Se ha puesto de moda una palabra no reconocida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero que cada día escuchamos más: el
“postureo”. ¿Qué entendemos por postureo? Pues
es un comportamiento y una pose que responde mas a una imagen o apariencia que a una verdadera motivación. Y que tiene además un rasgo característico de lo que se estudiaba como histeria, ese que dice que
hace falta público para hacerlo visible.
El tiempo político que vivimos es algo nuevo. Hacía muchos años que no teníamos esta sensación de provisionalidad, de permanente “desgobierno”, o de
gobiernos mirando en permanente clave electoral. Sea por la inestabilidad política o por ser real el intento de cambiar las cosas, lo cierto es que son muchos los responsables de la política sanitaria de diferentes Comunidades quienes están hablando de
gestión profesional, profesionalización de la gestión, órganos de gobierno de instituciones sanitarias, etc. ¿A que obedece esta moda? Yo parto de la base que ya no es moda ni novedad, pues se habla de ello, al menos en foros profesionales, desde hace mas de 25 años. Lo que ocurre ahora es que también se suman a esta moda los políticos y responsables administrativos. Y con ello viene el “postureo”.
Teníamos foros profesionales, charlas de cafetería, publicaciones especializadas y debates sobre la necesidad de un cambio de modelo, de una
imperiosa necesidad de despolitizar y profesionalizar los puestos de gestión. Y a este carro se ha subido ahora el político sanitario, de tal forma que se han tomado iniciativas, y ahora me refiero a la Comunidad de Madrid, en las que por unanimidad y con consenso previo, el partido en el Gobierno y los de la oposición han aprobado una moción subsiguiente a una interpelación que insta al Consejo de Gobierno a presentar en un plazo no superior a tres meses, un
Proyecto de Ley de reglamento Marco de estructura, organización y funcionamiento de hospitales, organizaciones de Atención Primaria y otras gestionadas por el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS).
Sé que estamos justo al final del plazo, concretamente el 15 de Marzo era la fecha límite, y
como ya va siendo no la excepción sino la norma, se produce un nuevo incumplimiento. Esto es ya todo un clásico con esta Administración. Aún recuerdo la airada respuesta de un Director General de Recursos Humanos ante nuestra denuncia del incumplimiento de los acuerdos firmados en el 2007, que decía
“no hay incumplimiento, pues tenemos voluntad de cumplir”. La respuesta es ingeniosa, sin duda, pero imagino lo
que diría Hacienda si ante un requerimiento de pago del IRPF le contestamos que no hemos incumplido y que tenemos voluntad de pagar. Pues esto es lo mismo.
Y volvemos al principio. Estamos ante un nuevo “postureo” de libro. Se hace un gran alarde informativo, con profusión de noticias en medios de comunicación, se anuncia el “modelo Madrid” como paradigma de la futura profesionalización de la gestión, se hace en una plaza pública, y que mejor que la de la Asamblea de Madrid,
con participación de todos los actores de esta farsa, en la que participan “actores del Gobierno y toda la Oposición”. Se hicieron incluso jornadas de debate y participación para ir perfilando el modelo. Es una gran noticia, una novedad, un cambio en los modos y costumbres, aparece la unanimidad, el consenso y el dialogo entre los políticos. Se escuchan aplausos generalizados.
Y luego llega a realidad, el plazo se termina, no hay noticias de este Proyecto de Ley. Los actores parece que callan, aunque no todos, pues aparece una velada crítica de uno de ellos, que anuncia este incumplimiento en una red social.
Si un pobre ciudadano deja pasar un día el plazo para pagar un impuesto, presentar un recurso o cualquier otro acto administrativo, de inmediato se le aplica la mas estricta de las normas y decae su derecho, y le aplican la sanción. Pero claro, como dice el dicho popular,
“todos somos iguales ante la Ley, pero unos mas que otros”. O como ya es un clásico en este País, se aplica la
Ley del embudo: “para mí lo ancho y para ti lo estrecho”. Para terminar, y recurriendo a un clásico como Friedrich Nietzsche:
“la mentira mas común es aquella con la que un hombre se engaña a si mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano”.