Decía
Alonso de Ercilla y Zúñiga que "el miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente". En este artículo voy a vencer el miedo y ser valiente, sin dejar a su vez de ser prudente. En el
acceso al sistema para el personal facultativo se puede ser "rompedor", pero prefiero mantener la prudencia a la vez que plantear un modelo diferente y con cierto grado de valentía. Escribo como
un médico jubilado que ha conocido bien las bondades y las miserias del sistema y, por ello, me permito expresar opiniones con cierta libertad y sin ataduras.
Antes y a modo de entrada, decir que
creo que el modelo actual de concurso oposición y traslados, mejor anual, pero al menos cada dos años, es un buen modelo y en Sanidad no han querido o no han podido, me inclino más por lo primero, desarrollarlo. Pero si se quiere se puede y al menos habría que intentarlo.
Parto de una premisa difícilmente rebatible y es que
el modelo de acceso en vigor para los facultativos, con alguna excepción, es muy deficiente, francamente mejorable, no da respuesta a las necesidades del "Sistema" y de los propios facultativos. La prueba más evidente es que tenemos una tasa de temporalidad y de abuso que supera todo lo deseable. El actual modelo de Estatutario, basado y sustentado por el Estatuto Marco y el Estatuto Básico del empleado público, es un fracaso. Que en estos momentos estemos repitiendo lo que sucedió en el año 2001 y nos veamos avocados a
repetir un nuevo "acceso extraordinario por una sola vez y de forma excepcional" para dar salida a la tasa indecente de temporalidad, lo demuestra. Entonces fue la OPE extraordinaria de consolidación, hoy es la OPE por concurso que se plantea en la Ley 20/21 y que está por ver cómo y cuando termina. De momento lo que ha generado no es una solución, todo lo contrario, ha generado malestar y un problema de difícil solución.
Para empezar, debemos dar respuesta a esta pregunta: ¿
Es posible diseñar un modelo que respetando los criterios básicos e insalvables de "igualdad, mérito, capacidad y publicidad" que marca nuestra legislación de respuesta a las necesidades del Sistema de Salud? Libre concurrencia, competencia y derecho a movilidad son intocables.
Por otra parte, la evolución del Sistema Sanitario y su constante cambio, su dinamismo, las necesidades asistenciales y la cualificación profesional, la cada vez mayor
"superespecialización", la configuración de equipos que comparten una especialidad base, pero con capacitaciones cada vez más específicas, hacen necesario que el modelo de acceso se adapte a las necesidades y no se quede anclado al pasado.
"Hay que establecer unos principios básicos antes de iniciar el cambio"
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Creo que es una
demanda muy extendida entre los profesionales la necesidad de reconocer que este modelo está superado. Por la vía del hecho, que no por la del derecho, la realidad es que se han cambiado las cosas.
Los servicios se han "entregado" a los jefes, que hacen y deshacen a capricho, que configuran "su" servicio y deciden de forma clara quien entra a formar parte y quien no. Es cierto que hay "valientes" que osan rebelarse y cuando aprueban la OPE deciden coger plaza sin el beneplácito del jefe, arriesgando su futuro profesional y, en ocasiones, son "condenados" a la tarde, al ambulatorio o a desarrollar su especialidad más básica y general.Todo ello bajo el mando de un jefe que organiza el servicio a su antojo y siempre con la condescendencia de la dirección, esa que recurre siempre a eso de que la
"organización del servicio es potestad del jefe", así hasta que la voluntad de este no se alinea con la de la dirección y se decide desposeerle de la jefatura.
Y
en esta "indefensión aprendida" estamos. Los que ya son fijos, están donde quieren y además desarrollan la superespecialidad que quieren, contentos. Los que se amoldan y abrazan el modelo, también. Los no fijos, esos interinos y eventuales a los que su jefe ha admitido como parte del servicio y saben cuales son las reglas del juego, lo mismo. Pero también los hay que siendo fijos no son de la cuerda, se dedican a lo general, apenas tienen actividad específica. Y también están los que decidieron aprobar su OPE, marcharse a otro hospital de su misma ciudad o de otra CCAA y no pueden volver porque la Administración, aliada con los jefes,
no quiere traslados argumentando que se "desmontarían los servicios". Y en esta situación estamos.
Ahora veamos que se podría plantear, desde la prudencia y con cierta valentía. Parece claro que el modelo actual goza del beneplácito de la Administración, gestores, jefes y creo que también de la gran parte de los profesionales. Por tanto, partiendo de estas premisas,
¿Podemos buscar una alternativa que, desde el respeto a los criterios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad, pueda dar satisfacción a todas las partes interesadas? Ese es el reto y yo me atrevo a pensar en alto y publicar una idea que será compartida o no, pero que es la mía y ya, desde mi posición actual de jubilado, me lo puedo permitir.
A mi juicio hay que establecer unos principios básicos antes de iniciar el cambio. Reitero que siempre respetando los criterios establecidos actualmente en nuestras normas.
En primer lugar,
la Administración Sanitaria y los gestores deben determinar que Sistema Sanitario quieren. A estas alturas pensar en algo diferente al actual modelo de Sanidad Pública con colaboración público-privada me parece utópico. Modelo de relación laboral pura, bajo el paraguas del Estatuto de los Trabajadores, no lo veo. Por tanto, partimos de continuar con el modelo estatutario y en esa relación laboral que confiere la condición de fijo como algo irrenunciable. Otra cosa es la necesidad de
hacer cambios en el Estatuto Marco para adecuarlo a nuestras necesidades actuales.
En segundo lugar, habría que planificar, algo que suena extraño a los gestores que tenemos.
Planificar los recursos asistenciales, sus servicios, sus plantillas. Determinar en cada hospital, dependiendo del nivel de complejidad, sus necesidades de plantilla y adecuarlas en función de su cartera de servicios. Cada hospital debería tener clara que especialidades deben tener perfiles específicos de superespecialistas, hacerlo de forma homogénea y consensuada, no ir más allá de las que se consideran necesarias y tienen cierto consenso y huir de "inventos tipo especialista en recambio de prótesis de rodilla derecha", por ejemplo y para que se entienda lo que quiero decir. A nadie se le escapa que, por ejemplo, en cardiología se debería plantear definir en plantilla las necesidades de cardiología general, la hemodinámica o arritmias, incluso en ciertos hospitales alguna aún más específica tipo imagen, cardiopatías congénitas, etc. Pero serían las menos, lo excepcional. A nivel de cada especialidad debería plantearse esto. Y
tener el valor de marcar el terreno a los jefes, estableciendo dónde y cómo se hacen estas superespecialidades.
Una vez establecido este mapa asistencial, determinadas las plantillas, sería el momento de plantearse cómo se cubren las plazas en los diferentes centros. Si damos por terminado el actual sistema de concurso oposición y admitimos que para los facultativos es más justo el acceso por concurso, hagámoslo.
Cada centro sanitario podría hacer su convocatoria para acceso descentralizado a la condición de personal estatutario, con libre concurrencia y priorizando a quienes ya tienen la condición de fijos a modo de traslado abierto y permanente. Es decir, si necesito un radiólogo vascular intervencionista, oferto la plaza y entre los que ya son fijos y tienen este perfil, accedería el que presente más méritos. Con ello se garantiza el derecho al traslado, actualmente inexistente en ciertas CCAA, por ejemplo, Madrid.
Descentralizar las convocatorias facilitaría la agilidad necesaria. Por supuesto habría que acordar en las respectivas mesas sectoriales los baremos de méritos y limitar la "discrecionalidad" y en ciertos casos la posible arbitrariedad y nepotismo que permite la entrevista que facilita la selección prácticamente a dedo en muchas ocasiones. Una vez cerrado el baremo, cada centro haría sus convocatorias de forma trasparente y aplicando los criterios básicos que marcan nuestras normas.
Cómo se haría, su desarrollo, los cambios normativos necesarios, sería el siguiente paso y debería quedar muy claramente establecido en la norma/decreto/ley todo lo referente a este sistema, sin dejar dudas y posibles interpretaciones interesadas.
Posiblemente esto se escapa al ámbito de las diferentes CCAA y
debería ser el Gobierno de España quien asuma esta necesidad y de el marco legal oportuno.
Solo estoy poniendo sobre la mesa la posibilidad de un cambio, abriendo un debate, generando iniciativas.
Seamos valientes y hablemos sin miedo sobre lo que está en el ambiente de los profesionales y busquemos soluciones. Lo que no se puede hacer es seguir como estamos, en este caso la moda del "no hacer" no es admisible.