Dice un proverbio chino: “mejor un diamante con defecto que un guijarro sin uno”. Viene esto a colación de las recientes noticias de agresiones a compañeros, y muy especialmente a la sufrida por un médico de Camarena, Toledo, que acudió a un domicilio para atender a un paciente, donde sufrió una salvaje agresión que ha tenido una nefasta consecuencia. El sistema no es perfecto, pero es bueno, y, por supuesto, mejor que no tenerlo. Es un verdadero diamante, pero mejorable.
Las agresiones son una lacra, una constante en nuestro medio. Hemos vivido episodios violentos y extremadamente mediáticos, algo que da visibilidad, eso sí, momentánea, hasta el siguiente caso. Entre uno y otro, solo lemas, buenas palabras, reuniones con responsables de seguridad, protocolos, botones anti pánico, avisos en la historia electrónica, y no sé cuántas cosas más. Pero medidas efectivas, ninguna.
Los profesionales sanitarios, los médicos en mi caso, somos carne de cañón. Hay servicios donde el riesgo es muy evidente. Urgencias hospitalarias, extrahospitalarias, avisos domiciliarios a paciente desconocido, Servicios de asistencia rural, etc. En todos ellos es común la “soledad del sanitario” ante un potencial peligro. No se plantea por las autoridades que el sanitario, otra autoridad pública como ahora insisten en decir, debe ser debidamente cubierto en cuanto a su seguridad se refiere. No es de recibo que sea su buena voluntad, su autodefensa, saber afrontar momentos de conflicto, sean las únicas salvaguardas ante una posible agresión.
Ahora entro en lo que muchos llamarán demagogia, pero que a mí me parece una verdad incontestable. ¿Cuántos edificios, oficinas, centros de la Administración cuentan con vigilante de seguridad y control? No creo equivocarme si digo que todos, menos los centros sanitarios, y de paso añado también en este tema a los educativos, otros de las afectados. ¿Cuántos políticos, “autoridades”, y demás especímenes dignos de protección tienen escolta? No sabría dar cifras, pero si me arriesgo a decir que muchísimos. ¿Cuántos son necesarios? ¿Cuántos podríamos dedicar a protecciones más importantes y necesarias? ¡Pero hombre, que cosas digo! Dejar expuestos a insignes políticos y otras autoridades, para dar cobertura a los “mindundis” de los médicos. ¿A quién se le puede ocurrir semejante cosa?
No me gustaría extenderme, pues cuanto más escriba más me indignaré y mis palabras serían poco afortunadas, aún sabiendo que no dejarían de ser por eso justas. Tenemos un buen sistema sanitario, insisto, tenemos unos grandes y abnegados profesionales, los que sustentan el sistema, a los que no cuidan nuestras autoridades en igual condición que a otros. Siempre hemos sido, somos y seremos los más débiles y mientras lo toleramos así seguirá siendo. Hay que decir basta, ser valientes y alzar la voz. Escribo esto horas antes del llamamiento a una concentración silenciosa de rechazo por lo acaecido en Camarena, mañana a las 13 horas en todos los centros. Yo lo secundaré, ahí estaré haciendo visible mi apoyo a un compañero que ha sufrido una brutal agresión, sin miedo y con dolor, mucho dolor. Y por favor, que cuidar al cuidador no sea solo un lema.