Inicio este nuevo artículo, en el que utilizaré frases e ideas de artículos previos sobre este mismo tema, recordando una frase famosa de la película “atraco a las tres” en la que el inolvidable José Luis López Vázquez decía aquello de “Fernando Galindo, un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo”, posiblemente la mejor forma de escenificar la relación del gestor “etiquetado”, el gestor de carné de partido, el gestor nombrado digitalmente por afinidad al que manda.
Viene este artículo al hilo de la reciente propuesta del gobierno de la Comunidad de Madrid sobre la modificación del modelo de selección de personal directivo para las instituciones sanitarias que contemplaba la Ley 11/2017, de 22 de diciembre, de Buen Gobierno y Profesionalización de la Gestión de los Centros y Organizaciones Sanitarias del Servicio Madrileño de Salud. Una Ley que, 6 años después, no se ha desarrollado, no se ha implantado y que ahora se modifica para evitar que los concursos, un modelo de concurso en el que se conocía de antemano el ganador, un intento de engaño ya no sea necesario, permitiendo volver al tradicional modelo de nombramiento digital, vamos, al tradicional nombro a quien quiero porque quiero y me da la gana.
Recuperamos unas cuantas etiquetas frecuentes: “es del partido”, “tiene carne”, “es de los nuestros”, “hay que recolocarle” …y otras tantas que no lo son: “es un profesional”, “le avala una sólida experiencia”, “tiene una formación extraordinaria”, “sus méritos son muchos” … Volvemos al eterno debate sobre cómo se deben nombrar los cargos directivos, profesionalización o amiguismo, libre designación o concurso público trasparente y competitivo, el mejor o uno de los míos.
Estigmatizar a los directivos es una realidad, pero no exenta de justificación. Y conste que defiendo y comparto la idea de que la mayoría de los directivos son buenos profesionales, formados y competentes, pero sus nombramientos obedecen a otros criterios y estos son los que hacen que se dude de ellos y se les “estigmatice”.
Decía en uno de los artículos, y cito literalmente, “Qué gran oportunidad de poner en marcha el cambio en los nombramientos. Qué oportunidad de hacer lo que se quiere hacer sin esperar a que se apruebe por una Ley que aún está en tramitación. Qué oportunidad para demostrar que las cosas se pueden hacer de otra forma. Aunque solo sea hacer pública la convocatoria, ofertar la plaza a quienes deseen presentarse, definir los criterios de cualificación, formación, presentación de proyecto/memoria, experiencia y tras una valoración rigurosa de los candidatos, nombrar al gerente que lo merezca. Incluso me atrevo a decir que lo haga un “tribunal de expertos multipartido” en el que estén representantes de los diferentes grupos políticos. Así todos podrán decir que el nombramiento es “político”, pero de todos los colores.”
Diseñar un concurso limpio y trasparente no es sencillo. Profesionalización, méritos, capacidad, experiencia, formación, etc. Muchos parámetros para definir en un concurso. ¿Cómo abordamos un concurso de méritos para nombrar un gerente? ¿Seremos capaces de establecer un modelo de solicitud absolutamente limpio? ¿Es necesario conocer el nombre del concursante? ¿Valdría un simple código de identificación? Sinceramente, creo que no solo debemos entender que debe ser así, es que hay que hacerlo del todo posible. Un concurso en el que se definan bien los criterios de evaluación, el que conocemos como “baremo de méritos”, un “proyecto para el centro a 4 años”, que valoren de forma absolutamente profesional expertos externos al poder político, única forma de obviar el sesgo de la politización, y la posterior puesta a disposición de la “autoridad sanitaria competente” para realizar el nombramiento de entre una terna de candidatos.
Pues bien, parte de todo esto se puso en marcha, al menos había apariencia de libre concurso, presentación de una memoria, un tribunal, etc. Todo ello francamente mejorable, pero era un primer paso. Ahora volvemos atrás, se recupera el nombramiento por libre designación y sin concurso. Seguiremos viendo nombramientos de buenos profesionales y también de algunos “paracaidistas” recolocados como gerentes a la espera de una nueva oportunidad para volver a su carrera política.
Por desgracia, se ha decidido deshacer el camino andado, volver atrás, no hay interés en profesionalizar la gestión, parece que ganar un gobierno implica querer nombrar a “los míos” siempre que se pueda, da igual si están capacitados o no, no importa el conocimiento, la experiencia o la cualificación, volveremos al nombramiento por pertenencia, amistad, necesidad de recolocar al amigo cesado, cualquier cosa menos la exigencia de ser el mejor profesional para la dirección de centros sanitarios, unos centros paradigma de lo que debería ser dirigir centros de gestión del conocimiento.
Y tengo que decir que a lo largo de mi vida profesional he sido “beneficiario” de este modelo de nombramiento digital, he disfrutado de puestos directivos al más alto nivel, he sido uno de los que se nombraba por ser “conocido de”, “amigo de uno u otro”, incluso lo he sido por un concurso en el que presenté mi solicitud y me vi nombrado por verme publicado en el BOE, sin haberme dicho previamente nada. También debo decir que he trabajado bajo el mando de gobiernos de diferente ideología, sin carné de ningún partido, sin tener unos “míos”. Y como mi caso hay muchos, hay grandes gestores sin etiqueta, la gran mayoría son buenos profesionales.