Esta frase de Albert Camus resume muy bien mis pensamientos: "Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea quizás sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga". Es cierto que en mi caso me ciño a algo menos trascendente, solo pienso en la Sanidad, su pasado, su presente y su incierto y, por desgracia, nefasto futuro.
Estamos a las puertas de un año electoral, el año 2023 nos traerá elecciones en varias comunidades autónomas y, en principio, las elecciones generales. Es momento de plantear programas, propuestas, contar ideas y solicitar apoyos. Sabemos que se vota más pensando en la ideología, en “los míos”, en cercanía de pensamientos, etc., que en otras cosas. Tenemos ya una larga experiencia y sabemos que cualquier programa electoral se podría resumir en una frase: “vótame porque yo lo valgo”, lo demás son simples cuentos y mentiras escritas para llenar un programa electoral.
Pero centrémonos en la sanidad. He escrito varios artículos en esta misma tribuna sobre la situación de la sanidad, de nuestro querido Sistema Nacional de Salud, sus problemas y sus posibles soluciones. No voy a repetirme. Hoy solo quiero plantear a los diferentes partidos políticos, bueno casi mejor decir que solo a los que pueden llegar a formar un posible gobierno, que planteen un programa para sanidad que sea serio, completo y apegado a la realidad.
Los problemas más importantes de nuestra Sanidad están bien claros: infrafinanciación, problemas de estructuras físicas y mantenimiento de centros viejos e incluso obsoletos, déficit importante de personal y un constante maltrato que hace que cada año huyan del Sistema más profesionales, sometidos a un Estatuto Marco que nos aplasta, que mantiene un modelo organizativo basado en las bajas retribuciones y las jornadas interminables, un modelo que permite hacer jornadas de 24 horas seguidas que en muchos casos se prolongan por las trabas que se ponen a los preceptivos y obligados descansos.
Problemas con el modelo de gestión (ahí sigue el debate de si público, privado, público/privado), con el abandono de conceptos básicos como la educación sanitaria, los autocuidados, exceso de dependencia médica, “medicalización” de problemas sociales, etc., sin olvidar que no somos capaces de dar respuesta a las listas de espera, mal consustancial a nuestro sistema, que aumenta año tras año y con el que parece que se convive sin hacerle frente de forma decidida. Podría seguir con esto, detallar más problemas, “sacar los colores” a nuestros políticos y gestores, pero no merece la pena. Todo el que lee estos artículos podría completar este texto hasta donde quisiera.
Es hora de decir a los políticos que se tomen en serio la sanidad, que en sus programas electorales hagan propuestas serias para solucionar estos problemas, que se olviden de grandes ideas que no conducen a nada y sean claros y posibilistas. No me interesa que me cuenten lo buenos que serán, lo de la “humanización”, una “conciliación” en la que no creen, que nos harán fijos a todos, que tratarán bien a los profesionales, pagarán más y mejoraran las condiciones laborales, que con ellos la Sanidad será “universal y gratuita”, que terminarán con modelos Muface y otras mutualidades, que apoyaran la Salud Pública y la Salud Mental, que para ellos la Atención Primaria será el eje central del sistema, que abordarán las listas de espera con un “plan integral” y que harán un nuevo “libro blanco de la Sanidad”.
Todo esto no me vale. Hay que detallar los planes, las iniciativas, las mejoras, los cambios que acometerán, qué modelo de sistema se propone, con que modelo de gestión, cómo serán las relaciones laborales y las normas que rijan la organización del trabajo y las condiciones de los profesionales, digámoslo claro, un nuevo Estatuto, qué papel desempeñaran estos en el Sistema, cómo será la relación con los ciudadanos/pacientes, qué proyectos de mejora de las estructuras se plantean, cómo afrontarán la obsolescencia de equipos, y lo mas importante, en qué plazos de tiempo y con que financiación. Sin esto último, todo lo demás es teoría y humo.
Quedo a la espera de los programas electorales, aunque ya a nuevo corta-pega del último programa… y del anteriornticipo mi pesar y absoluta desconfianza. Veremos un más de lo mismo, un, y de aquel de antaño… en fin, que soy pesimista y, si se produce el cambio que reclamo, lo leeré varias veces para creer que es real.
Volviendo a la frase del inicio, mi generación ya no verá cambiar este modelo, pero, al menos, confío en que evitemos que se deshaga. No lo veré como profesional, como jubilado ya estoy fuera del Sistema, pero al menos espero que como paciente no me quede sin una sanidad pública accesible y de calidad. Aunque solo sea por egoísmo, los que aún seguís en el sistema, pelead y defended esta joya del “estado de bienestar”.