salvo el de hacer el cambio que ellos decidan, que para eso le ha “elegido el pueblo”. Y así no se logrará obtener un cambio consensuado, un cambio que despeje las dudas sobre el futuro y el mantenimiento de un Sistema Sanitario público, “universal y humanizado”, pero para pacientes y profesionales.