Inicio este nuevo artículo citando una frase que se atribuye a fray Luis de León, aunque también a Miguel de Unamuno, “como decíamos ayer”, frase que se dice utilizaba fray Luis de León al inicio de cada clase, especialmente curiosa cuando lo hizo tras pasar 5 años en prisión y retomó sus clases. Pues
esto mismo es válido para hablar y volver a opinar sobre la situación de la sanidad española, sus problemas crónicos sin solución, es más, sin ni siquiera intención de hacerlo, y la necesidad de no olvidarlo y aportar ideas que abran el debate sobre la imperiosa necesidad de “reiniciar” y hacer un profundo cambio en el modelo de nuestro Sistema Nacional de Salud.
Tras el descanso veraniego, un periodo en el que los problemas parece que se aparcan, un tiempo en el que se “congela” el debate, en el que lo malo empeora y lo que debería ser bueno no se aprecia, dónde los políticos, gestores, dirigentes sanitarios líderes de opinión y algunos de los que habitualmente expresamos nuestras opiniones, entre los que me incluyo, bajamos el ritmo, minimizamos los problemas, dejamos descansar nuestras mentes, aunque eso no quiere decir que las cosas estén mejor, todo lo contrario,
es el momento de volver a retomar los problemas y sus posibles soluciones.
Volvemos a la actividad habitual, volvemos a enfrentarnos a los mismos problemas de estos últimos años, podemos iniciar un nuevo curso y todos a una decir eso de
“como decíamos ayer” la sanidad está hecha una pena, sigue con los mismos problemas, ahora añadido el de la nueva alerta sanitaria por la viruela del mono, una situación de alarma que parece controlada y que a diferencia de lo que ocurrió con la pandemia de la Covid-19,
no está al frente de la misma un ministro desnortado carente de liderazgo, un responsable de salud pública coordinador de emergencias que pasará a la historia por su célebre frase
"España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado", un inexistente comité de expertos que nadie conoció, y
decisiones con mucha carga política e ideológica que fueren caldo de cultivo que terminó ocasionando la mayor pandemia y crisis sanitaria en los últimos 100 años, que puso en evidencia las carencias del sistema sanitario y la nula preparación para hacerla frente. Esta nueva alerta sanitaria debería ser la prueba de fuego para
demostrar que tener al frente del ministerio de sanidad a profesionales médicos, competentes, conocedores del sistema y sus problemas,
puede ser una notable diferencia con lo que tuvimos en la Covid-19.
"La solución va unida al cambio de modelo de gestión, de recursos humanos, nuevas estructuras, plantillas, etc."
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Pero volvamos a asunto que nos trae. Como decíamos ayer, los problemas crónicos de nuestra sanidad siguen, algunos merecen la pena recordarlos:
Quiebra del modelo. Es de imperiosa necesidad acometer un profundo cambio, empezando por el propio modelo de nuestro Sistema Nacional de Salud. No voy a repetir lo que ya he expresado reiteradamente en esta tribuna a lo largo de estos años.
Listas de espera. Un mal íntimamente relacionado con el modelo y sus deficiencias, un mal crónico, endémico, que requiere de un profundo cambio para poder dar solución a lo que parece profundamente unido al modelo sanitario. Hay soluciones, pero hay que creer en ellas y ponerse manos a la obra, aunque la solución va unida al cambio de modelo de gestión, de recursos humanos, nuevas estructuras, plantillas, etc.
Nuevo marco de relación, nuevo Estatuto Marco. Es una necesidad reconocida por el actual ministerio, incluso ha creado un grupo de trabajo para abordar este cambio y lo hace contando con los profesionales y sus representantes legítimos; en principio una buena idea, veremos si realmente se les considera y no vuelve a salir un
Estatuto Marco pensado para el mal y contra los profesionales. Demos tiempo y confiemos, en breve saldremos de dudas.
Déficit de estructuras, centros sanitarios obsoletos, viejos, no adaptados a las necesidades actuales. Hospitales y centros de salud con demasiada obsolescencia, faltos de actualización, con estructuras arquitectónicas con necesidades de renovación. Para esto
hace falta dinero, presupuestos, creer que la inversión en sanidad es una prioridad. No veo de momento que este problema sea solucionado en décadas.
"Necesitamos cuanto antes una especialización que he llamado “GIR”, gerente interno y residente"
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Falta de profesionales. Creo que
es evidente que faltan médicos, eso no quiere decir que no se formen suficientes o que hagan falta mas facultades y estudiantes de medicina. El equilibrio entre los que se jubilan y los nuevos ingresos parece que requiere de algunos ajustes, pero
no es necesario incrementar el número de estudiantes como única solución. Detrás de la falta de especialistas está el maltrato crónico, las malas condiciones laborales que ocasionan la huida de médicos y la cada día más desincentivadora oferta para el ejercicio en el ámbito de la Atención Primaria.
Desafortunada idea de “sustituir” médicos, mejor dicho, algunas de sus funciones propias, por otros profesionales. A buen entendedor…
Politización de la sanidad. Hay que seguir insistiendo en la necesidad de no hacer política de la sanidad, por supuesto si es necesario tener una política sanitaria. Necesitamos consenso entre las diferentes fuerzas políticas para llegar a un
gran pacto por la sanidad, un pacto pensado para las próximas tres décadas, que se implemente sin pausa y sin tener que depender de quien gobierne en cada momento, que se planifiquen estructuras físicas y de personal, que se financie y dote de presupuestos suficientes y finalistas, que piensen que la sanidad es uno de los bienes sociales básicos y que todos necesitaremos en mayor o menor medida, antes o después, de sus servicios.
Profesionalización de la gestión. De esto venimos hablando hace años, algunos hemos opinado muchas veces sobre este tema, incluso los hay que hemos sido parte de este,
los que hemos desarrollado labores directivas lo hemos sido por ser nombrados por el dedo de un político, lo que no significa que se identifique con la ideología de quien te nombra. Yo he trabajado a las “ordenes” de quien me nombró cuando gobernaba el PSOE, también cuando lo hacía el PP, en ambos casos quiero creer que lo hice sin pensar en ideología y que mi nombramiento se vinculaba a mi experiencia, formación y gestión profesional, tanto es así que, posiblemente, sea uno de los escasísimos gestores que ha dimitido por no querer acatar una decisión política que era contraria a las necesidades de gestión profesional.
Necesitamos cuanto antes una especialización que he llamado “GIR”, gerente interno y residente, también una formación universitaria propia para gestión sanitaria…pero ¡qué sabré yo!
Podría seguir enumerando problemas, mejor para otro momento y con más detalle de cada uno de ellos. Finalizo como empecé,
“como decíamos ayer” seguimos con los mismos problemas, seguimos sin soluciones, seguimos en manos de políticos y gestores que miran para otro lado, seguimos politizando la sanidad, seguimos sin dar solución a los problemas de los profesionales y pacientes,
pero todo esto… ¿a quién interesa?