Seguimos dando vueltas a la profesionalización de los directivos de la salud, término este último que copio del congreso internacional de Sedisa que se celebra los días 19 y 20 de Mayo de 2016. No soy actualmente gestor, pero creo que esta profesión es importante y necesaria para garantizar el buen funcionamiento, la eficiencia, y la supervivencia del actual modelo de Sanidad Pública.
Decía Roy Atkinson: “Voy a hacer un pronóstico: Puede pasar cualquier cosa”. Un visionario. La nueva línea instaurada en la política sanitaria, en relación al tan traído y llevado modelo de profesionalización de la gestión, lo único que tiene claro es lo que decía Atkinson. Efectivamente, puede pasar cualquier cosa, pero lo más probable es que todo cambie para que todo siga igual. Llevamos tantos años hablando de este tema y sin que nada cambie, que ya no creo en nada. No hay interés real en la implantación de la profesionalización.
Si queremos desarrollar una carrera profesional dentro de la gestión, primero debemos definir qué es lo que queremos gestionar, qué modelo de organización implantamos, si queremos gerentes, directores o administradores, qué carrera administrativa se diseña, qué consideramos puesto de gestión, dónde se forma un gestor, quién los forma y acredita, etc.
Pero la realidad es que siempre se habla más de quién controla o nombra, qué órganos de gobierno se ponen, cómo se accede a estos puestos, etc. Es decir, nos quedamos en la superficie y no profundizamos en el modelo y características que deben conformar esta profesionalización. Nos quedamos en ver si el 'nombrado' tiene enchufe, carnet del partido, amigos, u otros de los habituales méritos. No se entra en lo realmente importante. Y, ¿qué es lo importante? A mi juicio, lo primero es definir el marco del que hablaba en el anterior párrafo. Después centrarnos en el desarrollo profesional de los directivos, y finalmente consensuar la forma de acceso a los cargos de dirección. Los primeros pasos seguro que somos capaces de darlos. Todos los estudiosos de los modelos saben qué hacer. Lo complicado es la segunda parte.
Un modelo de desarrollo profesional para el directivo, en el que el éxito no significa siempre ascenso, sino que también conceptos como la rotación, los cambios laterales e incluso aparentes descensos sean vistos como un incentivo. No todos pueden llegar a la cúspide, ni quien llega puede permanecer en ella siempre. Nuevos retos, nuevas carreras, pueden ser necesarias.
Un gestor profesional debe ser reconocido y tener a lo largo de su trayectoria diferentes fases o etapas profesionales. Tras la formación básica necesaria y su acreditación para esta profesión, se debe iniciar una carrera profesional que respete y obligue a pasar por diferentes fases. Asumo lo que dice Nicolás Fernández Losa en su artículo 'El desarrollo profesional de los trabajadores como ventaja competitiva de las empresas': La incorporación, el crecimiento, la madurez y por fin la maestría, son diferentes etapas que se deben pasar y que pienso son necesarias en todos los casos. No es de recibo que alguien que llega a este mundo de la gestión sanitaria inicie su experiencia con un grado de “Maestría”, cosa que en más de una ocasión hemos visto. Y,¿será casualidad que estos casos suelan ser 'recolocados' de la política?
Tenemos claro cuál es el itinerario profesional de un facultativo. Licenciatura, residencia de la especialidad correspondiente, adjunto, jefaturas. Pero ¿lo tenemos claro con los gestores? ¿Es posible que alguien sea jefe de servicio sin ser antes médico-residente-adjunto? La respuesta es clara. Entonces ¿cómo es posible que alguien sea director gerente sin antes pasar por la formación, acreditación, subdirector, director y finalmente gerente? Si claro, ya me sé la respuesta. Pagar favores, colocar cesados, amiguismo, confianza, años de carnet,…etc. Volviendo al inicio, la profesionalización podrá ser cualquier cosa, pero apostaría a que se parece mucho a lo de los favores, amigos, carnet…Ojalá me equivoque.