La 'cuadratura del círculo' aparece ya en el
Papiro Rhind, del antigüo Egipto, y es un problema no resuelto. Es un término
sinónimo de algo imposible de realizar.
Llega el verano y con él la clásica polémica de la Sanidad, los cierres de camas, las vacaciones del personal, la falta de suplentes, etc. Esta situación no es nueva y sin embargo genera las mismas discusiones y polémicas cada año.
Es imposible cuadrar el círculo.
La Sanidad es algo muy serio, que afecta a toda la población, que genera intereses contrapuestos y que, en ocasiones, tiene problemas de casi imposible solución. Derecho a ser atendido por el sistema sanitario y derecho de sus trabajadores a vacaciones.
Ambos derechos son importantes, ambos deben respetarse y ambos están obligados a convivir.
La sociedad en la que vivimos, los hábitos, la organización social, hace que el
periodo vacacional por excelencia sea el del verano. Los ciudadanos “veranean”, los colegios cierran por verano, los empleados sanitarios si quieren conciliar deben tomar sus vacaciones en los meses de verano. Y aquí está el gran problema.
"Las enfermedades, las urgencias, las necesidades asistenciales no toman vacaciones"
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Las enfermedades, las urgencias, las necesidades asistenciales no toman vacaciones. Los centros sanitarios, con sus consultas, sus equipos, sus camas, sus quirófanos, siguen siendo necesarios en verano. Y ahí están, no desaparecen. Pero estas estructuras físicas no funcionan solas, necesitan personal que las haga funcionar, que las utilice. Pacientes candidatos a beneficiarse de ello siempre hay. Las listas de espera, más allá de las meramente estructurales y “necesarias” para tener un sistema eficiente, las conocemos y son cada día más numerosas. Es decir, tenemos estructuras y pacientes, dos de los actores fundamentales en el sistema sanitario.
Pero hay un tercero, imprescindible también, el personal sanitario. Podemos dotarnos de macrohospitales, centros de salud, equipamientos de alta tecnología, Robot Da Vinci, etc., pero
si no hay personal no valen para nada. Y este es el gran problema. Plantillas mal dimensionadas, escasez de determinados profesionales, dificultad para reemplazar ausencias, hacen que el sistema se resienta con motivo del ejercicio del derecho al descanso de los sanitarios.
Hay determinadas categorías, en concreto los médicos, que cuentan con los efectivos justos para asumir malamente el día a día y en condiciones cada vez más difíciles. Llegado a este punto me planteo las siguientes preguntas:
- ¿Hay suficientes médicos?
- ¿Se forman los necesarios?
- ¿Hay plazas MIR para todos?
- ¿Qué hacen los que terminan?
- ¿Cuántos se pierden por huir de las malas condiciones laborales que ofrecemos?
- ¿Hay planificación a corto, medio y largo plazo?
- ¿Algún organismo público hace un análisis riguroso de la situación?
Podría plantear otras muchas preguntas, y las respuestas serían las mismas.
No hay datos fiables, no hay información rigurosa, no hay análisis serio, no hay planificación adecuada.
Y si la hubiera, ¿dónde están?
Pasará el verano, con sus demandas, quejas y reclamaciones, sus denuncias en medios de comunicación, sus malos momentos para pacientes y profesionales, las noticias que llenan telediarios y medios digitales, los momentos álgidos noticiables, y volveremos al otoño, la normalidad, lo de siempre. Y
lo haremos sin dar respuesta a las preguntas, sin hacer nada más que esperar a que 'escampe' y llegue el siguiente brote problemático, la gripe. Así, año tras año. Seguiremos sin cuadrar el círculo. Y sin, al menos, intentarlo.