“Cuando menos lo esperamos, la vida nos presenta un desafío para poner a prueba nuestro valor y nuestra voluntad de cambio. En un momento como este, no tiene sentido fingir que no ha pasado nada o decir que aún no estamos listos. El desafío no espera. El tren de la vida pasa”.  Esta frase de Paulo Coelho viene muy bien para introducir el tema de este artículo. Y lo relaciono con el momento que, de nuevo un año más, hemos vivido con la “retrasmisión” en directo del proceso de elección de plaza para la especialización, algo que nadie pone en duda es necesario para el ejercicio de la medicina en estos tiempos. ¡El primero elige Dermatología, Cirugía Plástica o Cardiología!; se agotan las plazas de tal o cual especialidad; ¡sale el gordo! ¡un número menos de 100 elige Medicina de Familia!; se van agotando las plazas…quedan solo Medicina de Familia, Preventiva, Trabajo, Medicina Nuclear, Anatomía Patológica, Microbiología, Inmunología, Bioquímica, Análisis Clínico, Neurofisiología…lo de siempre. La historia se repite año tras año y todos somos conscientes de que hay especialidades que se eligen con gusto y las hay que se hace por obligación. También cada año se renuncia a más plazas para repetir nuevamente el examen y mejorar la posibilidad de elección.

Desafío, valor, voluntad, fingir, cuatro palabras en esta certera frase que vienen muy bien para definir lo que está pasando. Nadie discute que el modelo de residencia, el MIR, FIR, PIR, QIR, BIR, FIR (de física) …es un modelo de éxito, que ha puesto a la medicina española en lo más alto, que ha sido clave en el desarrollo de las especialidades, en la formación homogénea y homologable a los países de nuestro entorno. Pero estamos ante un desafío: cambiar y actualizar algunos aspectos del modelo; hay que tener valor para afrontar este cambio, no podemos decir que todo está bien y conformarnos; también hay que tener voluntad para hacerlo; y dejar de fingir que todo está bien.

El ejercicio de la medicina asistencial en el ámbito público exige estar en posesión de un titulo de médico especialista. Ya se que no es necesario en otros tipos de ejercicio, pero somos conscientes que el mayor empleador es el Sistema Nacional de Salud y, por tanto, debemos organizarnos para dar satisfacción a las necesidades de este. Es decir, hablamos de la mayoría, de una casi exclusividad del ejercicio de la Medicina.


"En el caso de las plazas de Medicina de Familia, también es fundamental garantizar que todo aquel que termina la carrera pueda tener acceso a la especialización"



La Sanidad Pública tiene ámbitos de ejercicio muy delimitados. Está, por una parte, la Atención Primaria con dos especialistas claros, el médico de familia y el pediatra. Por otra parte, la urgencia extrahospitalaria, aún pendiente de reconocer su más que necesaria especialización. Y, finalmente, la Atención Hospitalaria, ámbito en el que se ejercen el resto de las especialidades, si no me equivoco, 46. Aproximadamente en Atención Primaria ejercen el 30% de los médicos entre sus dos especialidades, mientras el 65% lo hace en Atención Hospitalaria. Esta situación es fundamental entenderla para afrontar el posible cambio que haga que el modelo de residencia se adapte a las necesidades.

Hasta ahora, la entrada al Sistema se hace mediante un modelo en el que hay una prelación que se obtiene por el “número” de orden obtenido valorando dos variables, el expediente académico y la nota del examen. Con este número de orden es con el que optas a la elección de plazas de todas las especialidades. Aquí es dónde se podría plantear un cambio importante, derivado de la necesidad de formar a miles de médicos de familia. ¿Sería razonable hacer dos exámenes diferentes? ¿Sabiendo que el número de plazas ofertadas para medicina de familia es tan alto, merece la pena un examen propio? ¿Si tengo claro que quiero hacer medicina de familia, tengo que “competir” con quien quiere ser neurólogo, por ejemplo? Estas y otras muchas preguntas se deberían plantear.

No sé si sería factible hacer dos exámenes MIR, uno específico para quien desea hacer Medicina de Familia y otro para el resto de las especialidades. En el caso de las plazas de Medicina de Familia, también es fundamental garantizar que todo aquel que termina la carrera pueda tener acceso a la especialización; no olvidemos que actualmente para ser médico y ejercer como médico asistencial, se necesitan un mínimo de 10 años de formación y habría que asegurar a todos el acceso a la misma. No olvidemos que hay un notable déficit de especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, que son la base en la que se sustenta el Sistema Sanitario y que, con la cronicidad y las necesidades sociosanitarias en aumento, cada día serán más necesarios, tanto en cantidad como en calidad formativa adaptada a las nuevas competencias.

También hay que valorar la necesidad de un cambio en la formación de la especialidad de pediatría, respondiendo a la pregunta principal: ¿se quiere mantener el modelo de Pediatría de Atención Primaria? Si la respuesta es sí, ¿se debería hacer una especialidad/subespecialidad de Pediatría de Atención Primaria? Yo tengo claro lo que pienso, no se si también lo tienen claro los que deben responder a estas cuestiones.


"No olvidemos que hay un notable déficit de especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, que son la base en la que se sustenta el Sistema Sanitario"



Este es un debate que hay que tener, como lo es el de la necesidad de un nuevo Sistema Nacional de Salud, incluso los dos deberían ir unidos. No pretendo convencer, después de todo no sé si yo mismo estoy convencido, pero al menos si que los ideólogos y expertos saquen de la carpeta de “pendientes” estos temas y los afronten con valentía y decisión. Cuanto más tardemos, mayor será el deterioro, más complicado revertir la situación y más costosa la solución.

Es imposible que todos puedan acceder a la especialidad que desean; hay que “cuadrar” las necesidades del Sistema Sanitario; la formación se hace con financiación Pública; las salidas laborales son casi en exclusiva dentro de la Sanidad Pública. Por ello, es necesario garantizar mediante un “acuerdo por la formación” con participación de políticos, estudiantes, conferencia de decanos, sociedades científicas, Ministerio de Sanidad, Comunidades Autónomas y demás actores implicados, un nuevo modelo de regulación de la formación sanitaria especializada que garantice la actualización y de satisfacción a todos los intereses coexistentes.

Insisto, dejemos de fingir, afrontemos el desafío, con voluntad de acuerdo y con mucho valor.