Decía Zenón de Citio, fundador del estoicismo: “tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar mas y hablar menos”. Esta frase viene a ser un resumen perfecto de lo que entiendo por humanizar la asistencia sanitaria. Escuchar mucho, hablar menos. Escuchar a pacientes y también a los profesionales. Hablar lo necesario y no solo para publicitar grandes planes. Hablar con los pacientes, y hablar con los profesionales.
La Consejería de Sanidad ha publicado el Plan de Humanización de la Asistencia Sanitara 2016-2019, un documento perfectamente editado, trabajado en lo estético y en contenidos. 234 páginas dan para mucho, incluso para contener algunos gazapos, una redacción manifiestamente mejorable y alguna que otra frase que no se entiende.
El Plan parece ambicioso, y dentro de su amplio contenido, nada menos que 16 apartados, no hay ni uno solo dedicado a los profesionales. Se habla de ellos, se les menciona, se les orienta en sus comportamientos, se les dice cómo deben tratar a los pacientes, a sus familiares, etc. pero no tienen un apartado específico. Grave error, sobre todo si pensamos que el profesional es el actor principal del sistema, que a su vez gira en torno a los pacientes.
Es también muy llamativo que se hagan capítulos dedicados a la humanización en hospitalización, en urgencias, en salud mental, UCI, en el final de la vida o en pacientes oncológicos, y no se haga mención alguna a la humanización de la asistencia en Atención Primaria. Claro, en este nivel lo que más importa y de lo que más se carece es de tiempo para dar una asistencia adecuada a los pacientes, y de esto no se quiere hablar. Total, mantener agendas de 35, 40 o más de 50 pacientes al día es ya un mal endémico del sistema que no quieren acometer.
En este pequeño artículo quiero exponer, imitando al “Decálogo para la humanización de la asistencia sanitaria” contemplado en el Plan de Humanización, un nuevo decálogo, pero este dedicado a los profesionales. Por ello y citando a Zenón de Citio, me gustaría que nuestros gestores y políticos de la Consejería utilicen sus dos orejas para escuchar, en este caso tras lectura en alto, lo siguiente:
Decálogo para la humanización del trato a los profesionales:
1.- Mire al profesional a los ojos, sea receptivo, dele la mano, sonría, preséntese y sea amable. Usted ha elegido ser administrador, pero él ha elegido no serlo.
2.- El profesional no es un número, no es un objeto. Llámele siempre por su nombre, considérele un ser único con sus vivencias, su historia personal, sus creencias, su entorno y circunstancias. Atiéndale como él quiera ser tratado.
3.- Siempre que el profesional lo considere adecuado, no excluya su colaboración, sus ideas, sus aportaciones. Permanecer a su lado es un gran apoyo y se convertirá en un aliado estratégico.
4.- Infórmele sobre sus responsabilidades en la organización con un lenguaje comprensible y explíquele las opciones. Pregúntele por sus circunstancias y escuche lo que tiene que decir. Resuelva sus dudas.
5.- No imponga su criterio. Comprenda su voluntad y sus prioridades. Involúcrele en las decisiones y ayúdele. El profesional no es su enemigo, es un aliado.
6.- Respete su intimidad y confidencialidad de la información.
7.- No juzgue al profesional, acompáñele en su proceso, cuídele, y confórtele sin discriminación ni juicios de valor.
8.- Organice las actividades asistenciales teniendo en cuenta las necesidades de profesionales y pacientes. Facilite el confort necesario para favorecer su bienestar.
9.- Sea empático con el sufrimiento y sensible ante las necesidades del profesional; cuídele para que puede cuidar.
10.- Recuerde que un ser humano en situación de vulnerabilidad no pierde su dignidad; cuídela.
La humanización en la asistencia sanitaria es algo imprescindible, nadie lo duda. Somos profesionales y nos dedicamos a cuidar a los demás, pero también somos personas que necesitan ser cuidadas. Unas condiciones laborales dignas, un respeto por nuestros administradores, unas condiciones de trabajo adecuadas, tiempo para dedicarse a los pacientes, desburocratizar la asistencia, apoyo institucional, espacios y estructura arquitectónica amigable, entorno laboral relajado, jornadas de trabajo que no resulten extenuantes, reconocimiento profesional, dignidad, respetar el conocimiento, fomentar la iniciativa y la innovación, asumir que el profesional da asistencia y también es docente e investigador, fomentar el buen ambiente laboral, ..etc., todo ello facilita la humanización, sentirse cómodo en una organización que presta asistencia a pacientes, algo que aún siendo vocacional, genera cierta ansiedad y momentos de incertidumbre y pesar.
Para terminar, humanización si, por supuesto, pero para pacientes y profesionales. Ambas se complementan y deben ir íntimamente unidas. Cuidar al cuidador es una necesidad.