En esta etapa que se abre, en la que se debe negociar un profundo cambio del
Estatuto Marco, es importante que tengamos presente esta frase de John Fitzgerald Kennedy: “Jamás negociemos con miedo, pero jamás temamos negociar”. No seamos pobres hasta para pedir, dejemos claro que nuestro objetivo sigue siendo negociar un Estatuto propio, una mesa de negociación propia, un reconocimiento claro de nuestras diferencias y particularidades.
En octubre de 2022 ya escribía sobre esto mismo en un artículo titulado “Voy a ser valiente. Los
facultativos necesitamos un estatuto propio”, pero pasan los años y las cosas no cambian, tampoco mi idea.
La
profesión médica en España enfrenta retos históricos que ponen en cuestión no solo su sostenibilidad, sino también su capacidad para seguir garantizando una atención de calidad a los ciudadanos. En este contexto, la creación de un estatuto propio para los médicos se perfila como una necesidad urgente, no solo como un reconocimiento a la singularidad de esta profesión, sino como una herramienta para proteger
derechos laborales, mejorar condiciones de trabajo y garantizar la excelencia en el
servicio público de salud.
Los médicos desempeñamos una labor esencial e insustituible para el bienestar colectivo. A diferencia de muchas otras profesiones, su ejercicio está directamente relacionado con la vida y la
salud de las personas, lo que les confiere una responsabilidad enorme y constante. Este carácter único requiere una
regulación laboral específica que contemple la peculiaridad de sus funciones y garantice condiciones justas que les permitan desarrollar su labor en las mejores circunstancias posibles.
Actualmente, los médicos se rigen por marcos normativos diseñados para el conjunto de los trabajadores de la
administración pública. Sin embargo, estas normativas no siempre se ajustan a las realidades específicas de la profesión médica, lo que genera tensiones, insatisfacción laboral y un impacto negativo en la
calidad asistencial.
El
sistema sanitario español, uno de los pilares del
Estado del bienestar, enfrenta problemas estructurales que afectan de manera directa a los profesionales médicos. Entre ellos destacan:
-
Sobrecarga asistencial: Los médicos españoles atienden una de las ratios más altas de pacientes por consulta de toda Europa. Esto no solo afecta la calidad del servicio, sino que genera niveles alarmantes de estrés y agotamiento profesional.
-
Temporalidad y precariedad laboral: Según datos recientes, una parte significativa de los médicos trabaja bajo contratos temporales o en situaciones de inestabilidad. Esto es especialmente grave entre los médicos jóvenes, que ven su carrera marcada por la incertidumbre desde el principio.
-
Falta de conciliación laboral y personal: La profesión médica exige horarios irregulares, largas jornadas y una disponibilidad permanente, lo que dificulta la conciliación con la vida personal y familiar.
-
Desigualdad territorial: Las condiciones laborales de los médicos varían significativamente entre comunidades autónomas, creando un sistema fragmentado que incentiva la emigración interna e internacional.
-
Carencia de incentivos y reconocimiento: A pesar de su importancia estratégica, la profesión médica no recibe el reconocimiento económico y social acorde con su nivel de responsabilidad y formación.
Un estatuto propio para los médicos no solo sería un reconocimiento a su labor esencial, sino que podría convertirse en una herramienta clave para abordar los
problemas estructurales que afectan a la profesión. Entre las principales medidas que debería incluir destacan:
-
Condiciones laborales adaptadas a su realidad profesional: El estatuto debería garantizar la estabilidad laboral, reducir la temporalidad y establecer horarios que respeten los derechos de conciliación.
-
Definición clara de funciones y cargas asistenciales: Es imprescindible establecer límites claros al número de pacientes por consulta y a la carga de trabajo, asegurando tiempo suficiente para una atención de calidad.
-
Homogeneización de condiciones entre comunidades autónomas: El estatuto debería garantizar que todos los médicos, independientemente de dónde ejerzan, tengan acceso a las mismas condiciones laborales y salariales.
-
Incentivos para el ejercicio en zonas rurales o desfavorecidas: La falta de médicos en estas áreas es un problema crónico que un estatuto propio podría abordar mediante incentivos económicos y profesionales específicos.
-
Reconocimiento y protección frente a riesgos laborales: La pandemia de covid-19 puso de manifiesto los riesgos inherentes a la profesión médica. Un estatuto propio debería incluir medidas específicas para garantizar la seguridad de los médicos, tanto a nivel físico como psicológico.
Un estatuto propio para los médicos no solo beneficiaría a los profesionales, sino que tendría un impacto positivo en el sistema sanitario en su conjunto. Al mejorar las
condiciones laborales y garantizar una distribución más equitativa de los recursos humanos, se fortalecería la capacidad del sistema para responder a las necesidades de la población.
Además, un estatuto propio podría ayudar a frenar la
fuga de talentos, tanto a otras comunidades autónomas como a otros países. España forma a médicos de altísimo nivel, pero muchos de ellos terminan ejerciendo en el extranjero debido a las mejores condiciones laborales que encuentran fuera.
En muchos países de
Europa, los médicos cuentan con marcos normativos específicos que regulan sus condiciones laborales. En Alemania, por ejemplo, existe un convenio colectivo específico para los médicos que garantiza salarios competitivos, límites claros a las horas de trabajo y un reconocimiento adecuado de su formación. De manera similar, en Francia los médicos disfrutan de un estatus especial que protege sus derechos y asegura
condiciones laborales acordes a su responsabilidad.
Estos ejemplos demuestran que es posible y necesario establecer un marco normativo específico que reconozca la
singularidad de la profesión médica y la importancia estratégica que tiene para la sociedad.
A pesar de la necesidad evidente de un estatuto propio, su creación enfrenta resistencias y obstáculos significativos. Entre ellos destacan:
-
Fragmentación competencial: La descentralización del sistema sanitario dificulta la creación de un marco normativo único para todo el país.
-
Inercia burocrática: La administración pública tiende a aplicar soluciones homogéneas para todos los empleados, lo que complica la creación de normativas específicas para colectivos concretos.
-
Falta de voluntad política: Aunque la mayoría de los partidos reconoce la importancia de la profesión médica, no siempre existe un compromiso real para abordar los problemas estructurales del sector.
-
Un estatuto propio para los médicos españoles no es un privilegio, sino una medida de justicia y
dignidad profesional. La singularidad de su labor, unida a los desafíos específicos que enfrentan, justifica plenamente la creación de un marco normativo adaptado a sus necesidades.
Además de mejorar las
condiciones laborales de los médicos, este estatuto contribuiría a fortalecer el sistema sanitario en su conjunto, garantizando una atención de mayor calidad para todos los ciudadanos. Es hora de que la sociedad y los responsables políticos reconozcan la importancia estratégica de la profesión médica y adopten medidas concretas para protegerla y fortalecerla.
En un momento en el que la
sanidad pública enfrenta amenazas sin precedentes, apostar por los médicos es apostar por el
futuro de la salud en España. Un estatuto propio no es solo una demanda legítima, sino un paso imprescindible hacia un sistema más justo, sostenible y eficiente.
Negociemos sin miedo, no temamos negociar, nos llamarán corporativistas, dirán que defendemos privilegios, que queremos ser una casta, pues bien, que digan y no nos de avergoncemos de
defender lo que es de justicia.